miércoles, 28 de junio de 2017

DESEOS Y REALIDADES

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 07.05.02

ELECCIONES PRESIDENCIALES EN FRANCIA

Cierto que el domingo en Francia ganaron los 'valores republicanos' frente al racismo más procaz y el simplismo violento. Así debe entenderse la movilización en favor de Chirac. Un 60% de los votantes, que la habían despreciado 15 días antes, acudieron como un solo hombre a apoyarla. Los franceses comprendieron el peligro que para su sociedad abierta, pero también para su honra y su nombre, suponía la mera posibilidad de una victoria estrecha del actual presidente sobre Le Pen.
Sin embargo, los cantos emotivos a la salvación del alma de la República y a la consumación de la conjura del peligro parecen precipitados. El resultado del domingo es menos una 'magna exaltación de la democracia y la multiculturalidad' -como se ha dicho- que una demostración de cómo el miedo induce a optar, al menos a sociedades maduras, por el mal menor en situaciones de excepción. Le Pen ha ganado votos respecto a la primera ronda y uno de cada cinco franceses quiere a Francia fuera de la UE y a millones de inmigrantes fuera de Francia. No son votos de protesta testimonial. Son apoyos firmes a una opción enemiga de la esencia democrática francesa.
Sería una catástrofe que los políticos, Chirac a su cabeza, creyeran que, pasado el susto, la France puede volver a su anquilosada agenda marcada por las miserias, los personalismos, la corrupción impune, la cicatería y la negación de la evidencia. La avestruz francesa ha sacado por un instante la cabeza de la arena. Todos nos congratulamos de ello. Pero nada sugiere un súbito cambio de hábitos. La dura realidad es que en El Elíseo se queda un presidente que sólo goza del apoyo real de un 20% del electorado, una centésima y pico más que el que tiene el ultraderechista antisistema combatido por una unidad in extremis de los demócratas, con apoyo de los medios y la comunidad internacional. Los problemas que generaron el grotesco fenómeno de Le Pen subsisten. Los absurdos e irresponsables liderazgos fraccionales como los fracasos de la integración o la temeraria promoción del agravio nacional y la agitación de la inseguridad ciudadana no van a desaparecer por una fiesta más de alivio que de celebración en París.

Una sociedad en la que Le Pen consigue un voto de cinco está enferma. Como lo está la que presenta, en el año 2002, tres candidaturas trotskistas a la presidencia. Pero si Francia enferma, todos los europeos debieran medicarse. Habrá que esperar a las legislativas en junio para ver si Chirac y la clase política 'han entendido el mensaje' como aquél sugiere. Tres meses después, las elecciones en Alemania tampoco excluyen sorpresas desagradables. Las hemos tenido en Italia, Austria y otros países. Urge por ello que cristalicen alternativas que destierren de esta Europa del siglo XXI sus terribles fantasmas iniciales.

EL ABISMO ENTRE PARTES DE UN ALMA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Lunes, 22.04.02

FORO EUROMEDITERRÁNEO EN VALENCIA

'Los europeos ya quisieron exterminar a los judíos antes'. Frases como ésta, pronunciada por Benjamin Netanyahu, gran rival de Ariel Sharon en el partido derechista Likud y, sin embargo, procónsul del mismo en viaje de relaciones públicas por Estados Unidos en pasadas semanas, dicen casi todo del actual momento de las relaciones entre el Israel oficial y Europa. Han tocado fondo y no parece que, por mucha comprensión hacia los miedos existenciales israelíes y mala conciencia por conductas antisemitas pretéritas, desde Europa se vayan a hacer más gestos de genuflexión o condescendencia ante una política, la del actual Gobierno israelí de Ariel Sharon, que repugna a las sensibilidades de Gobiernos y opiniones públicas europeos.
Que un líder político con una mínima responsabilidad -oficial al menos- como es Netanyahu formule semejante frase, en la que acusa a la comunidad de naciones europeas de colaborar conjuntamente en el holocausto nazi, es un disparate histórico con poco precedente y un insulto incalificable para una Europa que desde hace más de medio siglo ha hecho lo indecible por ayudar al desarrollo, seguridad y bienestar del Estado de Israel. No lo es menos la descalificación rotunda por parte del primer ministro israelí, Sharon, de Javier Solana y demás mediadores europeos. La relación amor-odio entre Israel y Europa de que hablaba hace pocos días un diplomático israelí en Madrid ha derivado en animadversión total por parte del Israel oficial hacia Europa desde que Sharon se considera perfectamente arropado por EE UU para su política de tierra quemada en Palestina. Malo para Europa, para EE UU, para los palestinos por supuesto, pero también para Israel.

Porque el diminuto Estado patria de todos los judíos del mundo existe gracias a Europa y debe su desarrollo mucho más al Viejo Continente que a los 3.000 millones de dólares que recibe anualmente de subvenciones norteamericanas para hacer de peón de una guerra fría en Oriente Próximo que ya es historia. El compromiso de Europa con Israel va mucho más allá que los intereses de congresistas norteamericanos condicionados por el voto de sus circunscripciones o las subvenciones a sus campañas. De ahí que el desprecio a la buena fe desplegada por Europa en el conflicto de Oriente Próximo, y cuya máxima expresión son hoy Javier Solana y Miguel Ángel Moratinos, sea un flaco favor que este Gobierno israelí le hace a su propio pueblo. Puede que ese propio pueblo tenga que reprochárselo amargamente a quienes hoy en su arrogancia creen tener las espaldas cubiertas por Washington para el peor de sus desatinos. Israel, también Washington, está despreciando a sus verdaderos amigos, que intentan evitar que se automutilen en su condición moral, política y de seguridad. Europa no puede imponer nada a un Israel autopropulsado hacia el conflicto, pero nadie podrá decir nunca que los auténticos amigos de ese joven Estado no le avisaron sobre los peligros de su carrera hacia la brutalidad, la falta de piedad y la nada.

DE LA TRAGEDIA A LA MISERIA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Miércoles, 17.04.02

GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Centenares de muertos, ciudades arrasadas, miles de detenidos y desaparecidos, millares de familias sin hogar, depósitos de agua dinamitados, infraestructura demolida y, por cada terrorista real detenido, mil palestinos decididos a ocupar su puesto. Fuera de los territorios hay que añadir un antisemitismo rampante y un aumento de la inseguridad para los judíos dentro de Israel y en todo el mundo. Aparte de la quiebra moral de la democracia israelí y la constatación internacional de que Estados Unidos son gobernados hoy por un equipo al que es absolutamente ajeno el mero concepto de la grandeza política. Después de lo sucedido está claro ya -incluso para los admiradores de la democracia norteamericana y amigos de Israel- que la existencia de una sola megapotencia convierte el criterio del electorado norteamericano en el mayor peligro global como al del electorado israelí en una bomba. Este podría ser el balance de la operación Muro Defensivo del primer ministro israelí, Ariel Sharon.

Es el balance provisional, porque ya se adivinan mayores miserias no sólo sobre el terreno, también en las alturas diplomáticas. No de otra forma puede interpretarse 'la positiva acogida' norteamericana a la propuesta de celebrar en Washington una conferencia de paz con los países árabes moderados, sin Europa y sin Arafat. Sharon ofrece una reunión entre amigos en la que elige escenario, participantes y, por supuesto, agenda. Arafat seguiría en su celda, los europeos excluidos porque Sharon ha decidido que ya no habla con Javier Solana -así de fácil son las cosas- y a los árabes buenos se trataría de convencerlos -comprarlos- para que sancionaran definitivamente la creación de unos hometowns palestinos rodeados por muros y vallas. Para adornarlo todo, se sacrificarían un par de asentamientos cuyos colonos neoyorquinos bien pueden realojarse en algún barrio ortodoxo de Jerusalén. Confinados en estas jaulas algo mayores que la impuesta a Arafat desde hace tres semanas, el tiempo y la miseria se encargarían de forzar a la emigración a los palestinos. Hace apenas una semana, Powell buscaba en Madrid un frente común internacional para imponer una paz justa y viable. Ahora sale apoyando este bodrio. Lo único esperanzador en este baile de miserias, abusos y falta de carácter es que la propuesta no tiene posibilidad alguna de prosperar. Se quedará en alarde de falta de respeto. Al prójimo y a sí mismo.

LOS ENEMIGOS TRANQUILOS DE ISRAEL

Por HERMANN TERTSCH
El País  Domingo, 07.04.02

REPORTAJE

En el valle de la Bekaa, al sur de Líbano, un dirigente de Hezbolá se juramenta por una 'victoria sin plazos'

'Era realmente insospechable que Israel cometiera tantos errores. Un error tras otro. Es increíble pero cierto. Dios es grande. Y los van a pagar todos. Uno a uno. Todos'. Issam, sentado en la mesa de un restaurante en el que todos los clientes y camareros lo abordan con gestos de reverencia, insiste nada más iniciar la conversación en que sufre con sus 'hermanos palestinos y todos los árabes'.
Pero está muy tranquilo, como si supiera ya cómo va a concluir, no ya la actual escalada bélica en los territorios ocupados, sino la gran secuencia histórica a largo plazo en Oriente Próximo. 'Los israelíes tienen muchas armas, pero cada vez menos soldados. Unos se van, otros no quieren combatir. Son pocos. Nosotros tenemos menos armas, pero un ejército inagotable. Eso es lo que, en su arrogancia, no han calculado bien. Tenemos tiempo y millones de hombres que ofrecer como mártires. Cada uno de nosotros es un arma dispuesta'.
Issam sonríe cuando se le pregunta si están decididos a abrir el frente en la frontera de Líbano, ahora que las tropas israelíes combaten en todos los territorios ocupados y Sharon se ha visto obligado a convocar a reservistas, lo que supone una carga a la larga insoportable para la economía y la sociedad de Israel. 'Nosotros nunca hemos cerrado ningún frente, luego no tenemos que abrirlo. Golpearemos al Ejército israelí allá donde nos parezca más oportuno'.
Nada tiene que ver su serenidad con la indignación de los dirigentes palestinos en los cercanos campos de refugiados en el sur de Líbano. Allí todos parecen querer suicidarse cuanto antes, si pueden acarrear algún daño a algún judío. Issam, no. No teme a la muerte -'para mí será el principio de la vida real, en el paraíso'-, pero no tiene prisa por encontrársela: considera que es más peligroso para su enemigo vivo.
Issam cree firmemente en la victoria aunque no se plantea plazos. Tiene tres hijos y ya los está educando para que asuman su responsabilidad en la lucha contra lo que llama el invasor. 'Estados Unidos ayuda a Israel a matarnos y reprimirnos a los árabes. Luego tenemos perfecto derecho a defendernos atacando a los israelíes y a los norteamericanos. Washington no revisa su política y nos ofende y humilla. Nosotros hemos respondido antes y lo sabremos hacer en el futuro'.
Los tiempos son tormentosos, no sólo en el sur de Líbano. Los muertos se acumulan en Gaza y Cisjordania, Ariel Sharon se ha lanzado a una 'lucha contra el terrorismo' que ha incendiado la región y amenaza con dinamitarla. El mundo asiste aterrado a una orgía de violencia que hasta los países más lejanos de la región intuyen puede acabar arrastrándolos a insufribles situaciones. Aquí, en el restaurante, tan cerca de la valla metálica de la frontera israelo-libanesa, las probabilidades de catástrofe son infinitamente mayores.
Horas antes de la cita de Issam con dos periodistas, el Ejército israelí había atacado posiciones de su gente no lejos del lugar donde fuma plácidamente la narguila frente a los extranjeros. Fue una represalia israelí por el primer gran ataque de cohetes y artillería de la organización de Issam desde la retirada israelí de Líbano. El Gobierno israelí ya había advertido de que no dudaría en intervenir en su frontera norte si el país vecino se convertía de nuevo en plataforma para ataques contra su seguridad. Es esta frontera la que puede romperse una vez más, pero ahora para inducir a la expansión regional de una guerra ya en plena escalada. Ayer también volvieron a atacar.
Aquí, en Baalbeck, en el valle de la Bekaa, al sur de Líbano, subida en un pedestal, luce como trofeo de guerra una tanqueta israelí. 'Vinieron y los echamos', dice Issam. Su frase tiene mensajes implícitos mayores. ¿De Líbano? Fue en 2000. ¿De Palestina? ¿De una parte o de toda? Todo determinado por fechas y resoluciones de Naciones Unidas. Por heridas en el tiempo y consejos -más que mandatos- de la ONU a un Israel que siempre se consideró lo suficientemente respaldada para no seguirlos.
Aquí, Israel tiene a uno de sus peores enemigos, a la única fuerza en el mundo que presume de haber vencido a su Ejército. Entre imágenes de Jomeini, Abu Mussah y otros líderes legendarios del islamismo radical, banderas negras llamando al sacrificio y martirologio, proclamas sobre las ventajas de irse al paraíso con la conciencia tranquila y evocaciones a la lucha final contra esa 'entidad sionista', Israel, que tiene, no muy lejos, sus fronteras, en el valle de la Bekaa, tiene sus cuarteles y sus cerebros Hezbolá.
Es una organización mítica para millones de árabes, una inmensa organización de carácter religioso, que convirtió la ocupación del sur de Líbano en un infierno para el Ejército y la sociedad israelíes. Hezbolá, como Hamás en Gaza y Cisjordania, ha logrado crear redes de solidaridad inverosímiles en su efectividad, honradez y actividad para cualquier sociedad árabe. Organiza viajes turísticos y culturales para ancianos, otorga pensiones a viudas de combatientes palestinos y víctimas de la represión, celebra festivales, tiene una red de apoyo e integración de personas impedidas, da cursos de capacitación agrícola y tiene una estructura de formación profesional.
En las montañas entre Siria, Líbano e Israel, Hezbolá se dedica a otros menesteres. Allí están los especialistas en explosivos que saben romper un carro de combate israelí sin siquiera asomarse al mercado internacional de armas. Allí, gracias a la generosa financiación exterior, al paraguas protector del régimen laico sirio y al apoyo del régimen shií iraní, pero también a los masivos donativos que recauda entre la población de los países árabes, Hezbolá ha conseguido formar una fuerza militar profesional, capaz de aguantar los golpes del enemigo e infligírselos cuando y donde más le duelan.
Hezbolá no es nada parecido a Al Qaeda por mucho que Estados Unidos la haya incluido en su lista de formaciones terroristas. 'Me habla de la lista de Washington. Nosotros tenemos nuestra propia lista de organizaciones terroristas, y Estados Unidos, y por supuesto Israel, la encabezan', dice con tranquila sonrisa Issam.

IMPLACABLE SIN ODIO


'No tenemos nada contra los judíos. Hezbolá no tiene nada contra las personas, sean de donde sean. Creemos en las tres religiones del Libro. Pero también en la sagrada autodefensa'. Issam no quiere adelantar los próximos pasos de esa autodefensa, pero es evidente que su organización mantiene abiertas todas las opciones. Cuando se le pregunta si acepta la propuesta de la Liga Árabe, que ofrece la normalización de relaciones con Israel de todos los países árabes a cambio de su retirada a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días, dice lo que muchos árabes y palestinos piensan, pero la corrección política ya prohibe exponer en organizaciones como Al Fatah de Yasir Arafat. 'Mire, tiene una casa de cinco habitaciones. Entra un extraño y se queda con cuatro. Usted protesta. Le molestan sus protestas. Y para que no proteste, le dice que le devuelve una. Y si sigue protestando resulta que es usted el que rompe la convivencia. ¿Qué le parecería?'. Hezbolá no dejará de tener a Israel como enemigo, aunque su Ejército se retire. Hoy su escenario ideal sería la apertura de frentes de guerra en todas las fronteras de Israel con los países árabes. Pero no tienen prisa por abrir unilateralmente el frente. Están convencidos de que el tiempo juega a su favor.

PERDER LA GUERRA Y EL ALMA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 02.04.02

EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

La tragedia es ya completa por mucho que se agrave. Se ha llegado tan lejos que todos los horizontes se antojan abismos. La violencia incendia Oriente Próximo. Decenas de millones de árabes -y no árabes- se alegran ya cada vez que un joven palestino se inmola en el altar de la patria, arrastrando consigo a la muerte al mayor número posible de israelíes. Todo indica que tales momentos de alegría se multiplicarán en proporción a los motores de la ira. Los regímenes árabes moderados temen por su estabilidad ante una indignación de sus poblaciones que amenaza escapar a todo control, mientras las dictaduras árabes ganan prestigio y apoyo entre las suyas y en el resto del mundo árabe. En la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), que se abrió ayer en Malaisia, se respira un ambiente de 'frente de rechazo' a Israel propio de los años cincuenta. Todo apenas una semana después de que la Liga Árabe tendiera la mano a Israel con una oferta, imperfecta, discutible, pero sin precedentes como oportunidad para la normalización y la paz en la región.
Ahí tenemos a Yasir Arafat, el prisionero en la Mukata de Ramala -ese que siempre se creció en momentos críticos y fracasó en los demás-, en transmutación consumada desde la condición de dirigente tramposo, bastante corrupto y cuestionado por palestinos y árabes en general, a la de nuevo y gran Saladino sobrehumano y mártir aún en vida. Será un psiquiatra, que no un analista político, quien nos explique por qué se generan obsesiones personales como la del primer ministro israelí, Ariel Sharon, con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, capaces de provocar miles de muertos, hacer descarrilar la historia, hundir a pueblos en la desesperación y la miseria y traumatizar al mundo entero.
No les falta razón a las autoridades israelíes y norteamericanas cuando dicen que Arafat debía haber aceptado la oferta de Camp David del año 2000, cuando un Ehud Barak electoralmente acosado le ofreció casi todo lo que Israel puede ofrecer sin poner en peligro su propia existencia. La rechazó. La responsabilidad es suya. Fue Arafat quien aupó así al poder a Sharon y dejó al Partido Laborista israelí convertido en un guiñapo dirigido por un Simón Peres patético en sus intentos de combinar su papel de mediador y premio Nobel de la Paz con una política indefendible e inhumana. Si Peres hubiera roto con Sharon en su día, es posible que hoy las opciones de liderazgo en Israel fueran otras que las del responsable de las matanzas de Sabra y Chatila y el energúmeno de Benjamín Netanyahu (Bibi), cuya mejor idea es la de dejar a Arafat a la deriva en alta mar. Ya todo es agua pasada. El daño está hecho.
Es una tragedia comprobar que algunos creen o pretenden creer que liquidar a Arafat es la clave para acabar con un terrorismo palestino que es síntoma, que no causa, de ésta. Es una mala broma ver al presidente de EE UU exigiendo a Arafat, cautivo en un zulo en Ramala, que sea más aplicado en contener los atentados suicidas. Es un drama que la UE, Rusia y China no asuman otro papel que el de plañideras, cuando no de meretrices silenciosas. Y da auténtico pánico comprobar en manos de quiénes estamos, entregados a decisiones de unos desasistidos. Nadie dude de que Sharon quería matar a Arafat. Si no lo hace es porque, incluso para Washington, esa 'solución' es grosera. También hay certeza de que, con los miles de muertos que se sumen en próximas semanas o meses, las partes habrán de sentarse para buscar una forma de vida que no sea matarse. Y de que el fin de la tragedia es imposible con una política, no ya colonial, sino de desprecio abismal al prójimo. La política de Sharon ha generado la espiral de tragedia y miedo entre los israelíes que amenaza a la propia democracia de Israel, al sano juicio de los pueblos y al sentimiento de piedad individual, íntimo, de todos los seres humanos afectados por la misma.

Israel no puede ganar esta guerra, por no hablar de la paz, echando por la borda los principios que dan sentido a un Estado surgido del infinito horror del holocausto nazi. Pero además, puede perder el alma. Cuando se confirma que soldados israelíes marcan números en los brazos de sus prisioneros, que pintan cruces en las casas registradas o devastadas, que llaman por altavoces a los hombres entre 15 y 55 años para que se entreguen en la calle y que detienen a policías palestinos que después aparecen muertos de un tiro en la nuca, todos los israelíes debieran sentir un terrible escalofrío. Si los judíos comienzan a emigrar de Israel a mayor velocidad que los palestinos de sus terribles bantustanes incomunicados, si la economía se hunde, el turismo desaparece y las empresas han de renunciar a decenas de miles de reservistas para aventuras bélicas, cuando el jefe de Gobierno se lamenta públicamente de 'no haber matado a Arafat cuando pude' y dice no estar 'en lucha contra un Ejército, sino un pueblo', toda sociedad -ante todas la israelí- debería levantarse. Por primera vez desde 1948, Israel está en peligro, por culpa del fanatismo de la unilateralidad, propia y de su principal aliado transatlántico. Por ello, el mejor favor al Estado de Israel hoy es forzarlo a abandonar el demencial vuelo de Ícaro en el que Sharon lo ha embarcado y que amenaza con estrellarnos a todos.

“TODOS SOMOS BOMBAS”

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Sidón, 01.04.02

REPORTAJE

Los palestinos refugiados en Líbano amenazan con extender la Intifada

'Mire a este niño de diez años, hoy mismo lo convertiría en un mártir'

'Todos somos bombas, todos queremos ser mártires, adelante hacia Jerusalén'. 'Arafat, presidente, nuestra sangre es tuya'. Los lemas que surgían de los altavoces montados en camiones eran coreados por decenas de miles de palestinos del mayor campo de refugiados en Líbano, Ain al Helwa, que, bajo un mar de banderas y portando imágenes de Yasir Arafat, recorrieron el pasado fin de semana las calles de la ciudad de Sidón.
Arafat, cuestionado por muchos durante años, ha resurgido por obra y gracia de Israel, que lo tachaba de 'irrelevante' hace unas semanas, como el símbolo de la nación y líder cuasi sobrehumano para todos los palestinos. Más que nunca probablemente. Todas las facciones y milicias palestinas han marchado unidas por las ciudades libanesas, arropadas por los refugiados y por millares de libaneses, para manifestar su ira ante las operaciones militares del Ejército israelí en los territorios ocupados y el asedio a Arafat en Ramala, y para prometer luchar hasta la muerte.
El Ejército libanés, fuertemente armado, ejercía un severo control para que no salieran armas del campo de Al Helwa, un inmenso poblado -un 'Estado dentro del Estado', según palabras de Maher Shabayla, mando local de las fuerzas de Al Fatah- en el que viven en la miseria y precariedad más de 70.000 palestinos desde hace más de 30 años. Los niños uniformados portaban fusiles Kaláshnikov de madera. Los que quedaban en el campo son de verdad. Son pocas armas, pero esperan tener más. 'No queremos cumbres árabes, queremos armas', dice un comunicado del Frente Popular de Liberación Palestina (FDPL) que circulaba de mano en mano.
El Gobierno de Líbano y los otros vecinos árabes de Israel son conscientes de que tienen en casa una bomba de relojería con centenares de miles de palestinos en plena ira y exigiendo, como en Al Helwa, que 'abran las fronteras para ayudar, aunque sea con las manos. Somos muchos millones. Podemos echarlos incluso con las manos desnudas'. Los refugiados palestinos están dispuestos a que la guerra en los territorios ocupados acabe en guerra nacional.
'Inch Alá' (ojalá), decía un miembro de Fatah. 'Demostraría que los líderes árabes dejan de ser tan cobardes. Que nos dejen luchar'. La indignación y el odio crecen por momentos en el mundo islámico.
Por la tarde llegaba la noticia de un nuevo atentado suicida en Tel Aviv, tal como vaticinaba poco antes Mohammed Yusif Abu-Sheij, un viejo combatiente palestino que vive en el campo de refugiados desde 1967. 'Ahora habrá más, muchos más [atentados], en Israel y en todo el mundo. Y me alegro mucho de cada uno de ellos. ¡Gloria al que lleva la muerte a quien nos mata y humilla!'. El sentimiento está omnipresente. Una mujer del campo de refugiados de Shatila, Um Wiisam, le decía a un periodista local, mostrándole a su hijo de diez años: 'Mire a este niño, hoy mismo lo convertiría en una bomba'. 'Israel jamás conseguirá seguridad así, ningún israelí podrá salir a la calle tranquilo con esta política, nunca, aunque pasen cien o mil años, se lo aseguro', insistía ayer un comerciante en Beirut.
Shabayla, jefe de Al Fatah en la capital libanesa, insiste en el discurso de la negociación, habla de Oslo y del plan Mitchell. Pero algunos presentes en su oficina, muchos armados, giran las pupilas y dicen que 'ya se ha visto a lo que lleva hablar con Sharon y los israelíes'. 'Tienen que llegar a sufrir tanto o más que nosotros para que se avengan a una paz justa', dice uno. Y otro, poco después, sentencia: 'la cosa está clara, o ellos o nosotros'. No es la posición políticamente correcta en Fatah, pero es lo que piensan cada vez más millares de niños y jóvenes que se agolpan en los campos y cuyos padres ya nacieron en esos pozos de desesperanza junto a la milenaria ciudad costera.
Los países árabes fronterizos intentan a toda costa frenar las actuaciones de palestinos que residen dentro de sus fronteras, pero los últimos acontecimientos han generado una inmensa alarma. Y crece hora a hora el resentimiento de los palestinos hacia regímenes que, según ellos, no hacen nada por sus 'hermanos árabes' más que verter palabras en comunicados y después acordar la política con Washington, el gran defensor de Israel.
'La solución pasa por derribar esos regímenes árabes corruptos', dice Mohamed, un joven maestro nacido en el campo de refugiados. 'Entonces ya se vería qué es Israel. Pero los líderes árabes son unos cobardes y no representan a sus pueblos'.
'Si tocan a Arafat un pelo, Israel y EE UU, que apoya y permite todo este exterminio a Sharon, harían bien en proteger sus intereses y a sus ciudadanos en todo el mundo', dijo el jefe de Fatah en el campo de Shatila. 'No somos Bin Laden, pero tenemos nuestros propios métodos de respuesta'. Según sugirió, la situación puede llevar a la resistencia palestina a recurrir a los métodos de septiembre negro. Y advirtió que en cuestión de horas podían comenzar acciones contra Israel desde Líbano. De hecho la milicia de Hezbolá ha lanzado cohetes Katiusha sobre el norte de Israel.
La Intifada ha vuelto a cruzar fronteras en sus 18 meses de existencia y lo ha hecho por la más delicada, la existente entre Israel y Líbano, la que cruzó el propio Sharon en 1982 para perseguir a Arafat hasta Beirut y expulsarlo a Túnez. La retirada de las tropas israelíes supuso no sólo la confirmación del fracaso de la aventura de Sharon y la gratuidad en el coste de miles de vidas israelíes, palestinas y libanesas, sino el hundimiento total de Líbano en una guerra civil que duró 15 años y cuyas heridas están aún lejos de cicatrizar.
'Todos juntos contra el enemigo mortal', corean por todo Líbano, pero también en Jordania, Siria y Egipto, grandes masas de palestinos refugiados que conmemoran además el Día de la Tierra, en recuerdo de seis campesinos abatidos por la policía israelí cuando protestaban contra la expropiación de unas tierras que les habían pertenecido durante generaciones.
Adversarios y rivales han relegado todas las diferencias ante lo que consideran una agresión del primer ministro Ariel Sharon. Su política ha unido a las 13 principales organizaciones palestinas en la Fuerza Popular Islámica.
Sharon ha logrado crear alianzas insólitas en su contra. Ya sea en el Consejo de Seguridad de la ONU, que exige su retirada o en la propuesta de la Cumbre de la Liga Árabe, la semana pasada en Beirut, o la que se manifestaba en Sidón con Hamás, Al Fatah, Hezbolá y tantas otras decididas al combate y a cuyos miembros importa tan poco la muerte como a Dalal, una joven estudiante de 26 años que 'mañana mismo', según dice, emularía a la joven Ayat Akras, que arrastró consigo a la muerte a dos israelíes ante un supermercado en Jerusalén el pasado viernes. 'Somos millones los que queremos dar la vida por Palestina', advierte.

Palestinos detenidos bajo vigilancia de tropas israelíes. REUTERS

Un grupo de policías palestinos, tras ser detenidos en Ramala por el Ejército israelí. EPA

IRAK LOGRA APOYO DE LA LIGA Y SE RECONCILIA CON KUWAIT

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Beirut, 29.03.02

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Irak ha sellado en la cumbre de la Liga Árabe su reconciliación, o al menos el fin de las hostilidades, con el resto de los miembros. El vicepresidente iraquí, Ezzat Ibrahim, ha tenido un papel estelar en la cumbre y ha logrado prácticamente todo lo que quería, desde la condena sin paliativos a cualquier plan de intervención norteamericano en su país a la reconciliación con su víctima de 1990, Kuwait, y su principal enemigo árabe en la región hasta hace poco, Arabia Saudí, así como el levantamiento de las sanciones internacionales contra Bagdad.
'Los líderes árabes saludan el compromiso de Irak de respetar la soberanía e independencia del Estado de Kuwait y la garantía a su seguridad y su unidad para evitar así cualquier cosa que pudiera provocar una repetición de lo acontecido en 1990'. Con tanto eufemismo para referirse a la invasión y a la guerra celebraba ayer un comunicado de la cumbre de la Liga Árabe el acuerdo entre ambos países, que, sin embargo, no especifica si Kuwait ha logrado la liberación de prisioneros que llevan ya una década en cárceles iraquíes o la devolución del botín de guerra expoliado por el régimen de Sadam Hussein antes de la intervención militar aliada que llevó a la liberación del emirato.
Izzat Ibrahim y el príncipe heredero saudí, Abdalá, enemigos mortales también hasta hace poco, se dieron cuatro besos en público para sellar esta reconciliación entre 'hermanos árabes'. 'El problema está resuelto', sentenció un representante de Qatar en la cumbre de Beirut.

EE UU apoya el plan

El fiasco del vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, en su reciente gira por países árabes intentando recabar apoyo para una intervención militar contra Irak tuvo ayer su continuación en Beirut. Está claro que unas adhesiones, unos saludos y besos son más sinceros que otros. Pero el fracaso de la política de Washington en esta nueva campaña política previa a la militar es evidente y sangrante. El tándem formado por Bush y Sharon ha conseguido lo que ningún ideólogo panárabe había logrado en 50 años.

[El Gobierno de EE UU expresó su apoyo a la propuesta de paz saudí aprobada en Beirut, pero puntualizó que Israel y los árabes deberán negociar los detalles prácticos de un futuro acuerdo, informa Reuters. 'Damos la bienvenida a la decisión unánime de la cumbre', declaró Gordon Johndroe, portavoz de la Casa Blanca, a un grupo de periodistas en Dallas, donde el presidente de EE UU, George W. Bush, asistió a varios actos de recaudación de fondos.]

AZNAR PROCLAMA QUE EL PP ES AHORA LA ÚNICA ALTERNATIVA EN EL PAÍS VASCO

Por HERMANN TERTSCH / ANABEL DÍEZ
El País,  Beirut / Madrid, 28.03.02

Caldera, Cuesta y Rojo piden al presidente que no utilice el terrorismo contra los socialistas

El presidente del Gobierno y del PP, José María Aznar, coronó ayer la visión de dirigentes de su partido sobre las consecuencias del reciente congreso del PSE, en el que se alzó con el liderazgo Patxi López. Aznar proclamó en Beirut que el PP ahora está solo en la defensa de una alternativa frente al PNV, dado que 'el PSE ha cambiado de posición'. 'El presidente es desleal con el Pacto Antiterrorista y lo emplea contra el PSOE', replicaron de inmeditao los socialistas Jesús Caldera, Álvaro Cuesta y Javier Rojo, quienes añadieron que el jefe del Ejecutivo no está a la altura de la grave situación que se vive en Euskadi.
Los socialistas estaban a la espera de que José María Aznar pusiera el colofón a las recientes apreciaciones de dirigentes de su partido sobre las consecuencias del congreso extraordinario del PSE, en la línea de que este partido se aleja del PP y comienza un acercamiento al PNV. El presidente, ayer en Beirut (Líbano), donde acudió a la reunión de la Liga Árabe, erigió al PP como única fuerza alternativa al nacionalismo vasco. 'En las últimas elecciones hubo una alternativa política que se quedó a 25.000 votos de la victoria'. Después del congreso del PSE, dijo, 'parece que esa alternativa no nacionalista se queda exclusivamente en el PP. Evidentemente, el PP afrontará esa responsabilidad con todas sus consecuencias y planteará a la sociedad vasca la formulación de esa alternativa que sea capaz de llevarla a la normalidad democrática'.
Aznar remató este mensaje dando un dato: sólo 24 horas después del congreso del PSE, en el que Patxi López se impuso a Carlos Totorika, el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, rompía su alianza de gobierno con los populares. 'Ése es un hecho suficientemente significativo; es una expresión clara y grave de ese cambio de orientación política', remachó.
Jesús Caldera, portavoz parlamentario del PSOE, señaló a este periódico su preocupacíón porque el presidente 'utilice el Pacto Antiterrorista contra el PSOE'. 'El disenso en cualquier materia lo están convirtiendo en acusación de deslealtad, y esto acaba con el pluralismo', sentenció Caldera. En línea parecida se manifestaron 'escandalizados' sus compañeros Álvaro Cuesta, responsable municipal, y Javier Rojo, líder de los socialistas alaveses. 'Aznar y Mayor Oreja están detrás de la ruptura del pacto de San Sebastián como estrategia de partido. Ha sido una operación diseñada desde hace mucho tiempo por el propio presidente. Decidieron enfrentarse al PSOE a cualquier precio; lo ocurrido en San Sebastián ha sido una traición permanente'.
Para estos dirigentes socialistas, el PP sucumbe una y otra vez a la tentación de utilizar el terrorismo, cuando el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, lo elevó a tema de Estado precisamente para dejarlo fuera de la controversia política y de las distintas posiciones que cada cual puede tener.
En opinión de Caldera, el diagnóstico de Aznar es 'perverso'. 'El presidente trata de colocarnos en una posición en la que no estamos; estamos en nuestro proyecto, que, claro, no es el del PP', dijo el alavés Rojo. 'Algún día la democracia pedirá cuentas a Aznar por su afán destructor contra el PSOE', auguró Cuesta.

Carlos Iturgaiz (PP) y Patxi López (PSE), ayer, durante el pleno del Parlamento vasco. EFE

‘NO PERDAMOS EL TIEMPO, NO HABRÁ NEGOCIACIÓN’

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Beirut, 28.03.02

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

'No perdamos el tiempo, no habrá negociación alguna'. Pocas formas había más claras de despreciar el plan de paz del príncipe Abdalá de Arabia Saudí que las palabras del presidente sirio Bachar el Asad. Otros líderes árabes también dejaban claro que consideran que no es más que una peligrosa ilusión albergar esperanzas en lograr un acuerdo con un Israel gobernado por Ariel Sharon. El presidente libanés, Emile Lahud, también hizo un cántico al levantamiento popular armado sin escatimar víctimas propias y ajenas.
Chocaban ayer en Beirut lo que parecen dos realismos enfrentados. Uno, el de aquellos que creen saber que Sharon no quiere ningún acuerdo y tiene por objetivo acabar con la autoridad palestina y con su presidente, Yasir Arafat, seguir haciendo asentamientos, convertir las poblaciones palestinas en bantustanes y forzar a sus habitantes a la emigración por la miseria, desesperanza y falta de perspectivas. Ellos consideran que la única forma de conseguir algo en el futuro es elevar tanto los niveles de sufrimiento de la población israelí hasta que sea ésta la que clame por devolver los territorios a cambio de la paz.
El otro es el de aquellos que saben que un estallido generalizado de la violencia arrastrará a sus sociedades al conflicto interno, pondrá su propio poder y supervivencia en jaque y puede llevarlos a una guerra que saben imposible de ganar. Son los que recuerdan los tiempos en que se soñaba con lanzar al mar por el que vinieron a millones de judíos de todas partes del mundo y poder hacer del Estado de Israel un paréntesis histórico desgraciado.

Sharon ha logrado en poco más de un año multiplicar la cifra de los que sueñan de nuevo con echar al mar a los israelíes. Cada vez son más los jóvenes palestinos que ven en la retirada israelí del Líbano el primer paso para la 'gloriosa liberación armada de los territorios'.

LA DESUNIÓN ÁRABE Y LA RETIRADA PALESTINA SITÚAN LA CUMBRE DE BEIRUT AL BORDE DEL FRACASO

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Beirut, 28.03.02

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

El plan de paz de Arabia Saudí choca con las actitudes radicales de países como Siria

La cumbre de la Liga Árabe en Beirut, que tantas esperanzas había despertado por la presentación de un plan de paz sin precedentes por parte de Arabia Saudí, se hallaba ayer al borde de un estrepitoso fracaso, marcado por la desunión, las ausencias y por el abandono de la delegación palestina. El príncipe heredero Abdalá bin Abdelaziz, de Arabia Saudí, presentó su propuesta a Israel de reconocimiento de los países árabes a cambio de su retirada de los territorios ocupados en 1967. Pero las desavenencias y la negativa de los anfitriones libaneses a una intervención en directo por videoconferencia de Yasir Arafat le arrebataron a la propuesta todo el protagonismo.
'Israel se equivoca si cree que puede imponer por la fuerza una paz injusta', manifestó el príncipe Abdalá ante los asistentes, entre quienes estaban también el secretario general de la ONU, Kofi Annan; el presidente del Gobierno español, José María Aznar, como presidente del Consejo Europeo; y Javier Solana, máximo responsable de la Política Exterior y de Seguridad Europea. Y advirtió 'directamente al pueblo de Israel' que considere los resultados de la política de su primer ministro, Ariel Sharon, porque 'nunca ha estado más lejos que hoy de tener seguridad y paz pese a toda su superioridad militar y a sus esfuerzos por subyugar y reprimir' al pueblo palestino.
'Israel y el mundo han de entender que la paz y el mantenimiento de la ocupación de los territorios árabes son incompatibles e irreconciliables. Pero también quiero decirle al pueblo israelí que si su Gobierno abandona la política de fuerza y de opresión y se une a la paz auténtica, no dudaremos en aceptar el derecho del pueblo de Israel a vivir en seguridad con los pueblos de la región', agregó.
'Propongo por ello presentar una iniciativa clara y unánime ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas basada en dos puntos clave: relaciones normales y seguridad para Israel a cambio de la total retirada de los territorios árabes ocupados, el reconocimiento de un Estado palestino independiente con Al-Quds al Shareef (Jerusalén oriental) como su capital y el retorno de los refugiados'.
Sin embargo, la propuesta conciliadora saudí se topó una y otra vez con la retórica de extrema dureza de otros líderes cuya participación es imprescindible para que la iniciativa no nazca muerta, como el presidente sirio, Bachar el Asad, que defendió la legitimidad de matar a civiles 'porque todo ocupante es un hombre sin honor y los judíos están todos armados' y el presidente anfitrión, Emilie Lahud, que pidió apoyo masivo para un fortalecimiento de la Intifada para liberar los territorios ocupados como en su día se liberó al sur del Líbano de la ocupación israelí.

Asad pide ruptura
Lahud calificó de 'maniobra' el proceso de Oslo y calificó los intentos internacionales por frenar la violencia palestina como esfuerzos de los enemigos del mundo árabe por eternizar la ocupación y la represión que sufren los palestinos a manos de Israel. Y Asad, en abierta colisión con la propuesta del príncipe heredero saudí, pidió la ruptura de todo contacto con Israel.
Los malos augurios surgieron ya el martes, al saberse que ni el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, ni el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, asistirían a la misma. Ayer por la mañana, las expectativas se enturbiaron aún más, cuando se supo que tampoco acudiría el rey Abdalá de Jordania. Poco después, con la indignada reacción de la delegación palestina por la negativa a conectar en directo con Arafat, también abandonó Beirut el jefe de la delegación de los Emiratos Árabes Unidos dejando a miembros de poco rango. A última hora, el primer ministro libanés, Rafik Hariri, consiguió arrancar a la delegación palestina su retorno a la mesa para la sesión de hoy que intentará consensuar un documento final.
La cuestión del regreso de los refugiados es el que más controversia ha generado en la comisión redactora ya que, mientras los países moderados saben que la iniciativa saudí no tiene posibilidad alguna de ser aceptada por Israel si insiste en 'el derecho' de todos los refugiados a retornar a sus lugares de origen, Siria y el Líbano insisten en ello en términos muy duros. Todos son conscientes de que el regreso de los dos millones de refugiados palestinos hoy repartidos por toda la región supondría poco menos que un suicidio.
Diversas fuentes atribuían ayer precisamente al conocimiento de la postura que Asad iba a adoptar las ausencias de los dos vecinos de Israel, Jordania y Egipto, únicos países que mantienen relaciones con Tel Aviv y son aliados de Estados Unidos. Estados Unidos también fue objeto ayer de virulentos ataques por su actitud en la crisis pero también por sus planes de atacar Irak.

El presidente palestino, Yasir Arafat, durante su intervención de ayer en directo en la cadena Al Yazira. EPA

AZNAR APROVECHA LA REUNIÓN DE LA LIGA ÁRABE PARA SALUDAR AL REY DE MARRUECOS

Por HERMANN TERTSCH / IGNACIO CEMBRERO
El País,  Beirut / Madrid, 28.03.02

El jefe del Gobierno felicitó al monarca con motivo de su reciente boda

El presidente del Gobierno, José María Aznar, se entrevistó ayer brevemente en Beirut con el rey Mohamed VI de Marruecos, en el marco de la cumbre de la Liga Árabe. Aznar felicitó al monarca por su reciente matrimonio con Salma Bennani. La semana pasada, Aznar se entrevistó también con el primer ministro marroquí, Abderramán Yussufi, durante la Conferencia de la ONU para el Desarrollo en Monterrey (México).
El presidente del Gobierno departió brevemente con el monarca en lo que fuentes de la delegación española calificaron como un encuentro cordial. Aznar, que asiste a la cumbre en su calidad de presidente en ejercicio de la Unión Europea, se acercó al lugar que ocupaba el monarca marroquí en la sala donde se celebra la reunión árabe para felicitarle y darle un saludo personal por su reciente boda con Salma Bennani. El Gobierno español calificó de 'muy positivo' el breve encuentro.
La semana pasada, el rey don Juan Carlos envió un telegrama a Mohamed VI para felicitarle en nombre de la familia real, del Gobierno y del pueblo español por su boda. Con el acercamiento de ayer del presidente del Gobierno, ésta es la segunda vez que el monarca marroquí recibe felicitaciones por parte de España.
El rey Mohamed VI firmó el pasado día 21 el acta de su contrato matrimonial, en el primer acto de la boda real, que concluirá con una celebración durante tres días en el mes de abril. El monarca hasta ahora no ha cursado ninguna invitación a la familia real española, ni tampoco a las demás familias reales europeas, pero es posible que si asiste algún miembro de la familia real esta circunstancia brinde una oportunidad de restablecer relaciones plenas. Habría que ver qué miembros de la Casa del Rey, y acompañados de qué ministros, se desplazarían a Marraquech, lugar de las celebraciones.
El encuentro de ayer entre el presidente del Gobierno español y el monarca marroquí se produce después de otro breve encuentro que Aznar mantuvo con el primer ministro marroquí, Abderramán Yussufi, la semana pasada con motivo de la cumbre de Naciones Unidas para el Desarrollo, celebrada en la ciudad mexicana de Monterrey.
Las relaciones bilaterales entre los dos países pasan por momentos difíciles desde la retirada del embajador marroquí en Madrid el pasado mes de octubre. Los breves encuentros con Mohamed VI y con Yussufi podrían contribuir a desbloquear la situación. Aznar comentó en Monterrey, después de su reunión con Yussufi, que no era él quien tenía que dar novedades sobre la normalización de las relaciones sino Rabat, una postura que el Gobierno español mantiene con insistencia desde que Marruecos retiró inesperadamente a su embajador, Abdesalam Baraka, el pasado 27 de octubre.
Las frías relaciones entre los dos países han afectado también a las del partido del Gobierno con la oposición socialista. El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, tenía prevista una visita a Marruecos en noviembre pasado, pero tuvo que aplazarla a causa de la crisis diplomática. La visita fue efectuada finalmente a mediados de diciembre, y tanto el Gobierno de Aznar como el PP le acusaron de deslealtad por hacerlo en las condiciones en que se hallaban las relaciones, calificadas por Rabat de ruptura diplomática de hecho.

El más reciente episodio que ha incrementado la desconfianza marroquí fue protagonizado por el bulo de que el ex presidente del Gobierno Felipe González se había entrevistado en Tánger con Yussufi y con el rey Mohamed, información publicada por El Mundo que partió de la Embajada de España en Rabat, al frente de Fernando Arias-Salgado, fue transmitida a ese diario por el ministro Portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, y confirmada en un primer momento por el ministro de Exteriores, Josep Piqué. El bulo fue desmentido por Marruecos, y Piqué y el Gobierno tuvieron que rectificar.

AZNAR EXPRESA ANTE LA LIGA ÁRABE EL PLENO RESPALDO DE LA UE AL PLAN DE PAZ SAUDÍ

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Beirut, 28.03.02

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

El gobernante español pide que Beirut no entre en 'la larga lista de nombres estériles'

'No añadan Beirut a la larga lista de nombres estériles', exhortaba ayer a los jefes de Estado y de Gobierno de la Liga Árabe el presidente del Gobierno español en su discurso ante la asamblea plenaria. La frase del presidente del Consejo Europeo ante los dignatarios árabes reflejaba bien ayer la impaciencia de la UE ante las diferencias árabes que pueden acabar enterrando el plan saudí, una iniciativa a la que los Quince se habían adherido con entusiasmo y a cuya promoción han dedicado su esfuerzo Aznar, el responsable diplomático de la UE, Javier Solana, y su enviado a la zona, Miguel Ángel Moratinos.
Solana se mostraba antes del encuentro razonablemente esperanzado en que de la cumbre pudiera salir una propuesta que generara mayor presión sobre el primer ministro israelí, Ariel Sharon, para un diálogo. Ayer, Aznar, Solana y Moratinos mantuvieron una larga conversación con el primer ministro libanés, Rafik Hariri, anfitrión y como los protectores de su Gobierno en el régimen sirio, defensor de una línea dura que da escaso margen a la esperanza, no ya de un comienzo de un nuevo proceso de paz, sino de poner un freno al rápido deterioro de la situación que, como dijo Aznar en su discurso, es 'crítica'. Apenas habían salido Aznar y Solana de Beirut, llegaba la noticia de un nuevo atentado suicida en Israel. Aznar quiso quitar importancia a las ausencias de los jefes de estado de Egipto y Jordania, condenó también la actitud de Sharon de no dejar acudir a Líbano a Yasir Arafat y pidió a todos un esfuerzo, pero era evidente su preocupación.
La UE intenta desesperadamente reforzar su papel en la región. Pero el peso que tiene es limitado y la realidad es terca. En los últimos meses ha asistido a la destrucción por parte de Sharon de todas y cada una de las construcciones civiles en Cisjordania y Gaza en las que había invertido miles de millones. Ha tenido que soportar como Sharon despreciaba abiertamente a dignatarios europeos y también comprobado que los árabes agradecen los apoyos morales y financieros pero saben quién es el que tiene poder real para poner fin a una política israelí que auguran avanza rápidamente hacia un baño de sangre y que está en Washingtron. Un diario libanés señalaba ayer que 'los árabes tienen que conseguir que Bruselas deje de estar manteniéndose siempre al margen menos cuando Washington le deja un papel'. 'Hay que conseguir la movilización de éste y otros actores en el mundo para lograr el oprobio colectivo hacia Israel que logre frenar la carrera hacia la guerra con la que tanto intima Sharon y hacia la que siente un perverso enamoramiento'.
Las intervenciones de los líderes árabes dejaron claro que consideran el peor terrorismo -cuando no el único- la violencia de las tropas de ocupación israelíes. El aplauso al discurso de Aznar fue por ello muy moderado: cuatro segundos.

De izquierda a derecha, Javier Solana, José María Aznar y Kofi Annan, durante la sesión de apertura de la cumbre de la Liga Árabe en Beirut. ASSOCIATED PRESS

EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Berlín, 24.03.02

REPORTAJE

Alemania lucha en Europa y en su interior por un papel que todavía no entiende

Hace tiempo que Alemania dejó de ser ese alumno aplicado en europeísmo

Es el país de la UE más grande, más poblado, más fuerte y, quizá, más inestable anímicamente

Son infinidad las asignaturas pendientes que tendrá cualquier Gobierno alemán

'Alemania ya no es lo que era', sentencia con ironía un viajero extranjero en el andén número 2 de la estación de Gütersloh, en Renania-Westfalia, el Estado federado más rico de la nación alemana, más de una década después de la reunificación. Son las 15.18 y el tren a Berlín llega con ocho minutos de retraso.
El canciller Otto von Bismark habría detenido o procesado a media plantilla de la compañía estatal de la Bundesbahn (BB), los ferrocarriles federales, como poco. Los prejuicios sobre Alemania son siempre erróneos, por mucha razón que tengan.
Allí acaba de quebrar la mayor constructora de Europa, Holtzmann, allí se sumergen en sospechas, acusaciones concretas y hechos evidentes y demostrados de corrupción los dos grandes partidos democráticos, el socialdemócrata (SPD) y la Unión Cristianodemócrata (CDU). De toda Europa, es allí donde más gente piensa que podrían vivir mejor solos y a un tiempo se siente más pánico a la soledad o al camino en solitario. Allí es donde el viernes, en la Cámara alta (Bundesrat) se produjo un tumulto parlamentario que asemejaba una reyerta de políticos tercermundistas. Se discutía la nueva ley de inmigración. Y todo ello ha acabado en una crisis constitucional.
Hace mucho tiempo que Alemania dejó de ser ese alumno aplicado en europeísmo y en corrección política que fue durante décadas bajo el peso de la terrible carga de conciencia del nazismo. Ahora, con la llegada al poder de las primeras generaciones absolutamente desvinculadas de la trágica historia alemana del siglo XX, la política alemana se va pareciendo cada vez más a la de otros países europeos. Y eso irrita a muchos y atemoriza a otros.
Europa se afianza tras el éxito de la nueva moneda única, proyecta una ampliación inminente, busca una política exterior común y aspira a ser una potencia que pueda corregir los nefastos desequilibrios que genera la existencia de una sola voz en el concierto mundial. Pero en este esfuerzo común europeo siempre surge esa discordancia que recuerda a todos los miembros de la Unión Europea que ese miembro suyo entre el Rin y el Odra no es uno más, sino el más grande, el más poblado, el más fuerte y, quizás, el más inestable. Al menos anímicamente.
Alemania, olvidada ya -tan pronto- la era de aquel ambiguo monstruo político que era Helmut Kohl, remotas las convulsiones bajo Konrad Adenauer o Willy Brandt, es un país que ha entrado, tras el terremoto político europeo del año 1989, en una normalidad extraña. Y, sin embargo, ninguno de sus socios acaba de hacerse a la idea de que trata con uno más de los miembros de la Europa Unida. Las suspicacias rebrotan, una y otra vez, como lo hacen los complejos que tienen todos, de una forma u otra, en las relaciones con lo que vuelve a llamarse, con un tono que denota devoción, miedo, respeto y mucha cautela, 'Berlín'.
Este gran país centroeuropeo, máximo poder en una Unión Europea abocada a las dudas hamletianas sobre la existencia de sí misma y su entorno, es un país muy distinto al que detestaba y amaba el escritor Heinrich Böll. O al que sigue repugnando y fascinando, pese a no existir, a otro Premio Nobel de Literatura en lengua alemana, Günther Grass, que acaba de publicar un libro más, fascinante, sobre la memoria reprimida, socavada y enterrada de un pueblo siempre estremecido.
La última novela de Grass trata sobre el hundimiento del Gutloff, un buque alemán que naufragó en el mar Báltico tras ser alcanzado por torpedos soviéticos en la primavera de 1945. Varios miles de ancianos, mujeres y niños murieron en aquel incidente del que los vencedores, pero también los propios alemanes, prefirieron no hablar. Después de lo sucedido, después de lo sufrido y de los crímenes cometidos, hablar era difícil y manifestar intereses propios casi imposible sin caer en un abismo de mala conciencia. Por diferentes causas y prácticamente hasta hoy. La historia sigue presente pero embozada. El canciller Gerhard Schröder no estuvo en la guerra, pero su padre pereció en ella. Como el de su antecesor Helmut Kohl. Schmidt sí fue soldado y Willy Brandt un exiliado al que toda la derecha alemana condenó como traidor hasta su muerte. Axel Springer, dueño de un imperio editorial con el diario sensacionalista Bild a la cabeza, nunca albergó ninguna duda de que Brandt era un espía.
En sus póstumas Cartas desde la guerra 1939-1945, Böll hablaba de una Alemania que había asumido el vuelo de Ícaro, había ambicionado la plenitud y la magnificencia y se había sumido en la crueldad más miserable e inmisericorde. El siglo XX fue, en su trágica forma, un siglo alemán, en su inmensa excepcionalidad, aun incomprensible en sus cotas de terror, pero con inspiraciones intuibles en el siglo anterior, en los votos patrióticos emocionales de Fichte o Heine. Ellos lustraron las alas de Ícaro con su sentimentalismo cuasi morboso y generaron, aquellos los románticos, una escuela de emoción que acabaría siendo el motor intelectual del mayor crimen de la historia.
Una gran alemana nos ha dejado hace pocos días, la condesa Marion Dönhoff, editora durante décadas del semanario Die Zeit con el ex canciller federal Helmut Schmidt. Ella simboliza probablemente mejor que nadie lo mejor de aquella Alemania de posguerra dispuesta al sacrificio extraordinario y a la capacidad de renuncia por principios y conciencia. Muchos de sus amigos de la aristocracia prusiana fueron ejecutados por el régimen nazi tras el atentado contra Hitler cometido por Von Stauffenberg. Ella huyó de Prusia oriental a caballo en medio del terrible marasmo humano que se produjo tras la caída del frente oriental de la Alemania nazi. Se resignó a la pérdida del castillo de Friedrichstein donde había nacido, pero fue además uno de los adalides de la política de reconciliación y apertura al Este de Willy Brandt. Y combatió con brillantez y energía toda política de revanchismo y revisionismo tan arraigada y activa en la Alemania de los años cincuenta y sesenta. Ha muerto a los 92 años dejando una Alemania que nada tiene ya que ver con aquella que la vio nacer.
Los trenes llegan tarde en Alemania. El absentismo es rampante. La entrada en el mundo laboral de los jóvenes estudiantes es la más tardía de Europa. Los laboriosos discípulos del estricto orden de vida que reflejara Thomas Mann en sus cánones de vida alemana de los Buddenbrooks van poco a trabajar los lunes y tienen ya, todos los sociólogos alemanes lo notan, prioridades muy lejanas a la sagrada ética del trabajo que sus antecesores cultivaron.
En Alemania, tras una unificación en 1990 que convirtió de nuevo a este país en el gigante europeo, tras más de cuatro décadas de ser símbolo y víctima de la división entre los dos grandes bloques ideológicos del mundo, están sucediendo muchas cosas que, por necesidad, no cambian sólo la vida de los alemanes, sino la de todos los europeos. Alemania exige un papel internacional acorde con su peso económico y político. Nadie debería molestarse por ello. Pero también hay muchos fenómenos en la sociedad alemana y en la escena política que se reciben en el exterior con sospecha.
Muchos políticos y ciudadanos de los países socios, sobre todos de los vecinos, han reaccionado con inseguridad ante las muestras de autoafirmación alemanas. Sobre todo probablemente por su inconstancia. Los ejercicios de musculatura de Berlín en Bruselas irritan y asustan. La inconsistencia de los mismos más.
Alemania quiere dotar de normalidad a la defensa de sus intereses en la Unión Europea. Cuestiones al respecto que en gobernantes de países como Francia o el Reino Unido jamás generarían la más mínima duda son materia de debate interno -incluso íntimo o personal- en Alemania con un dramatismo que abruma a propios y extraños. El pathos alemán asusta a todo el mundo.
Pero, paradójicamente, no es ese peso histórico el que está hoy marcando conductas en Berlín, ni en el Gobierno ni en la oposición. Son los vaivenes continuos, de la coalición de socialdemócratas y Verdes y de los partidos de la oposición. Ahora, a menos de seis meses de las próximas elecciones, los vaivenes ya se han convertido en fenómeno colectivo que amenaza con paralizar no ya la política alemana, necesitada como nunca de reformas urgentes en el terreno económico. Puede además convertirse en un freno muy inquietante para la política de la Unión Europea y especialmente para el proceso de ampliación.
Son muchos los que en Berlín aseguran que los políticos alemanes llevan ya tiempo pensando en que la ampliación sería mejor nunca que tarde. Por mucho que todos ellos insistan en su inmensa ilusión y esperanza de beneficio común en la expansión hacia el este de la Unión Europea.
Lo que en todo caso parece cierto es que Alemania no está dispuesta a que sus socios le adjudiquen cargas financieras adicionales.
Y el Gobierno actual y el candidato a canciller federal por parte cristianodemócrata (CDU-CSU), Edmund Stoiber, están fomentando unas actitudes sociales que Dieter Wild, un editorialista del semanario de la condesa Dönhoff y Helmut Schmidt califica de 'mentalidad de barricada contra toda modernización y movimiento'. Desde los cambios de las leyes de regulación comercial hasta la reforma educativa son infinidad las asignaturas pendientes que tiene y tendrá cualquier Gobierno alemán.
La esclerosis legal alemana no desmerece en nada a la francesa y está solidificada por una extraña pero aún perfecta alianza entre fuerzas políticas y sociales. Voces aisladas claman en el desierto en favor de esa imprescindible modernización y algunos políticos las jalean sin ninguna intención real de entrar en conflicto con las fuerzas masivas que insisten en que todo siga como está.
Los intentos del Gobierno socialdemócrata de romper con el anquilosamiento legal y social han ido desvaneciéndose y hoy parecen poco más que un rictus.
El escándalo del viernes en el Bundesrat no es más que un ejemplo más del deterioro de la voluntad de consenso en cuestiones de Estado y por supuesto una demostración de la inseguridad de Gobierno y oposición ante las próximas elecciones.

EL RETORNO DE LA HISTORIA

Dicen los polacos, un pueblo castigado por vivir donde vive, que los españoles tienen suerte por tener tres vecinos muy razonables, que son tres P: Pirineos, portugueses y peces. Los polacos conocen muy bien a sus grandes vecinos, que son los rusos y los alemanes. Siglos de tragedias son un recordatorio eterno. Hoy, sin embargo, no es la dramática historia común de polacos y alemanes la que está emponzoñando unas relaciones intereuropeas y planteando serios interrogantes a la propia ampliación de la Unión Europea, cuyo aplazamiento sería una catástrofe y podría poner en peligro la estabilidad interna de algunos países candidatos. Polonia y Alemania han escrito, desde la caída del muro y la revolución democrática en el este de Europa, un gran capítulo de reconciliación. Pero si alguien pensaba que las páginas de la trágica historia de Centroeuropa en el siglo XX estaban definitivamente cerradas se ha equivocado. Los checos y los alemanes han vuelto a recordar y a sufrir las profundas heridas que el nacionalismo primero y el nazismo y el comunismo después causaron a ambos pueblos. La negativa del primer ministro checo, el socialdemócrata Milos Zeman, a cualquier revisión de los dictados del Gobierno checo de la posguerra de expulsión y expropiación de millones de alemanes ha generado un anacrónico pero explosivo debate entre ambos países. El presidente checo Edvard Benes legalizó a posteriori en 1947 la deportación violenta de casi todos los alemanes que habían vivido durante siglos en Bohemia y Moravia. Acusados de ser la quinta columna de Hitler, miles de alemanes murieron y los demás huyeron a Alemania tras la derrota del nazismo. El presidente Vaclav Havel y el anterior canciller alemán Helmut Kohl intentaron buscar una fórmula conciliatoria que no agrediera a la sensibilidad de ambas partes, checos y alemanes de los Sudetes que se consideran víctimas por igual. Los alemanes de los Sudetes y sus descendientes han sido desde 1945 una fuerza electoral muy considerable en Alemania, especialmente en Baviera. La generalización de Zeman al tachar a los alemanes expulsados de nazis ha reabierto las heridas. Y puede profundizarlas.

EL GIGANTE DESMEMBRADO

El 9 de noviembre de 1989 lloraron todos de emoción por igual. Alemanes del Este y el Oeste celebraron uno de los acontecimientos más conmovedores que pueda imaginarse. Trece años después, los niños en el Este ya no saben quién era Erich Honecker y saben que sus padres votan cada cuatro años y pueden viajar al extranjero. Y, sin embargo, sigue existiendo una especie de muro virtual entre las dos Alemanias. Las diferencias de salarios son aún inmensas, los jóvenes cualificados de Alemania oriental nutren las industrias del oeste y dejan atrás ciudades y pueblos sumidos en la apatía, desolación y falta de perspectivas. El entusiasmo inversor de los primeros años del cambio ha pasado. Los especuladores se han marchado con sus ganancias. Y las generaciones mayores educadas bajo el comunismo carecen de recursos para rehacer su vida fuera del régimen paternalista y en el frío mundo de la competitividad. El paro en el Este duplica al occidental, el fracaso escolar también, como también los delitos por actos xenófobos y racistas. Son muchos los defraudados, legión los resignados, en una sociedad en la que una crisis económica general flagela como siempre más implacablemente a quienes no tienen defensas, formación o posibilidades. En Berlín ya no hay muro pero sigue habiendo dos Alemanias.

Imagen del exterior del Reichstag, en Berlín, con visitantes paseando por el interior de la cúpula.  ASSOCIATED PRESS

viernes, 2 de junio de 2017

TÁCTICA Y TEOLOGÍA DE LA AUTOMUTILACIÓN

Por HERMANN TERTSCH
El País  Jueves, 21.03.02

COLUMNA

El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, es, por cargo e intereses americanos y particulares, es decir, por lógica, un hombre muy bien informado sobre lo que ignoramos la inmensa mayoría de los mortales respecto a Oriente Próximo. Allí fue autor y gestor, en todo caso gran protagonista como secretario de Defensa, de la forja de la alianza internacional que, bajo la dirección de George Bush Sr., padre del actual presidente de EE UU, derrotó en Kuwait al Irak de Sadam Husein. Allí están también las fuentes de riqueza de muchos de sus benefactores árabes y norteamericanos. Conoce Cheney personalmente y bien a sus interlocutores en las cúpulas de poder de los aliados tradicionales y potenciales en lo que es el mayor foco de conflicto del mundo y el muy posible detonante de convulsiones político-militares mayores y, a un tiempo, el máximo generador de liquidez del globo.
Sin embargo, todo indica que Cheney se lleva bastantes sorpresas de la gira por 12 países de la región, en su mayoría árabes, que concluyó ayer en Turquía después de una breve e intensa recalada en Israel. George Bush hijo; Cheney; el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y su segundo, Wolfovitz, parecen haber cometido un craso 'error de casting', como diría un director de cine. Se han equivocado en su valoración del estado de ánimo y de la reacción ante sus pretensiones por parte de los protagonistas deseados. Salvo Tony Blair, todos sus interlocutores han manifestado a Cheney que sus demandas de apoyo a un ataque a Irak en las actuales circunstancias, con Palestina ardiendo y sumando muertos, son lo que Goethe hubiera calificado como unbegreifliche Zumutung, una afrenta incomprensible.
Cheney ha tenido que cambiar de discurso. De forma tan radical que casi da vergüenza recurrir no ya a las hemerotecas, sino a los archivos de noticias de los días precedentes a su viaje. Después de una gira cuyo objetivo declarado era recabar solidaridad y apoyo logístico para la intervención militar contra el llamado eje del mal, y en especial contra Irak, el vicepresidente norteamericano aseguró ayer en Turquía -después de recibir la última advertencia pública en contra de los planes de asalto a Irak de labios del presidente turco, Bulent Ecevit- que no había acudido a la región para organizar dicha operación armada contra Bagdad.
Como dice el historiador británico Eric Hobsbawm, 'lo que realmente es preocupante en la política americana actual es que, evidentemente, la Administración de Bush no tiene planes a largo plazo. Tal como actúa, va lanzando cerillas a toda la región que se extiende entre el Nilo y la frontera china, toda ella repleta de combustible'.
Pero más allá de los posibles resultados desastrosos de una política que no parecen dictar think tanks de ideología alguna, sino consejos de administración de compañías ocultas -si no quiebran como Enron-, lo terrorífico en la evolución de los acontecimientos en los últimos meses es el hecho de que ha emergido con tanta arrogancia procaz como abismal falta de lucidez esa escuela que cree poder imponer la propia seguridad por la fuerza. Bush, Cheney, Wolfovitz y Ariel Sharon son sus sumos sacerdotes. Parten de la infantil ilusión de que pueden imponer la solidaridad o intimidar hasta sumir en la pasividad a quien no se pliegue a su voluntad.

La debacle en Israel demuestra la puerilidad que subyace a tal estrategia. Mueren israelíes a diario. Arafat ha recuperado su fuerza preso y bombardeado en Ramala. Sharon ha perdido la suya. Los israelíes claman por un alto el fuego, los palestinos, tras el precio pagado, quieren algo a cambio. Están dispuestos a autoamputarse. Aguantarían miles de muertos propios e israelíes. Todos juegan en favor de su causa. Israel no puede aguantarlo. Sharon menos. EE UU, por su parte, se ha autoamputado con su unilateralismo la solidaridad de sus aliados y la confianza del resto del mundo. Su pretendida omnipotencia ha sufrido un desmentido humillante: Cheney quería hablar de Irak -y sólo de Irak- en su gira. Ha tenido que hablar, fundamentalmente, de Palestina. La realidad le ha cambiado la agenda. Quizás por primera vez después del 11 de septiembre. Pero no se dude de que la terca realidad obligará a Washington a hacerlo más de lo que cree y quisiera. Nadie sabe aún a qué coste, propio y ajeno.

EL MIEDO A LAS TINIEBLAS

Por HERMANN TERTSCH
El País  Jueves, 14.03.02

VIOLENCIA EN ORIENTE PRÓXIMO

Washington debería tomar nota. También el Gobierno de Ariel Sharon y el propio Yasir Arafat. Y, sin embargo, nadie cree que vayan a hacerlo. No había en las deliberaciones que concluyeron el miércoles en Gütersloh, Renania Westfalia -entre un centenar de políticos, analistas e intelectuales de 25 países de cuatro continentes-, ningún 'antiamericano clásico y trasnochado', ningún antidemócrata, ningún antisemita o -como les gusta llamarse- antisionistas. Ni nadie con mayores prejuicios raciales o culturales. Todos eran firmes defensores del derecho de Estados Unidos a la autodefensa frente al terrorismo internacional. Pero a un tiempo, nunca se ha producido probablemente mayor consenso de adhesión a la ominosa sentencia pronunciada por el que fuera primer ministro de Sudán Sadiq al Mahdi, según la cual la política y la actitud de los referidos tres autistas pueden sumir al mundo en 'una larga era de tinieblas y violencia'.
Pocas instituciones -si acaso alguna- han bregado tanto por el diálogo intercultural mundial, por la cooperación atlántica entre Estados Unidos y Europa y por el entendimiento entre judíos y árabes en Palestina como la Fundación Bertelsmann, la mayor y más activa del continente europeo que ha celebrado estos días su cuarto siglo de vida. El foro había sido convocado con objeto de esbozar proyectos y matrices de actuación política para crear puentes entre culturas y líneas de comunicación entre adversarios.
'La humanidad gana' reza el lema de Reinhard Mohn, presidente y alma de la fundación. Los tiempos actuales no parecen darle la razón al respecto.
Los acontecimientos de los últimos meses, semanas y días no favorecían el éxito de las magníficas intenciones del encuentro. La actualidad apenas ya permite, en su aceleración de secuencias de tragedia, la reflexión necesaria. En Estambul, hace unas semanas, la Unión Europea (UE) y la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) ya intentaron abrir un diálogo intercultural imprescindible si a la postre no queremos que los vencedores de este pulso entre oscurantismo y sociedad abierta sean quienes derribaron las Torres Gemelas, aunque su triunfo lo sea post mortem. También allí era omnipresente el pesimismo.

Musulmanes y judíos, cristianos y agnósticos, demócratas culturalmente diversos, coincidieron en que 'los abismos' que amenazan con abrirse no ya sólo entre la cultura occidental y la civilización islámica sino entre los dos grandes pilares de la propia cultura democrática occidental tal como la entendimos durante todo el pasado siglo, pueden sumirnos en una era en la que el desprecio por la suerte del 'otro' y la sacralización de la seguridad hagan del mundo un lugar inseguro cuando no invivible para todos. Todos buscaban ansiosos un gesto de Washington para recuperar la esperanza. Pocos creían que llegará. Todos consideraban tomada la decisión de Bush de atacar a Irak así como la consumación de la huida hacia adelante de la estrategia fracasada de Sharon. Nadie acertaba a encontrar soluciones más allá de la buena intención. Y todos, cerca de donde se firmó hace 350 años la paz de Westfalia tras la guerra de las religiones en Europa, temen que la irresponsabilidad y prepotencia, el odio y el resentimiento, abran otro periodo quizá tan largo de precariedad en la vida y seguridad y tan cargado de violencia y tragedias.