jueves, 2 de noviembre de 2017

CONFLICTOS DE POSGUERRA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Sábado, 05.04.03

GUERRA EN IRAK | LA POSGUERRA

El horror de la guerra -de todas las guerras y no sólo de la que nos televisita ahora durante las 24 horas de los siete días de la semana- ya lo tenemos todos marcado en la retina. La guerra de Irak, que ha entrado en su fase decisiva y todo hace pensar que final, marca sin duda un antes, que ya parece muy remoto, y un después lleno de incógnitas e incertidumbres. Se puede dar por cierto que los días de la dictadura de Sadam Husein están contados y que no son muchos. También que la pacificación y la reconstrucción de Irak se convierten en el mayor reto para el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Revelará si la comunidad internacional es capaz de regenerar organizaciones y sistemas de seguridad que se desplomaron antes de que cayera la primera bomba en Bagdad. O si nos adentramos en un túnel de inseguridad y espantos aún más profundo.
No podía, por tanto, haberse celebrado en fechas más oportunas el seminario organizado por el comité español de ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados), que se clausura mañana en Granada bajo el lema Refugiados y reconciliación post-conflicto. ACNUR-España ha reunido en esta ciudad, símbolo de la convivencia de tres religiones y de su destrucción por la intolerancia y el recurso a la limpieza "étnico-religiosa", a decenas de expertos internacionales en dos conflictos que precedieron al de Irak, pero que, aún presentes, pueden verse muy influenciados, para bien o para mal, por la evolución de la posguerra en Irak. Había en Granada práctica unanimidad en denunciar los planes de Washington de implantar un Gobierno militar propio en Bagdad "en la primera fase". "Es un disparate, auspiciado por los neoconservadores de Cheney y Rumsfeld, que sumiría en la violencia a toda la región y supondría una catástrofe para los americanos", comentaba el estadounidense Joseph Montville, del Centro de Estudios Estratégicos de Washington. El suizo Werner Blatter, que fuera máximo responsable del ACNUR en la antigua Yugoslavia, insiste en que la ONU tiene que asumir un papel protagonista, pero con objeto de ceder "con prontitud, aunque con temple y sin precipitación", responsabilidades de Gobierno a los iraquíes. Para ello habrá que buscar, en el exilio y en el interior, líderes que puedan ganarse el respeto del pueblo y no hayan ejercido responsabilidades. "La reconciliación requerirá allí, como en Bosnia y en Kosovo, la presencia extranjera durante tiempo. Será lenta". Si fracasa, no puede excluirse que descarrilen otros procesos más avanzados, como es el de la estabilización de los Balcanes.

Pero más allá de las diferencias entre Europa y Washington respecto al nivel de protagonismo de la coalición vencedora, la ONU y los iraquíes en la reconstrucción de un Irak liberada de Sadam Husein, será el conflicto palestino el que determinará si Washington puede generar un mínimo de confianza entre árabes y europeos que, con el tiempo, haga cicatrizar la inmensa herida abierta. Tony Blair y José María Aznar se han comprometido y han comprometido a George Bush a que, esta vez sí, se aplique el mapa de ruta hacia la rápida creación de un Estado palestino y el levantamiento de la mayoría de los asentamientos. En esta cuestión están de acuerdo todos: ONU, UE, Rusia y China. Si Bush rompe su palabra y "vuelve a ceder ante Sharon y los lobbies judío y neoconservador en Washington, que ya se ha puesto manos a la obra para dinamitar el proyecto", como señala la comisionada general de la ONU para refugiados de Palestina, Karen Abu Zayd. "La Administración de Bush puede quedarse totalmente sola". Sola no puede reconstruir Irak. Sola estaría ante el dilema de abandonar Irak derrotado después de vencer o asumir una ocupación que sólo le reportaría más muertos, más odio, más gastos y más desastres económicos en casa. Difícilmente le perdonaría el electorado a Bush semejante situación prolongada. Sería una paradoja histórica que su reelección acabara dependiendo de hacer algo de justicia en Palestina, de poner coto a los desmanes de Sharon e imponer un Estado palestino en Gaza y Cisjordania sin unos asentamientos por los que la mayoría israelí no derramará ni una lágrima.

FANTASÍAS LETALES

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 01.04.03

COLUMNA

La guerra de Irak se ha complicado. No debiera sorprender. Todas las guerras se complican para una parte o para todas por causas fortuitas e impredecibles o por errores de estrategia, cálculo e información. En Washington, Dick Cheney y Donald Rumsfeld aún insisten en que la estrategia que habían elaborado Wolfowitz, Richard Perle y sus visionarios civiles en el Pentágono y que ellos impusieron a los generales era y es la correcta. Los mandos militares llevan ya una semana contradiciéndoles y ya surgen críticas en Washington. Algunos recuerdan con espanto que Rumsfeld presentó un plan para derribar a Sadam con una operación de fuerzas especiales lanzadas e introducidas en Bagdad con sólo 60.000 hombres. El general Thomas Franks logró neutralizar aquel plan innovador demencial que, hoy se puede suponer, le habría costado en días a EE UU más muertos que la guerra de Vietnam. Rumsfeld acusa a los militares de "falta de fantasía", éstos le sugieren que dedique su fantasía al dibujo o al diseño.
Es lamentable que la guerra no concluyera en los plazos que dicha fantasía dictaba. Pero el retraso puede tener efectos saludables para la política norteamericana. Después de la guerra, George W. Bush tendrá que ver cómo no le salpican a él el autismo generador de errores, la ineptitud y la obscena concupiscencia en el mundo de los negocios de estos personajes. Los mesiánicos del siglo americano podrían entrar en agonía, lo que despierta la esperanza de una mejora de las relaciones transatlánticas y la moderación de la política de Washington. El primer gesto sería integrar a la ONU en el proceso de reconstrucción de Irak y no convertirla en una carrera de reparto de nuevas tierras como se organizaban en el Oeste en tierras conquistadas.
Todo dependerá, por tanto, de cuánto dure la guerra y de lo que suceda después. La guerra tiene que ganarla -cuanto antes- la coalición porque toda alternativa nos lleva a un mundo de pesadilla de un Sadam triunfante: emuladores varios, proliferación de armas de destrucción masiva, terrorismo indiscriminado y hundimiento de todo orden internacional. De ahí la irresponsable fantasía de los que quieren "parar la guerra", sea por cuestiones electoralistas, por zozobra y emoción genuinas o porque se anhela la derrota de EE UU, el hundimiento de las "democracias burguesas", la proliferación de líderes como Chávez, Castro, Sadam, Gaddafi o Kim Jong Il y la legalización del asalto a las charcuterías. Éstos sólo quieren venganza porque la democracia les arrebató su criminal fantasía y su mentira en 1989.

Estados Unidos y sus aliados han perdido la guerra de propaganda salvo en la América profunda, de momento. Se verá cuál es allí el techo de tolerancia de muertos propios. Francia, de no tener su propia fantasía del quiero y no puedo, podía haber limitado la catástrofe, quizás incluso evitado. Su amenaza de veto fue un cheque en blanco para Sadam tan explícito como la última manifestación en Londres. Se veían menos carteles con el "No a la guerra" que con "Victoria para la resistencia de Irak". Sadam pondrá los muertos necesarios para alargar su fantasía de victoria. Mientras no se ponga fin a la misma, él seguirá generando fantasías envenenadas en otras dictaduras, en las democracias y el mundo árabe.

EL RETORNO DE LA APO

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 25.03.03

GUERRA EN IRAK | ENTREVISTA

La responsabilidad de la Administración del presidente George W. Bush en el deslizamiento del mundo hacia la trágica situación en que se halla hoy es probablemente tan apabullante como piensa el más fanático antiamericano que pasea su ira por las calles europeas. Tuvo, tras el 11 de septiembre, la inmensa oportunidad de alojarse, bienvenido por casi todos, como máxima potencia en el nuevo orden mundial. No la aprovechó porque Bush y la mayoría en su equipo tienen una vocación pendenciera que los hace virtuosos de la afrenta y de crear enemigos. Kioto, Durban, Tribunal Penal Internacional, Guantánamo, el entusiasmo por la pena capital, su integrismo religioso, las obscenas conexiones con grandes corporaciones -por hablar de algunas de sus acciones y características-, lo hacen virtualmente indigerible para todo público que no sea esa mitad del electorado que le votó. Ha hecho imposible a sus aliados explicar su política hacia Irak.
Y, sin embargo, que decisiones de Bush hayan sido lesivas para el mundo no equivale -sugiero- a que toda iniciativa suya, por el hecho de serlo, sea una infamia o un crimen. Sus responsabilidades son graves, las de Sadam las mayores, y no pocas las de otros que adoptan poses angelicales que esconden mal sus vergüenzas. Por errores de unos, crímenes de otros y por hipocresía, ese sólido eje de Washington con Bagdad y París, con Berlín y Moscú, han saltado por los aires los mecanismos de seguridad de que disponíamos. Algunos estaban moribundos como el Consejo de Seguridad y otros apenas habían nacido como la Política Exterior de Seguridad europea.
El mundo tiene miedo. Unos a Sadam, y al terrorismo, otros a Bush, muchos a los tres y todos al futuro. La labilidad es general. Quienes hablaban de un paseo militar -cuyo único precedente sería el paseo de la Wehrmacht por Francia en 1940- hablan ahora de guerra eterna. Quienes auguraban cien mil muertos en los primeros días de bombardeo se congratulan por las víctimas aliadas y a alguno se le intuye que ansía algún error en un bombardeo para lanzarles a la cara centenares de muertos civiles al sanguinario trío de las Azores. Comenzó la carrera por la foto o imagen más desgarradora para soliviantar conciencias, algunas tan adormecidas cuando de otros muertos y conflictos se trata. Las imágenes indignan y conmueven a todo biennacido y movilizan.
En España es evidente que Aznar ha metido a su partido en un inmenso lío. Pero es difícil negarle que era consciente de que iba en contra de sus intereses a corto plazo. Plagado de defectos, no está entre ellos tamaña estulticia.

Otros se han lanzado a criminalizar una decisión política del Parlamento y a deslegitimar votos con cálculos de ojeo desde la Casa de Correos. Mal asunto. Comprensible en Llamazares y en los herederos del cojo Manteca, pero alarmante en otros. La guerra es culpa de muchos, pero ahora tiene que perderla Sadam lo antes posible. Cuenta Nico Redondo que un día le habló de Llopis a un miembro de la ejecutiva actual del PSOE. No sabía quién era. Alguno ignora la pugna de Willy Brandt por impedir al SPD verse abrazado por la Aussenparlamentarische Oppositión (APO), comunistas y ultraizquierdistas que desafiaban al parlamento "burgués y fascista" en las barricadas hace 30 años. No es recomendable fomentar y adoptar a la APO si se aspira a gobernar con instituciones sólidas. Sí se recomienda memoria.