Por HERMANN TERTSCH
El País Sábado,
05.04.03
GUERRA EN IRAK | LA POSGUERRA
El horror de la guerra -de todas las guerras y no sólo de la
que nos televisita ahora durante las 24 horas de los siete días de la
semana- ya lo tenemos todos marcado en la retina. La guerra de Irak, que ha
entrado en su fase decisiva y todo hace pensar que final, marca sin duda un
antes, que ya parece muy remoto, y un después lleno de incógnitas e
incertidumbres. Se puede dar por cierto que los días de la dictadura de Sadam
Husein están contados y que no son muchos. También que la pacificación y la
reconstrucción de Irak se convierten en el mayor reto para el mundo desde la
Segunda Guerra Mundial. Revelará si la comunidad internacional es capaz de regenerar
organizaciones y sistemas de seguridad que se desplomaron antes de que cayera
la primera bomba en Bagdad. O si nos adentramos en un túnel de inseguridad y
espantos aún más profundo.
No podía, por tanto, haberse celebrado en fechas más
oportunas el seminario organizado por el comité español de ACNUR (Alto
Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados), que se clausura mañana en
Granada bajo el lema Refugiados y reconciliación post-conflicto. ACNUR-España
ha reunido en esta ciudad, símbolo de la convivencia de tres religiones y de su
destrucción por la intolerancia y el recurso a la limpieza
"étnico-religiosa", a decenas de expertos internacionales en dos
conflictos que precedieron al de Irak, pero que, aún presentes, pueden verse
muy influenciados, para bien o para mal, por la evolución de la posguerra en
Irak. Había en Granada práctica unanimidad en denunciar los planes de
Washington de implantar un Gobierno militar propio en Bagdad "en la
primera fase". "Es un disparate, auspiciado por los neoconservadores
de Cheney y Rumsfeld, que sumiría en la violencia a toda la región y supondría
una catástrofe para los americanos", comentaba el estadounidense Joseph
Montville, del Centro de Estudios Estratégicos de Washington. El suizo Werner
Blatter, que fuera máximo responsable del ACNUR en la antigua Yugoslavia,
insiste en que la ONU tiene que asumir un papel protagonista, pero con objeto
de ceder "con prontitud, aunque con temple y sin precipitación",
responsabilidades de Gobierno a los iraquíes. Para ello habrá que buscar, en el
exilio y en el interior, líderes que puedan ganarse el respeto del pueblo y no
hayan ejercido responsabilidades. "La reconciliación requerirá allí, como
en Bosnia y en Kosovo, la presencia extranjera durante tiempo. Será lenta".
Si fracasa, no puede excluirse que descarrilen otros procesos más avanzados,
como es el de la estabilización de los Balcanes.
Pero más allá de las diferencias entre Europa y Washington
respecto al nivel de protagonismo de la coalición vencedora, la ONU y los iraquíes
en la reconstrucción de un Irak liberada de Sadam Husein, será el conflicto
palestino el que determinará si Washington puede generar un mínimo de confianza
entre árabes y europeos que, con el tiempo, haga cicatrizar la inmensa herida
abierta. Tony Blair y José María Aznar se han comprometido y han comprometido a
George Bush a que, esta vez sí, se aplique el mapa de ruta hacia la rápida
creación de un Estado palestino y el levantamiento de la mayoría de los
asentamientos. En esta cuestión están de acuerdo todos: ONU, UE, Rusia y China.
Si Bush rompe su palabra y "vuelve a ceder ante Sharon y los lobbies judío
y neoconservador en Washington, que ya se ha puesto manos a la obra para
dinamitar el proyecto", como señala la comisionada general de la ONU para
refugiados de Palestina, Karen Abu Zayd. "La Administración de Bush puede
quedarse totalmente sola". Sola no puede reconstruir Irak. Sola estaría
ante el dilema de abandonar Irak derrotado después de vencer o asumir una
ocupación que sólo le reportaría más muertos, más odio, más gastos y más
desastres económicos en casa. Difícilmente le perdonaría el electorado a Bush
semejante situación prolongada. Sería una paradoja histórica que su reelección
acabara dependiendo de hacer algo de justicia en Palestina, de poner coto a los
desmanes de Sharon e imponer un Estado palestino en Gaza y Cisjordania sin unos
asentamientos por los que la mayoría israelí no derramará ni una lágrima.