lunes, 31 de julio de 2017

LOS LIBERALES DE ALEMANIA SE OFRECEN COMO POSIBLES ALIADOS DE SCHRÖDER

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Berlín, 18.09.02

ELECCIONES EN ALEMANIA

El pequeño partido de Westerwelle intenta recuperar su viejo papel de bisagra en Alemania

Cuatro jóvenes muy atildados eran ayer el único público en la sede federal de los liberales del FDP en Berlín, en la calle dedicada a Max Reinhardt, el gran maestro de toda una escuela de actores y actrices vieneses, berlineses y de Hollywood en el pasado siglo. Ha cambiado mucho la zona en los últimos 13 años desde que cayó el muro. Lo que era una calle oscura de fachadas desconchadas y exhaustas es hoy una avenida pujante, con precios de vivienda exorbitantes y elegantes restaurantes para la juventud emprendedora y con trabajo.
Hace tiempo que los inquilinos de antes abandonaron por prohibitiva la calle. Pero en los últimos días ha sido también escenario de un cambio curioso que puede ser también muy significativo para la historia política de la Alemania actual. Se trata de una simple afirmación, en pegatinas de fondo rosa o amarillo, que se ha añadido con urgencia este pasado fin de semana al omnipresente cartel electoral del FDP que muestra el rostro de su líder, Guido Westerwelle. 'FDP sí, en vez de Verdes y PDS'.
La frase, improvisación obligada por los sondeos, revela mejor que cualquier estudio lo que les ha sucedido a los liberales en las semanas previas a las elecciones del domingo, en las que creían ya consumado el sueño de volver al poder que perdieron en 1998 con la catástrofe electoral de su socio, la CDU/CSU, dirigida por Helmut Kohl.
El partido liberal, que durante toda la campaña se ha presentado como el aliado natural de los democristianos de Edmund Stoiber para acabar con el Gobierno del SPD del canciller Gerhard Schröder y los Verdes del ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, ha rebajado en muchos enteros sus expectativas. Después de diversos éxitos en elecciones en Estados federados en los peores momentos del SPD, se había marcado el objetivo de lograr en las elecciones generales un 18%. Hoy los sondeos le dan poco más de un ocho.

Mayoría burguesa
Y sus aspiraciones de formar lo que llamaban la 'mayoría burguesa' o 'conservadora-liberal' se diluyen rápidamente, según ven a su otrora socio seguro, la CDU/CSU de Stoiber, caer en los sondeos a resultados que harían su sueño aritméticamente inviable.
Desde hace unos días, los dirigentes liberales no hacen sino huir de un candidato, Stoiber, que comienzan a adivinar como perdedor, y han comenzado a multiplicar sus guiños de complicidad a un Schröder que hace mes y medio consideraban desahuciado. Westerwelle ha comenzado ya abiertamente a pedir el voto de los electores de la CDU, asegurando que es la única garantía de que su postura se verá representada en el nuevo Gobierno. El otro hombre fuerte de la FDP, Jürgen Möllemann, lleva tiempo sugiriéndolo. Ya ha dicho en la radio pública alemana que 'todo indica que Schröder va por delante', lo que supone una afirmación que equivale a un torpedo en la línea de flotación de la coalición entre CDU y FDP.
El FDP tuvo sus años de mayor gloria bajo la dirección de Hans Dietrich Genscher, ministro de Interior con Willy Brandt tres años y nada menos que 19 años de ministro de Asuntos Exteriores con el socialdemócrata Helmut Schmidt y con el cristianodemócrata Helmut Kohl.

Cambio de alianza
Genscher no dudó en su día de cambiar de alianza y convirtió el voto liberal en una categoría especial, capaz de hacer y deshacer Gobiernos. Pero con la transformación de los Verdes de movimiento antisistema en partido plenamente integrado en la democracia parlamentaria, el FDP perdió definitivamente en 1998 su monopolio como partido bisagra. Schröder se encargó el sábado de demostrar a los liberales lo difícil que les será cumplir cualquier anhelo de poder cuando organizó en Berlín un mitin conjunto con su actual socio, Fischer.
En el semanario Der Spiegel, Schröder reitera esta semana que su coalición ideal es la que tiene con Fischer. Los liberales, hace semanas triunfantes como Stoiber, ven estos días con pánico que, salvo nuevas sorpresas, la bisagra que se auguraban volver a ser puede quedar convertida en perfecta irrelevancia. En la sede de la Reinhardtstrasse siguen siendo optimistas, dicen, pero los carteles en el exterior son ya una súplica, a Schröder más que al electorado, en la que le piden que los elija a ellos y no a 'Verdes o PDS' para hacer nuevo Gobierno. Lo que todos aseguran es improbable salvo que la aritmética lo exija.

EL RECURSO A LA XENOFOBIA COMO BUMERÁN


De 'reacción desesperada' han calificado no sólo los partidos de Gobierno del SPD y los Verdes, sino también la mayor parte de la prensa alemana el recurso de última hora de la Unión Cristianodemócrata (CDU-CSU) de convertir la inmigración en arma electoral a cinco días de los comicios federales del próximo domingo. A la reacción inmediata del ministro del Interior Otto Schily (SPD), que acusó a los democristianos y en especial al ministro del Interior bávaro, Günther Beckstein, de intentar cosechar 'los votos del resentimiento a costa de aquellos ciudadanos que no pueden defenderse', se unió ayer un coro de voces que consideran una irresponsabilidad que, después de meses de campaña electoral, surjan ahora planteamientos de última hora intentando generar y capitalizar miedos y hostilidades hacia una población inmigrante hoy omnipresente en la sociedad alemana. Todos coinciden en que se trata de un último intento de los democristianos de generar 'emociones' en una campaña en la que el único que las ha creado con éxito ha sido Schröder con su también muy criticado recurso al populismo pacifista con su postura de negativa total a cualquier cooperación internacional en contra de Sadam Husein. Si la demagogia en la campaña la comenzó a utilizar el FDP con las nada veladas acusaciones a Israel que excedían con mucho la crítica al Gobierno de Sharon para caer en el antisemitismo más clásico, los partidos mayoritarios no le han ido después a la zaga. Pero todo indica que, mientras Schröder con su antibelicismo fácil va a cosechar réditos electorales, especialmente en el este de Alemania, la CDU con sus nada veladas reflexiones xenófobas del lunes, formuladas por el ministro del Interior de Stoiber en Baviera, ha quedado aislado y ha demostrado el nerviosismo que impera en su central dada la impotencia de responder a la recuperación del otrora seguro perdedor Schröder.

STOIBER JUEGA LA CARTA DE LA INMIGRACIÓN EN LA BATALLA FINAL

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Berlín, 17.09.02

ELECCIONES EN ALEMANIA

El candidato democristiano recurre al debate sobre los extranjeros acosado por los sondeos

Cinco días faltan para la jornada electoral en Alemania y los candidatos parecen decididos a utilizar todos los recursos posibles, incluidos los más demagógicos, para arrancar votos al electorado. En un indicio más de que en la CDU/CSU cunde el nerviosismo, cuando no el pánico, ante unos sondeos que la dan como perdedora de unas elecciones que creía ya ganadas, ayer sus dirigentes se lanzaron como un solo hombre a agitar el miedo a la inmigración como una baza de última hora.
Hasta la pasada semana, Stoiber y su partido democristiano habían evitado utilizar inmigración e integración de extranjeros como arma electoral por temor a que ello facilitara en extremo a sus adversarios del SPD y Verdes destruir la imagen de moderación que ha querido imprimir a toda su campaña. También porque la política socialdemócrata de inmigración bajo el mando del ministro del Interior, Otto Schilly, no se diferenciaba demasiado de cualquiera que él hubiera podido defender sin riesgo de ser tachado de xenófobo y populista derechista al estilo de Jörg Haider.
Pero la evolución de las encuestas ha convencido a la CDU de que no puede renunciar a ningún argumento si quiere evitar un fracaso el próximo domingo que supondría la más amarga de las derrotas. La imagen del político serio y competente en cuestiones económicas ya no es suficiente para volver a dar un giro a las expectativas de voto, según opinan los estrategas de los democristianos. Ni siquiera los nuevos datos económicos que recortan aún más las expectativas de crecimiento para este año, ya modestísimas, del 0,75% pueden ya traer consigo el necesario cambio de tendencia. Los datos que publicaba ayer el semanario Der Spiegel eran demoledores para Stoiber. A la pregunta sobre a quién querían ver los encuestados asumiendo un mayor papel político, Schröder sube seis puntos en un mes y se acerca con 73 a la máxima popularidad de la clase política alemana, que ostenta precisamente su aliado de coalición, el ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, con 81. Mientras, Stoiber pierde cinco puntos para quedarse en unos lejanos 50 puntos. También la presidenta del CDU, Angela Merkel, pierde cuatro puntos.

Intervención en Irak
El eco de la 'campaña de sentimientos' del canciller Gerhard Schröder con su negativa rotunda a toda implicación en una posible intervención en Irak, repetida ayer una vez más, y tan criticada por demagógica como efectiva entre el electorado de izquierda, incluido el del partido ex comunista de la RDA (PDS), ha sido muy fuerte y la CDU ha llegado a la conclusión de que sin un mensaje 'de sentimientos o emociones', aunque sea el miedo, no pueden competir ya en estos últimos cinco días. Si Schröder ha recurrido al pacifismo a ultranza, incluso arriesgando un aislamiento de Alemania en Europa, Stoiber asume ahora la agitación del miedo al inmigrante como último recurso electoral. Si la campaña comenzó tediosa y políticamente plana, al final ha entrado en una dinámica zafia y demagógica en la que se alternan golpes bajos entre los candidatos con cánticos a los peores instintos.
La semana pasada, durante el debate sobre los presupuestos en el Bundestag, Stoiber aludió por primera vez al problema de la inmigración. Pero ayer el salto cualitativo fue evidente cuando el ministro del Interior de Baviera, Günther Beckstein, de la CDU, y el jefe del Gobierno del Sarre, Peter Müller, presentaron sus conceptos para atajar el problema con medidas restrictivas, en sí quizá discutibles, pero achacando a los inmigrantes gran parte de los problemas de Alemania, desde el paro a la falta de preparación de sus universitarios. Stoiber dijo que Alemania no puede absorber más inmigrantes con cuatro millones de parados. 'Cuando tienes más de cuatro millones de parados, es irresponsable abrir el mercado laboral a todo el mundo', dijo Stoiber a la televisión ZDF.

El ministro del Interior, Schilly, respondió a las propuestas democristianas con sorna, y acusó a Beckstein y a Müller de intentar generar resentimiento y miedo entre la población alemana. Schilly recordó que no hace mucho ardían en Alemania albergues de refugiados y asilados y tachó por ello de irresponsable estrategia 'este lamentable intento de evitar una inminente y humillante derrota'. También el Partido Liberal (FDP) que se declaraba aliado natural de la CDU parece ya convencido de la derrota de Stoiber y sus líderes llevan días -hoy otra vez su candidato Guido Westerwelle- ofreciéndose al SPD para una alianza. No obstante, en la prensa alemana se da por seguro que, de ser aritméticamente posible y parece que lo será, Schröder repetirá coalición. Y le sería aún más fácil incluso si, como también comienza a quedar claro, el PDS, salvo milagro, no alcanza el 5% necesario para acceder al Parlamento.

ALLENDE EL ESPEJO

Por HERMANN TERTSCH
El País  Sábado, 07.09.02

LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

Los nervios de algunos están desatados en estas postrimerías del verano. Y con razón. Porque en pocas semanas han cambiado mucho las cosas en Euskadi y quienes tan cómodamente han cosechado réditos de la situación previa, de la intimidación masiva de todas las opciones políticas no nacionalistas, de la impuesta catequesis etnicista a cargo de los fondos públicos y de la constante llamada a la complicidad o al menos generosa comprensión hacia los móviles del crimen. Están nerviosos muchos. Porque todo parece indicar que se ha acabado la larga fiesta de la impunidad del 'pim, pam, pum'. Los asesinos han ido llenando las cárceles de forma inexorable en los últimos años pero sus jaleadores, exégetas y mecenas gozaban de esa exquisita normalidad que se les negaba a todos los que discrepaban con ellos.
Joseba Azkarraga, consejero de Justicia del Gobierno vasco, está tan preocupado como Arnaldo Otegi ante la evolución puesta en marcha por la Ley de Partidos Políticos y los autos del juez Baltasar Garzón. ¿Por qué rayos acaban coincidiendo siempre estos dos personajes? Hoy el partido de Azkarraga, Eusko Alkartasuna, ha convocado una beatífica manifestación en 'defensa de las libertades' de esa asociación de delincuentes que es Batasuna, por muy honrados, que no honestos, que sean sus votantes. Euskadi ha sido Weimar durante demasiado tiempo. El suficiente para que una o dos generaciones crean que no hay alternativa a la sumisión y que es conveniente y rentable adaptarse o asociarse con quienes imponen ese miedo que emponzoña pensamiento y conductas. Ha sido más barato calumniar al judío constitucionalista que reprender al camisa parda aberzale.

Dicen el PNV y EA y el bufón minoritario de Ezker Batua, que Batasuna pasará a una clandestinidad cuasi heroica. Aseguran que decenas de miles de votantes de Batasuna se lanzarán al monte como partisanos balcánicos. Tranquilos, porque no va a pasar. Nuestros muy instalados y burgueses beneficiarios de la inmensa red de ventajismos, extorsiones y subsidios tienen casa propia, costumbre de aperitivo y relaciones muy humanas forjadas en esa propia normalidad de la que no gozan sus adversarios políticos. No van a renunciar a ello. Cuando los convocantes de una manifestación de apoyo al crimen paguen con su hacienda, los padres de menores fanatizados tengan que asumir los daños causados por sus querubines y los propietarios de los bares en Euskadi echen sin contemplaciones a quienes quieren imponerles en el local una hucha para financiar a los asesinos, saldremos, paulatinamente, del estado de excepción. Tras más de dos décadas de perplejidades, confusión y complejos, estamos asistiendo a la proclamación de la mayoría de edad de la democracia en España. Es motivo de satisfacción aunque persistan las amenazas de muerte y dolor. Aunque los nervios lleven a algunos que creíamos parte de la sociedad civilizada y democrática a saltar al otro lado del espejo.

LA CUMBRE DE LAS RELIGIONES EXPRESA EL MIEDO ANTE LA ACTITUD AMENAZANTE DE EE UU

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Palermo, 04.09.02

Líderes religiosos, políticos e intelectuales critican el unilateralismo de la política de Bush

George W. Bush tiene poder militar y económico más que suficiente para ganar una guerra a Irak y derribar al régimen de Sadam Husein. Pero no tiene ni tendrá nunca el poder necesario para garantizar la seguridad de EE UU y de sus ciudadanos ni la estabilidad y la muy precaria paz en el mundo si se obstina en su actual política unilateralista y de enfrentamiento con todo aquel que no muestre plena adhesión a sus planes. Éste es el mensaje que emana de la Cumbre Mundial Interconfesional celebrada en Palermo.
En la ciudad siciliana se congregaron 1.500 líderes religiosos, políticos y sociales, intelectuales y analistas, convocados por la comunidad romana de San Egidio. Estuvo omnipresente el conflicto de Oriente Próximo y la estrategia de dinamitación de puentes de contacto y diálogo. Las intervenciones, que no escatimaron críticas al fanatismo y a la intoxicación política e ideológica de las religiones, condenaron en abrumadora mayoría la lógica del uso de la fuerza militar y la humillación que domina la política de EE UU e Israel así como las estrategias apocalípticas del fundamentalismo islámico.
En Palermo quedó patente la creciente soledad de la Administración norteamericana con su política hacia Irak como en Oriente Próximo. Todas las muestras de solidaridad y simpatía hacia EE UU como víctima del ataque del 11-S no han eclipsado en los dos días de deliberaciones la manifestación masiva de desasosiego, cuando no miedo explícito, ante la política norteamericana, compartido por los representantes de las grandes religiones mundiales, así como intelectuales y políticos de todo el mundo.
El embajador de EE UU ante la Santa Sede, Nicholson, confirmó a EL PAÍS que el Vaticano le manifiesta desde hace meses su grave preocupación y disconformidad con la política norteamericana hacia Irak y en Oriente Próximo. 'Es evidente que nosotros tenemos aún que hacer un gran esfuerzo de información para que los demás compartan nuestra convicción de que Irak supone un peligro inminente'. El embajador recordó que el diplomático y ex jefe de la CIA recientemente fallecido, Vernon Walters, solía viajar a Roma en la década de los ochenta, enviado por Ronald Reagan, para enseñarle al papa Juan Pablo II los mapas aéreos que demostraban el despliegue de misiles soviéticos en Centroeuropa y que evitaron la oposición del Vaticano a la doble decisión de la OTAN, cuando en la década de los ochenta se acordó estacionar misiles de alcance medio en Europa como respuesta al despliegue de las SS 20 de la Unión Soviética.
Nicholson considera que la actual situación requiere de su país de un esfuerzo explicativo a los aliados todavía pendiente. 'Tenemos mucha información, pero hay que compartirla' dijo, en lo que parece un alineamiento con su secretario de Estado, Colin Powell, opositor a la política unilateralista del vicepresidente Dick Cheney y del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Desde 1986, cuando, por deseo expreso del Papa, se organizó en Asís el primer gran encuentro ecuménico para el diálogo entre las religiones y la cultura, la Comunidad de San Egidio ha logrado institucionalizar este foro de diálogo de autoridades de todo el mundo en un esfuerzo común por rebatir las tesis sobre la inevitabilidad del choque de civilizaciones. En ciertos campos ha logrado éxitos insospechados, como su mediación decisiva en las negociaciones para poner fin a la guerra en Mozambique.
Los retos actuales, un año después del atentado a las Torres Gemelas, exceden todo lo habido y han dominado todos los foros de la conferencia. El Papa Juan Pablo II, cuya alocución fue leída en la apertura, expresaba su preocupación por la evolución tras el fatídico 11-S. El presidente de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, hizo un balance demoledor del proceso de descomposición de la confianza que, tras las esperanzas de un mundo más seguro surgidas con la revolución democrática en el Este de Europa, amenaza con romper toda cultura del diálogo, especialmente desde el 11-S. África cautiva por el hambre y la miseria; parte de Latinoamérica en plena espiral de violencia y pobreza; Oriente Próximo en guerra; otra guerra, probablemente más terrible, en ciernes y las intolerancias y los fanatismos nacionales e ideológicos resurgentes en todo el mundo, así como el reactivado culto a la fuerza militar, han marcado este encuentro en el que se ha querido hablar de la identidad, de la fe y de la diversidad. Pero, bajo el peso de la realidad, se ha hablado más de las amenazas para la frágil convivencia entre culturas, religiones y civilizaciones.

CONVERGENCIA DE CULTURAS

Miles de policías han ocupado Palermo estos días durante el XVI 'Encuentro Internacional sobre Religiones y Culturas, entre el conflicto y el diálogo'. En las torres de la magnífica catedral de Palermo y los balcones del Palacio de los Normandos, pero también en cada esquina, en helicópteros, coches y camiones, vigilaban la capital de Sicilia en busca de una amenaza difusa.
Un encuentro de destacados católicos y protestantes, musulmanes suníes y shiíes, rabinos, monjes budistas y sikhs, tiene muchos enemigos potenciales. Más aún a una semana de cumplirse un año desde el 11 de septiembre. El diálogo entre culturas y religiones, entre civilizaciones a las que muchos quieren obligar a enfrentarse, está en peligro.

La elección de Sicilia como sede de este encuentro no era casual por tanto, dado su pasado fenicio, griego, romano, normando, árabe, español e italiano y su papel en la historia como plataforma de convergencia de culturas y religiones, pero también como triste escenario de la crueldad, la ignorancia y la intolerancia.

EL CORAZÓN ANEGADO DE EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Lunes, 02.09.02

REPORTAJE

Las riadas en Alemania han sido tan devastadoras como una guerra y han demostrado el poder de la naturaleza sacada de quicio

En apenas dos semanas toda la región se ha visto inmersa en la desgracia

Los transportes militares repletos de tropas atascan el tráfico urbano, soldados y unidades especiales de la policía controlan la entrada en barrios enteros y la impiden totalmente en otros, zonas de las ciudades y pueblos quedan en absoluta oscuridad y vacías por la noche. De día, los helicópteros vuelan a baja altura y las excavadoras y los generadores rugen en todas las esquinas como carros de combate. Sus estruendos se mezclan con el aullido de las sirenas, de policía y ambulancias pero también de las que llaman a la evacuación urbana o llamada a los refugios, como otrora cuando se acercaban aviones enemigos.
Las carreteras están cortadas a centenares y decenas de miles de nuevos carteles indicadores de desvíos, advertencias y prohibiciones acechan en cruces y esquinas. Zapadores intentan construir puentes urgentes donde antes los había medievales. Por todas partes uniformes, de soldados y oficiales en sus jeeps, de bomberos, de la protección civil y la policía, la Cruz Roja y cuerpos extranjeros. Pero lo que más se ve son ruinas, escombros, casas arrasadas, demediadas o convertidas en fantasmales cascarones, vacías y sin ventanas, puentes destruidos, postes eléctricos derribados, iglesias abiertas y desnudas, huertas arrasadas y fábricas y naves industriales desvencijadas.
Es éste el aspecto que ofrece el corazón del viejo continente en este verano tardío de 2002 al viajero que visita sus ciudades grandes como Dresde y Praga, pequeñas como Passau, Usti nad Lab o Litomerice o pueblos pequeños, algunos prácticamente desaparecidos bajo la fuerza de las aguas en angostos valles de la Suiza sajona o Bohemia. Los europeos llevan tiempo presumiendo con razón de que, desde 1945, gozan del periodo de paz más largo de su historia en esta región central escenario de sus luchas intestinas más brutales. Allí se libraron las principales batallas de la guerra de los Treinta Años, allí se gestó la Paz de Westfalia que aún marca al mundo, allí debatieron en su logia masónica en el castillo de Kukuckstein, en un valle hoy arrasado, los poetas Novalis y Fichte sobre amor a la patria, a la belleza, a la integridad y la muerte y fue allí donde perdió Napoléon muchas de sus más legendarias batallas. Se combatió a muerte en dos Guerras Mundiales y se enfrentaron después, durante medio siglo de guerra fría, Occidente y el imperio soviético. Pero nunca hubo tamaña destrucción. Junto a la posada del Caballo Blanco en Pirna, al sur de Dresde, en la que se hospedaba Goethe en sus viajes a Marienbad, se amontonan todas las propiedades de los vecinos, convertidas de un día a otro en meros escombros de hierro, piedra, ladrillo o madera.
De repente, en apenas dos semanas de agosto, toda la región se ha visto inmersa en desgracia y devastación, como sólo las guerras y pestes habrían sido capaces de generar en siglos pasados en esta región que fue una joya de evolución cultural en todo el medioevo, que sufrió la guerra de los Treinta Años y las posteriores, incluso los 40 años del régimen comunista y su culto al feísmo sin mayor transformación. El comunismo ignoró afortunadamente este rincón idílico de la Suiza sajona y la Bohemia rural y había permitido que esta región quedara como una de las más bellas y armoniosas que existen en Europa, con sus ciudadelas medievales, sus casas burguesas alpinas, sus valles magníficos y rocas tantas veces pintadas por Caspar David Friedrich. Pero esos valles con sus arroyos, aliados con el río Elba, han traído la desgracia nunca vista.
Quienes desde países no afectados aún creen que ha sido una catástrofe más de la que países modernos y desarrollados, cuando no pudientes, pueden recuperarse sin mayores problemas, están equivocados, afirman ya políticos, sociólogos y científicos. Esta agua y estos lodos van a cambiar a Europa, dicen. Moverán molinos de voluntades y cambiarán, en surcos profundos como los arrancados al lecho de los ríos, las convicciones. Si el atentado contra las Torres Gemelas acabó con la inocencia de unos Estados Unidos que se creían invulnerables, las inundaciones de agosto acaban con la percepción de las sociedades centroeuropeas de que las tragedias masivas son un mero síntoma más del subdesarrollo del Tercer Mundo. Como 'la peor catástrofe nacional desde la II Guerra Mundial' la han calificado el canciller alemán Gerhard Schröder y su rival democristiano Edmund Stoiber.
El mundo del bienestar tiene ya otro enemigo que compartir con los pobres del hemisferio sur. A la inseguridad que genera el terrorismo internacional se une la convicción de que, con su arrogancia, ambición y ceguera, ha creado otro enemigo mucho más temible si cabe, que es una naturaleza sacada de quicio por los abusos de la intervención humana. Se han modificado los cauces naturales de los ríos hasta convertirlos en autopistas para el tráfico fluvial. El Rin tiene hoy mil kilómetros menos de recorrido que a principios del XIX. Las crecidas ya no desbordan paulatinamente en riberas naturales, sino que se convierten en trombas que, lanzadas por el cauce artificial, cuando salen de éste arrasan todo lo que encuentran a su paso. La alta montaña, despojada de su foresta por la industria del esquí y la lluvia ácida, lanza ingentes masas de agua sin freno alguno hacia los cauces de arroyos y ríos que se tornan en torrentes letales. La tierra tiene cada vez menos tiempo y menos superficie permeable para asumir las aguas. La forma de pensar de checos y alemanes orientales, también de austriacos y húngaros, sobre este látigo natural inmerecido va a modificar actitudes y percepciones sobre los vínculos entre ellos y con el proyecto europeo. También sobre su relación con quienes no quieren cambiar su política de intoxicación de la atmósfera y perversión del ambiente en general.
El corazón de Europa Central, los cuarteles del caudillo Wallenstein, las rutas de Goethe, los sueños de Schiller, los recuerdos de Lutero y los castillos del romanticismo europeo, de Herder o Heine, de la filosofía y la lírica alemana, valles de una belleza que rapta, están hoy cubiertos por un olor ácido de putrefacción y jugos fecales que recuerda a campos de refugiados de albaneses en pleno pánico de huida de los peores pozos de miseria. Se salvaban pinacotecas en Praga y Dresde, pero se hundían casas medievales que habían albergado a sus autores. Se han generado grandes emociones y no sólo dolorosas. Ahí está la solidaridad que ha unido en la tragedia del diluvio a alemanes del Este y el Oeste y a checos y alemanes, enconados entre sí tras la reciente disputa de otra tragedia europea como fue la cruel expulsión de los alemanes de los Sudetes tras la II Guerra Mundial. En todo caso, todo sugiere que, pese a la rapidez de los tiempos rápidos, la miseria espontánea de agosto de 2002 dejará una huella perenne, tan profunda como la generada por la guerra de los Treinta Años u otros dramas europeos a los que esta bellísima esquina del mundo ha servido de dignísimo, épico escenario.

Vista general de la histórica ciudad alemana de Dresde, con el edificio de la Ópera (centro) anegado por las inundaciones. EPA

EL ATLÁNTICO SE ENSANCHA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Viernes, 30.08.02

COLUMNA

El presidente George W. Bush y los halcones de su Administración, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Condoleeza Rice, Paul Wolfowitz, Richard Perle y tantos otros, han logrado el más difícil todavía. Cuando no se ha cumplido aún el primer aniversario del 11-S, han conseguido forjar en el mundo la mayor alianza jamás vista en contra de sí mismos. Con sus planes de atacar a Irak para derribar a Sadam Husein sin tener en cuenta la opinión de sus aliados, sin la aprobación de la ONU y sin consultar a su propio Congreso, Bush pasará a los anales de las relaciones internacionales. Granjearse tanto desafecto a las propias intenciones no es poco mérito cuando se gozaba de la mayor solidaridad mundial jamás mostrada a EE UU.
Pero 11 meses y medio cunden a la Administración Bush. Ha logrado que en un sondeo televisivo en el Reino Unido, aliado incondicional de EE UU, el 63% de los participantes considere que Bush es mayor peligro para la paz mundial que Sadam. Puede que el resultado entre los británicos se deba al exceso del vicepresidente Dick Cheney, que comparó a Bush con Churchill. Cierto es que el estadounidense medio no conoce a otro político europeo que a Churchill, aparte de Hitler y Stalin. Pero insultos aparte, la ansiedad que revelaba Rumsfeld por atacar a Irak sin considerar otros intereses que no sean los propios -algún temor genuino a Irak, muchos temores a las investigaciones de los fraudes de compañías amigas íntimas como Enron y demás fiascos económicos ante unas elecciones al Congreso- ha alarmado tanto que líderes mundiales y políticos norteamericanos, incluidos muchos republicanos, compiten desde hace días por marcar la mayor distancia a dichos planes de guerra.
¡Qué inverosímil la alianza que ha creado Bush! El canciller alemán Gerhard Schröder coincide con el rey saudí, éste con el presidente de Irán y éste a su vez con Jacques Chirac, el presidente chino, la totalidad del Tercer Mundo, el ruso Vladímir Putin, toda Latinoamérica y el mundo árabe, como una piña por primera vez en la historia. Todos están de acuerdo en que Sadam es una amenaza, un genocida y un sátrapa, cuya desaparición celebrarían. Al tiempo lanzan un mensaje que Washington considera irrelevante: no participaremos en una aventura militar concebida en la Casa Blanca y el Pentágono para mayor gloria propia y sin prever consecuencias.

El jefe del Pentágono, Rumsfeld, ya ha dicho que reticencias y oposición abierta de la comunidad internacional no alteran sus planes y que muchos países enmendarán su error y se unirán a su causa una vez haya empezado la campaña bélica. Pero el mito del solitario justiciero ya parece no funcionar ni en EE UU. Ya son poco más del 20% de los norteamericanos los que están a favor de una guerra contra Irak en solitario. Y cada vez más los que favorecen posiciones europeas, hasta ahora calificadas de 'cobardes' o 'tibias', de forzar en el Consejo de Seguridad una aceptación sin condiciones de la presencia de monitores por parte de Irak y evitar así la intervención. No en otro sentido va la propuesta británica de dar a Irak la oportunidad, a tiempo fijo, de aceptar la inspección. Pero Cheney ya ha dicho que a EE UU no le interesa la inspección porque no cree en su solvencia. Y ha lanzado una campaña para desacreditar toda inspección de la ONU en Irak. Sadam dice que si le van a atacar de todos modos, de qué sirve dar facilidades de inspección. El choque de civilizaciones sólo se producirá, dicen los analistas, si los poderosos lo provocan. Al hablar de ello siempre se pensaba en el conflicto Occidente-Islam. Pero si el eje Bush-Cheney-Rumsfeld impone la guerra al mundo, el choque de civilizaciones puede tener otros escenarios, como el Atlántico, que lleva un año ensanchándose. Cada vez nos une menos, cada vez hay más fuerzas de mutua repugnancia y abismos culturales. De consumarse la ruptura, todos viviríamos en mayor inseguridad y Europa habría de consolarse con no haberlo provocado.

EL DEBATE VISTO DESDE LA TRAGEDIA

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Dresde, 27.08.02

REPORTAJE

Los habitantes de las zonas devastadas por las riadas en Alemania observan con escepticismo las promesas electorales

'Los grandes partidos no pueden dar la imagen de que utilizan la tragedia para sus litigios electorales'. La tragedia a la que se refería el cristianodemócrata Edmund Stoiber, presidente de Baviera y candidato a la cancillería alemana, es el diluvio que sumergió a gran parte del este y del sur de Alemania bajo las aguas durante las últimas dos semanas y la ha devuelto a la superficie en ruinas, como paisaje después de una guerra. El canciller federal alemán, Gerhard Schröder, no tuvo nada que objetar a esta frase de quien aspira a arrebatarle el cargo el 22 de septiembre. Ambos habían hecho acto de presencia en los escenarios de una destrucción que recuerda a la devastación de Dresde después de la guerra tras el bombardeo ordenado por Churchill en la primavera de 1945.
Mucho discutieron en los medios alemanes ya la noche del domingo y todo el día de ayer quién había sido más convincente y quién el ganador absoluto de un debate entre los máximos aspirantes a la jefatura del Gobierno que no tiene precedentes en la historia electoral de Alemania. Los dos partidos, SPD y CDU-CSU, daban ganador a su candidato, cargaban armas para el segundo debate, que se celebrará el 8 de septiembre, y hacían reflexiones sobre los efectos inducidos, sugeridos o inspirados de los ademanes, la vestimenta, la apariencia y lo manifestado por los protagonistas.
¿En toda Alemania? No. En la Ciudad Nueva de Dresde -que lo es menos que la llamada antigua porque fue menos bombardeada y ha repetido suerte, no viéndose demasiado afectada por la riada y, por tanto, con luz eléctrica para ver la televisión-, en la taberna de Peter de la calle Rothenburgo, el público era más ecuánime que todos los analistas y políticos que se manifestaron por televisión. Había allí una pareja de punkis, algún sospechoso de larga trayectoria de cabeza rapada y padres de familia crecidos en el socialismo real, con escasas posibilidades de conseguir un trabajo digno en lo que les queda de vida y escarmentados de promesas mucho antes de que los dos candidatos aprendieran a proferirlas. Todos miembros de la hermandad de la desilusión. Para ellos, la tragedia que ha acabado con los sueños de amigos, familiares y paisanos no es sino una reafirmación del fatalismo propio.
'Si no hubiéramos ido, alguien podría haber pensado que aquello no nos interesaba', había dicho el canciller, casi pidiendo perdón por haber tenido unos reflejos que no tuvo su contrincante y que pueden ayudarle a ganar unas elecciones que hace un mes tenía perdidas. Schröder movilizó muy pronto a su partido y se presentó en algunas de las zonas más afectadas cuando Stoiber aún se resistía a abandonar su veraneo en una isla del mar del Norte. Ninguno de los dos quiso hacer un 'homenaje íntimo' a las víctimas y llegaron rodeados de cámaras. El domingo ambos hablaron de 'catástrofe nacional', 'la mayor desde la II Guerra Mundial', dijo Stoiber, olvidando quizá la división de Alemania y el 13 de agosto de 1961 en que la parte oriental, a la que ahora también le toca sufrir, quedó encerrada por casi tres décadas en una jaula.
'Schröder vuelve a ser un medias tintas y Stoiber es un carca', decía Ritchie, el punki. 'No prometas cosas que no puedes mantener, Du Bayer' (bávaro, más que bávaro), le espetaba un anciano a Stoiber cuando anunciaba que él acabaría con la llegada de inmigrantes. Pero después le daba la razón al bávaro cuando achacaba gran parte de la responsabilidad de más de cuatro millones de parados a la incapacidad de Schröder de llevar a cabo reformas por estar cautivo de grupos de presión como los sindicatos. En la taberna hubo empate, pero no en la ilusión, sino en la amargura. Ambos defraudaron: Schröder, por no vapulear al bávaro; el bávaro, por confirmar sus sospechas. Todo ello con la tragedia presente, la personal y la común de las aguas malolientes que todo lo anegaron y ha sumido en la desesperación a quienes más se han esforzado por lograr, tras la llegada del capitalismo hace una década, una vida mejor.

EL FINAL DE LA DIVISIÓN

'Por Dios, no me pregunte por el debate de ayer. Mire lo que queda de mi casa'. La anciana de Glashütte no tiene tiempo de hablar, y menos sobre elecciones. En el corazón de la idílica región de la Suiza sajona, Glashütte parece haber sufrido un bombardeo. Con guantes y botas, intenta moverse entre los escombros, el barro maloliente, los tubos y cables que se extienden ante una ruina en la que había nacido ya su padre. Como en la mayoría de los pueblos de estos valles, todas las pertenencias de las familias que vivían cerca de los centenares de arroyos y ríos esperan en la calle a que pase un camión a recogerlas para llevarlas a uno de los depósitos de basura y escombros. Allá van papeles, fotografías y documentos irreconocibles, electrodomésticos, muebles, colchones, ropa y maletas. Nada vale. Esa escena se repite en toda la región, como allende la frontera checa, en Baviera, en Eslovaquia, en Hungría y en Austria. Pero también se repiten otras que reflejan un espíritu lejano al fatalismo, lúcido o no, de los espectadores de la taberna de Dresde. Decenas de millares de voluntarios hacen turnos de ocho horas en su lucha denodada por salvar lo salvable. Las donaciones han sorprendido y emocionado a toda Alemania y muchos creen que este movimiento de solidaridad puede suponer la superación definitiva de la división de esta nación en dos partes.

Dos mujeres, ayer en Berlín, ante carteles electorales de Schröder y Stoiber. EPA

EL RETO DE STOIBER, EL BÁVARO SERIO

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Madrid, 04.08.02

REPORTAJE

El candidato democristiano parte como favorito en las elecciones alemanas, pese al temor a sus facetas más duras e intolerantes

Bismarck se retorcerá en la tumba si un bávaro llega a canciller por primera vez

No es que hable con doble lenguaje el candidato; habla con creciente seguridad y rotunda convicción. Ni mucho menos que diga cosas distintas en sitios distintos de la geografía alemana en esta campaña electoral que oficialmente comienza ahora, pero que lleva ya meses en marcha. Pero sí las dice de otra forma. Se le notan mucho al señor Edmund Rüdiger Rudi Stoiber, presidente del Estado federado de Baviera y candidato a la cancillería en Berlín, sus ingentes esfuerzos, cuando interviene en el norte y en el este de Alemania, en reducir a un mínimo un acento bávaro que en su tierra natal parece siempre querer exagerar. El deje puede ser para un político lo que un saco de tierra atado al pie para un nadador.
No lo tiene fácil un bávaro para ser tomado en serio en Renania-Westfalia o Hamburgo, en Berlín o Brandeburgo. Aunque sea un hombre tan serio como el líder de la Unión Social Cristiana (CSU) bávara y hoy candidato de la Unión Cristiana Democrática (CDU) alemana para desbancar al socialdemócrata Gerhard Schröder en las elecciones del 22 de septiembre. En el norte no le sirve el humor bávaro con sus gracejos maliciosos, y menos aún el suyo, algo tosco, como sugiere el hecho de que su primera broma como parlamentario bávaro en los años setenta fuera ponerle a su coche una pegatina que rezaba 'la izquierda apesta'.
Es muy vitalista, eso sí. De pequeño, reconoce en su propia página web, era un estudiante más bien mediocre y llegó a repetir un curso. No era, dicen sus asesores, ese niño pelota que tantos otros adivinan en el adulto. Lo que sí reconocen sus amigos es que era un maestro jugando al futbolín y vencedor constante de concursos de eructos con unos solos que impresionaban a sus rivales. Cuando ganaba, a lo uno o a lo otro, recuerdan, solía lanzar su particular grito de victoria: '¡Ruhm, Ruhm!' ('¡Gloria, fama!'). En fin, Edmund Stoiber era y es, como niño y como político ('estadista', se llama él a sí mismo), un ser muy decidido y nada dubitativo, pero nadie podrá acusarle jamás de ser un alma hipersensible. Sus asesores son conscientes de que el norte es 'muy difícil' para un católico bávaro ungido en lo que parece el espíritu redivivo de la contrarreforma. Saben que ni siquiera la profunda decepción del electorado ante una situación económica muy difícil y un Gobierno paralizado como el de Schröder en los últimos meses pueden hacer simpático a su candidato allende las lindes de su feudo bávaro, en el que, ahí sí, su mayoría absoluta parece tener garantía vitalicia. En Renania-Westfalia, el Estado más poblado de Alemania, la pasada semana su contrincante Schröder, en su peor momento, le aventajaba en valoración personal en casi treinta puntos.
Todo lo dicho anteriormente puede inducir a conclusiones muy erróneas. Porque, pese a todo ello y a bastante más, Stoiber, 'el hacha rubia' le llaman -'rubio martillo de herejes', diríamos aquí-, es hoy por hoy favorito a ganar las elecciones de septiembre, dejar al Gobierno socialdemócrata en fugaz episodio y llevar a Alemania a esa gran amalgama gobernante en Europa del quizá ya mal llamado conservadurismo de la centroderecha, la derecha clásica, el derechismo-populista y extremos derivados diversos. A veces estas tendencias son difíciles de distinguir. Y en Stoiber de hecho confluyen todas. Como hace décadas hizo feroz campaña en el parlamento bávaro en contra del nudismo y a favor de la presencia de crucifijos en la escuela pública, hoy se manifiesta partidario de medidas drásticas y contundentes en casi todos los campos, dependiendo siempre, por supuesto, de cuál es su audiencia. Partidarios y adversarios coinciden en otorgarle un instinto de poder ilimitado.
Su carrera política está jalonada por defenestraciones, en ocasiones muy poco elegantes, de sus rivales. Ayudó en su día a Franz Josef Strauss a liquidar a Alfred Goppel y auparlo a la presidencia de Baviera. Mandó años más tarde al ostracismo al único intelectual y moderado liberal que subsistía en el Gobierno bávaro, Hans Maier, ministro de cultura. Después de la muerte de Strauss, los principales rivales de Stoiber para suceder al león bávaro en la CSU, Max Streibl y Theo Waigel, se sumieron en el ocaso político por filtraciones sobre sus relaciones privilegiadas con empresas privadas y una apuesta esquiadora profesional, respectivamente. Las filtraciones le vinieron francamente bien al hacha rubia en plena lucha por la supremacía y el puesto de Strauss. Stoiber ganó. Tiene una vida familiar impoluta, según todas las noticias -mujer deportada de niña de la región de los Sudetes, como centenares de miles de electores en Baviera, tres hijos cabales y nietos felices-. Sin mácula en sus relaciones sentimentales, otra cosa parecen las que mantiene con la empresa privada y que le llevaron hace poco a tener que declarar ante una comisión de investigación del Bundestag. No hay cargos contra él, pero resulta improbable que no supiera nada sobre la inmensa trama de corrupción, compra de favores y lodazal financiero de la era de Strauss el que fuera su secretario de Estado y mano derecha. Pero los techos de tolerancia en cuestiones éticas en Alemania se han elevado ya mucho, y bajo ellos Stoiber se mueve con comodidad.
Cuando el drama que acongoja al Parlamento federal de un país con inmensos problemas de reestructuración y reforma está en el uso de las millas de vuelo sumadas en Lufthansa por los diputados y utilizadas en viajes privados, es que la credibilidad de la clase política ha tocado fondo. Los escándalos de la última década, desde el de Helmut Kohl al reciente del ministro de Defensa Rudolf Scharping, pasan factura. Pero Stoiber, un implicado, se ve muy paradójicamente beneficiado por este ambiente tan alejado de las tradicionales virtudes prusianas que reinaban en la antigua y nueva capital alemana. Nadie le ataca por ese flanco porque todos temen que se revelen sus propias vulnerabilidades. Así las cosas, ya nadie excluye que, por primera vez, un bávaro se haga con la cancillería en Berlín. Bismarck se retorcerá en la tumba. Muchos adversarios de Stoiber temen que las facetas más duras, populistas e intolerantes del hacha rubia estén aún por ver. Y ya tienen tantos motivos como Bismarck para retorcerse.

Stoiber, durante un acto público en Paderborn, el pasado 13 de julio. AP

LOS RENGLONES TORCIDOS DEL SPD

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Madrid, 04.08.02

CITA CON LAS URNAS EN ALEMANIA

Decía Isaíah Berlin que Dios escribe sobre renglones torcidos. Como casi siempre, tenía razón, pensará Gerhard Schröder ahora que se ve muy cerca de ser canciller de una sola legislatura cuando todo lo tenía a favor para imponer, con su coalición de socialdemócratas y verdes, un rumbo diferente al que tan espectacularmente quebró con la derrota de Helmut Kohl en 1998.
Hace un año tan sólo, sus rivales de la CDU, CSU y liberales del FDP estaban postrados, sumidos en querellas internas, lastrados por escándalos de corrupción, laminados por una reforma económica que el Gobierno estaba a punto de conseguir y lejos de cualquier esperanza.
La mayoría de los analistas y los encuestados creen que Schröder no merece tal suerte. Él sigue, en valoración personal, superando a su rival. Su ministro de Asuntos Exteriores, el verde Joschka Fischer, no sólo es el político más valorado del país y posiblemente el más brillante en su cargo junto al legendario Hans Dietrich Genscher, sino además la prueba definitiva de que Schröder tuvo razón al aliarse en 1998 con Fischer y su muy voluble tropa y no con el ejército de mediocres presuntuosos y demagogos del Partido Liberal. ¿Qué ha pasado entonces para que Stoiber sea ya una amenaza cierta el 22 de septiembre?
Ahí están los renglones torcidos. En un SPD que no ha tenido liderazgo ni coraje para emprender unas reformas que la economía y el mercado laboral necesitan. En un canciller que no ha sabido romper la baraja con la vocación paralizante de los sindicatos ni transmitir imagen de solvencia económica.

Stoiber transmite mucha antipatía, pero también esa solvencia que tanto añoran los alemanes. Baviera es, con todo su ruralismo tradicional empalagoso, un ejemplo de orden y solvencia. Schröder va a tener muy difícil demostrar a los alemanes que el sistema bávaro es reduccionista, reaccionario e inaplicable al resto del país. Si no lo logra, está perdido.

EL ENTERRADOR DE UN SUEÑO

Por HERMANN TERTSCH
El País  Jueves, 25.07.02

COLUMNA

Israel está en peligro de extinción. Esto no es hipérbole ni broma. Y la evidencia de que es así, de que el Estado de Israel ha entrado en una deriva que amenaza con hundirlo en un abismo, no se debe a toda la larga serie de trágicos episodios de los últimos dos años, irrupción de Ariel Sharon en la Explanada de las Mezquitas, chorreo de muertos israelíes y palestinos y lúgubres acontecimientos como el de Yenín. Ni a la dinamitación incontrolada del proceso de paz. Ni siquiera al bombardeo del edificio en Gaza que causó una matanza en la noche del lunes.
La prueba de que Israel está en peligro de muerte está en una frase del responsable de que así sea, Ariel Sharon. Cuando un jefe de Gobierno democráticamente electo dice que una operación de su Ejército regular para asesinar a un terrorista que ha concluido con la muerte de 12 niños y cinco adultos perfectamente inocentes 'ha sido uno de los mayores éxitos' es que ese individuo, intoxicado de desprecio racista y arrogancia, ha perdido la capacidad de compasión y comprensión, caído en la brutalidad sin retorno y perdido todo sentimiento de humanidad. Ya sólo se percibe en Sharon el rebuzno de la fuerza, la huida hacia adelante por encima de los escombros generados por él mismo. Un hombre así es un peligro para extraños y propios. Siendo esto gravísimo, no es lo peor.

Lo peor -hasta ahora al menos todo es susceptible, incluso probable de empeorar- es que tras esta frase, la sociedad israelí no haya salido a la calle en tromba para exigir el cese inmediato de quien insulta como ningún antisemita ni antisionista jamás hizo a los principios que inspiraron la creación del Estado de Israel. ¿Qué ha pasado en la sociedad israelí para que tolere sin mayor irritación ni vergüenza la dilapidación sistemática de los postulados éticos que daban una posición de privilegio y respeto a este Estado? ¿Qué ha pasado para que Simón Peres no encuentre más que frases tibias en contra del 'resultado' de la operación, no arengue contra lo insoportable y siga en ese Gobierno que mata gratuitamente y se refiere a los asesinatos con comentarios cuasi cinegéticos? Tenemos a los Castellio israelíes que hablan, aislados, contra ese Calvino que es Sharon, a esos francotiradores contra las doctrinas de tribu, religión e ideología que fomentan el odio. Pero el eco decepciona, y la moral, la profunda que exige compasión, la que eleva al individuo y a las sociedades, la que se siente insultada por frases como la de Sharon, sucumbe. Israel ha sido secuestrado por Sharon y el miedo. Su ciudadanía ha de evitar que también lo entierre. La frase de Sharon ha producido infinitas dudas en millones de israelíes que consideraban que su proyecto de Estado tenía entidad moral. Son muchos los que consideran que este Estado es el suyo por su extraordinaria capacidad de movilizar lo mejor del ser humano. Cuando la arrogancia zafia y el procaz desprecio al ser humano que rezuma Sharon se convierten en razón de Estado, Israel multiplica a sus enemigos en el exterior y hace desvanecer alianzas. Nadie ponga plazo a cuando Washington acabe con su postura de apoyo a Israel Right or wrong. Pero esa política aumenta además los desafectos internos, porque el miedo socava convicciones y al final queda una sociedad inerme. O Israel se deshace pronto de Sharon o éste quedará en la historia milenaria como enterrador del gran sueño del pueblo judío libre viviendo en paz y prosperidad.

REGLAS SÍ

Por HERMANN TERTSCH
El País  Viernes, 19.07.02

ESCALADA EN EL CONFLICTO HISPANO-MARROQUÍ

Hay quien dice que el momento elegido por Marruecos, el pasado día 11 de julio, para presentarse en la isla Perejil ha sido 'desafortunado' porque el talante acababa de cambiar en el Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Cabe decir que no sólo por eso. El problema entre España y Marruecos no ha surgido por ese mal humor proverbial del presidente José María Aznar que regaña a españoles y marroquíes por igual como la señorita Rothenmeier mareaba a Heidi y Clara. Aznar es como es. Pero el problema es más serio y no se debe a formas españolas sino a fondos marroquíes.
Ahí es donde se equivocan quienes como el líder de Izquierda Unida, un Llamazares en tan impresentable momento tras la intervención española en el peñasco mediterráneo que induce a la piedad, creen que cualquier circunstancia es oportunidad para encontrar aliados contra el Gobierno y quedan en patética evidencia. Sabíamos que había escuela porque Madrazo hace lo mismo. Quienes equiparan, como Xabier Arzalluz el miércoles, la violencia de ETA con la 'violencia del Estado español' pueden fácilmente comparar a este mismo Estado español con un régimen que busca sistemáticamente el conflicto externo para no enfrentarse a su pirámide de miserias internas. Quienes lo hacen pueden creer que hacen daño al adversario político. Puede que incluso lo logren en algún momento. Pero que no pidan después respeto. Todavía hay quien defiende el Pacto Hitler-Stalin como una argucia antifascista del bueno del Kremlin pero no intenten vendernos que la aceptación de la demolición de los puestos fronterizos polacos en septiembre de 1939 fue un acto de libertad o gallardía democrática.
España no tiene ningún problema con aquella penosa y ridícula roca. España tiene serios problemas con un aparato del Estado marroquí que, en su costa norte por supuesto, vive en gran medida del cultivo y la exportación del hachís y del tráfico humano, nutrido por generaciones de marroquíes que saben que no tienen futuro alguno en su país, quebradas ya las esperanzas de unas reformas que concedan una cierta dignidad y sueños de prosperidad a los ciudadanos. De Marruecos llevan años yéndose los mejores. A cualquier sitio. Su única referencia es dejar atrás el Reino. Y los talentos que quedan en la corte son almas en su mayoría compradas.
Aquí sabemos que los problemas que Marruecos nos genera son producto de los problemas que Marruecos tiene. Pero sin un mínimo de lealtad por parte de Rabat, demostrada, nadie puede esperar que asumamos todos los problemas de Marruecos como propios. ¿Ha empezado la crisis ahora o venía encarrillada con la retirada del embajador marroquí y la grotesca venta propagandística a Washington de la detención de células de Al Queda en Ceuta y Melilla? ¿O antes? Nadie lo sabe. Pero lo veremos.

En todo caso, con los enfrentamientos políticos, ideológicos o religiosos que se perfilan desde Oriente Próximo a Malaisia, desde Chechenia al propio Nueva York, sólo pueden ser insensatos o canallas quienes, en Rabat, Madrid u otras capitales próximas juegan con la convivencia de marroquíes y españoles. España ha demostrado en aquella roca inmunda su compromiso con la legalidad. Los límites a este juego de tolerancia con los desafíos a la ley -tan de moda desde el fin de la bipolaridad- son más necesarios que nunca. Los necesitamos en todo el mundo. La cooperación es necesaria. Pero las reglas también. Para todos.

DE RIESGOS LÓGICOS A CATÁSTROFES INDUCIDAS

Por HERMANN TERTSCH
El País  Viernes, 12.07.02

COLUMNA

Decía ayer Kurt Biedenkopf, uno de los más lúcidos políticos democristianos alemanes de las últimas tres décadas, que no llegó a mayor gloria por su dramática rivalidad con Helmut Kohl, que Washington se está haciendo muy flaco favor a medio plazo con una política unilateralista que está dinamitando los fundamentos de la cooperación transatlántica. Biedenkopf, un viejo zorro de la política, que se doctoró en Georgetown en Washington, gran conocedor de las realidades norteamericanas, está perplejo, confuso y bastante asustado ante lo que sucede al otro lado del Atlántico, siendo como es, un aliado convencido y vocacional de Estados Unidos. Ayer en el hotel Ritz de Madrid habló de las libertades, de la intrínseca vinculación entre la libertad política y la económica y de las amenazas que albergan para la ciudadanía libre las prácticas corruptas de un capitalismo que viola sus propias reglas e intoxica la política con su desprecio al compromiso social y a los valores comunitarios y con su sistemática apología de un darwinismo que nada tiene ya que ver con la meritocracia y mucho con el filibusterismo. Muchas grandes compañías norteamericanas -y europeas- nos lo están demostrando en los últimos meses con sus impecables quiebras impunes gozosamente compensadas a los directivos a costa de los ahorros de los accionistas.
En un encuentro organizado por el diario Frankfurter Allgemeine en Madrid el que fuera presidente de Sajonia después de la reunificación y que hizo de ese Estado federal el más próspero de toda la antigua Alemania Oriental habló de los riesgos de la autofagotización del capitalismo si pierde sus referencias éticas. La última década ha promocionado un tipo de alto ejecutivo que viene a tener los códigos morales de un mandril ansioso. Lo curioso es que matan pero jamás mueren. En la selva hay más equidad.
Domina ese personaje tan actual el peinado contable con una procacidad que ya no sólo arruina a los pequeños propietarios de las compañías, sino pone en peligro la propia credibilidad de un sistema que, cada vez más vacío de voluntad política creativa, se demuestra exhausto para el ciudadano. Llegados ahí, no nos jugamos ya los ahorros de algunos inversores más o menos ingenuos, sino la democracia. El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, es incapaz de negar evidencias sobre su participación en el juego tramposo de compañías que han llevado a la ruina a decenas de miles de familias ahorradoras en EE UU. El presidente George Bush aún habrá de revelar sus intimidades con esas bandas de corsarios de cuello blanco.
La cadena de desastres financieros de grandes compañías a ambos lados del Atlántico muestra que, pese a la carrera hacia un unilateralismo finalmente masoquista de Washington -aranceles al acero, Kioto, Corte Penal Internacional, etcétera-, seguimos teniendo cosas en común. Mal consuelo. El peligro está en que esas prácticas convertidas en hábito social nos lleven a una disociación total de los valores participativos, sociales y democráticos que han sido la base de las democracias occidentales, los sistemas más justos y compasivos que han existido en la historia.

De la necesidad del retorno de la política se ha hablado mucho en los últimos años. Hay quien lo hace añorando el intervencionismo. Otros por miedo al libre flujo de la iniciativa. O por simple estulticia. Pero hay muchos que lo hacen porque temen que, sin marcos políticos generados con voluntad creadora, todos al final quedemos en manos de la insensatez, voracidad y falta de escrúpulos de directivos que compran y venden políticos como si fueran stock options y se regocijan de la cultura del riesgo a costa de los demás. En la economía como en la política, la irresponsabilidad está de moda. En Wall Street y Washington casi tanto como hoy, viernes, en el Parlamento de Vitoria.

RECUPERAR LA HISTORIA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Sábado, 06.07.02

COLUMNA

Los tres partidos checos que, dirigidos por el socialdemócrata CSSD, intentan formar una coalición de Gobierno, se muestran incapaces de lograr un acuerdo para formar la exigua mayoría de 101 diputados en una cámara de 200. La batalla de reproches es general. También aumenta el conflicto entre partidarios y adversarios del ingreso en la UE ahora que el proceso entra en su recta final. Sólo hay una cuestión en la que reina inusual armonía y práctica unanimidad entre las fuerzas políticas checas: en el rechazo absoluto a abolir oficialmente -como exigen Alemania y Austria- los decretos del presidente Benes de 1946 que legalizaron la deportación y expropiación de los alemanes de la región de los Sudetes después de la Segunda Guerra Mundial. Austria ya ha anunciado -lo subraya el líder populista Jörg Haider en una entrevista que EL PAÍS publicará el domingo- que está dispuesta a bloquear la ampliación si no hay enmienda en Praga. No parece demasiado pedir a un país que se integra en una comunidad de valores democráticos que levante unos decretos que legalizaron vandálicas represalias contra millones de civiles por su real o supuesto apoyo previo a la Alemania nazi. El efecto jurídico sería nulo, el gesto generalmente aplaudido y desaparecería la amenaza del bloqueo a la ampliación por este motivo. Pues no hay en Praga hoy ningún político dispuesto a hacerlo.
En esto coinciden todos, desde los comunistas a los cristianodemócratas de Vaclav Klaus. La nueva crisis de los Sudetes es la demostración más candente de cómo el pasado puede generar fuerzas que crispan el presente y pueden sabotear el futuro. Una educación histórica veraz, de la que por supuesto careció la población checa bajo el comunismo, habría hecho menos impopular una solución razonable al conflicto.
Hace unos días se reunieron en el esplendoroso monasterio benedictino de Göttweig, junto al Danubio, en la Baja Austria, varias decenas de políticos, académicos y analistas para estudiar en el Europa-Fórum entre otros muchos aspectos de la integración europea el papel en la misma de la cultura y la historia. Todos coincidieron en que las fuerzas antieuropeas, chovinistas y radicales que están resurgiendo en toda Europa y siguen la batuta a populistas y demagogos se nutren de aversiones basadas en una historia sesgada, acientífica y manipulada por los políticos. Existe, se dijo, una necesidad imperiosa de crear comisiones conjuntas entre grupos de países e incluso paneuropeas para que las nuevas generaciones reciban una visión de la historia veraz, global, libre de mitos, condicionamientos nacionalistas, reduccionismos y aversiones inducidas. A principios del siglo pasado prácticamente todos los libros de historia eran una colección de leyendas épicas, emponzoñadas de romanticismo nacional trufado de fechas. En las pasadas cinco décadas, especialmente en la Alemania traumatizada por la culpa del nazismo, se hicieron grandes avances en el intento de presentar una historia con matices y con la vocación de entender otras posturas, intereses y sensibilidades.

Pero falta mucho por hacer y nada garantiza que el proceso de ilustración histórica continúe en la misma dirección. La fuerza de los medios de comunicación modernos y su utilización para propagar el mito nacional, los prejuicios contra otras naciones o grupos étnicos, hacen tanto más necesaria una formación histórica libre de filias y fobias del pasado. El poder intoxicador y envilecedor de la historia manipulada o directamente inventada quedó trágicamente demostrado durante la pasada década en los Balcanes. Allí fueron los poderes públicos los que impusieron una visión de la historia como llamada a la redención y a la venganza o reparación de pasados agravios. Por desgracia, no sólo allí. En la jornada plenaria de clausura del Europa-Fórum de Göttweig, el profesor Matti Klinge, catedrático de historia de la Universidad de Helsinki, habló del peligro que alberga el secuestro de la formación de la historia por parte de los políticos y puso como ejemplo el País Vasco, 'en cuyos colegios públicos se manipula e inventa parcialmente la historia para generar sentimientos en contra del resto de los españoles'. Por eso, añadió, 'la tendencia debe ir no hacia una regionalización de la formación histórica, sino, en sentido contrario, hacia una europeización'. Tomen nota.

DE LAS TRAMPAS SADUCEAS A LAS ILUSIONES IRRISORIAS

Por HERMANN TERTSCH
El País  Miércoles, 26.06.02

EL PLAN DE BUSH PARA ORIENTE PRÓXIMO

Ya tenemos el tanto tiempo esperado 'Plan Bush' para acabar con una guerra en Palestina que todos, menos su máximo responsable -el primer ministro israelí, Ariel Sharon-, ven con creciente perplejidad e impotencia, cuando no ofuscación. El plan -si como tal se quiere calificar al contenido del discurso del presidente George W. Bush en los jardines de la Casa Blanca el lunes- viene a prometer apoyo norteamericano a la creación de un Estado palestino 'provisional' (sepa Judas qué significa dicha provisionalidad) a cambio de que el pueblo palestino elija una dirección nueva de su Autoridad Nacional sin el actual presidente, Yasir Arafat, ni otros líderes 'relacionados con el terrorismo'.
No puede sorprender que no haya muchos cómos, ni cuándos -salvo el nebuloso plazo de tres años-; ni siquiera dóndes en este plan. Todo se deja para más adelante: Jerusalén, asentamientos, fronteras, vallas, compensaciones. Positivo es que la declaración debe interpretarse como la proclamación definitiva de la nueva voluntad norteamericana de intervenir en un conflicto del que se ha querido desentender desde que este presidente asumió su cargo. Lo que sí sorprendía ayer era tanta proliferación de declaraciones amables de muchos países árabes y europeos que hasta ahora insistían en la obviedad de que no deja de ser un sarcasmo de que sea Estados Unidos -o más bien Sharon- el que decida cuándo una dirección electa palestina es suficientemente 'kosher' para que se pueda negociar con ella.
Porque Arafat y sus secuaces han sido sin duda una desgracia para el pueblo palestino. Y es cierto que la Comunidad Internacional en general sueña con la existencia de un líder moderado, no comprometido en el pasado con la violencia, que pudiera gozar del apoyo del que goza el raís entre su pueblo. Pero resulta grotesco que Washington pida la caída del único líder árabe electo con la aquiescencia explícita y el moderado aplauso de las dictaduras y satrapías árabes de la región. Aparte del lógico entusiasmo de Ariel Sharon. Al fin y al cabo, él ha escrito cuatro quintas partes del guión.
Arafat ha convocado elecciones para enero próximo. Nadie duda de que se presentará si aún vive y puede, y pocos creen que no ganará, de hacerlo. Entonces, la comunidad internacional, y sobre todo Estados Unidos y Europa, tendrían que optar por perpetuar la parálisis de todo el proceso de paz por la permanencia de Arafat al frente de la ANP o proclamar abiertamente su desprecio por las reglas democráticas. A Washington esto último le podría resultar más fácil que a Europa.
Pero en realidad, el Plan que tantos aspectos positivos contiene según los benevolentes primeros análisis, equivale a una trampa saducea y presupone que Arafat ya no estará en enero en disposición de presentarse. Destruidas las infraestructuras de su autoridad, asesinados muchos miembros de su entorno de confianza y seguridad, en medio de una ofensiva ya indefinida de ocupación de Palestina por parte del Ejército israelí, el destino de Arafat ha sido entregado ya al capricho de Sharon. Puede deportarlo o matarlo, tanto a él como a sus fieles y a tantos otros palestinos que Sharon considere terroristas, cuyo 'transfer' (eufemismo para la expulsión de los territorios a terceros países) piden ya abiertamente en la prensa y los partidos gubernamentales. Si se incluye en la acción a familias y clanes, puede que recordemos la expulsión a Europa de trece activistas de la Iglesia de la Natividad de Belén como el comienzo de una política de limpieza étnica a gran escala.
Sharon tiene de hecho ahora las manos libres para proseguir con la destrucción de viviendas, carreteras y depósitos de agua, mientras no llegue un 'palestino bueno' a la jefatura de una autoridad virtual. Al ritmo actual de destrucción, muchas de las ciudades palestinas serán ya en enero próximo unas escombreras invivibles.

Resulta muy clarificador del grado de angustia que Sharon, Arafat y el terrorismo en general han generado internacionalmente, el hecho de que Europa y los países árabes vean en este plan un motivo para ilusiones. Éstas son, por desgracia, irrisorias. No puede caber tanta ingenuidad como para pretender encontrar, bajo la ocupación, un liderazgo para la ANP que goce del beneplácito de Sharon y Bush y sea considerado por los palestinos algo más que un colaboracionista que merece la horca. Por eso resulta evidente que no existe un Plan Bush, sino un Plan Sharon. Que, a diferencia del presentado el lunes, se va cumpliendo.

DE LAS MUY MALAS VIBRACIONES EUROPEAS

Por HERMANN TERTSCH
El País  Jueves, 20.06.02

COLUMNA

En la política se entra, por lo general, de forma voluntaria. Por eso no deben dar pena ni tan siquiera esos políticos que, véase a Javier Solana o a Miguel Angel Moratinos, se dedican, con obsesión y auténtica sed de disgustos, a deshacer entuertos ajenos, sacrificando salud, tiempo, familia y satisfacciones que tendrían aseguradas de no mediar una vocación por lo público que raya en lo extravagante. Pero no son muchos los que levitan en sus ansias por el bien común en busca de soluciones amplias para situaciones dramáticamente angustiosas que no les atañen en lo privado. No son hoy muy buenas las vibraciones en Europa.
El faldicortismo político se ha adueñado de nuestra política, de nuestras televisiones y por lo tanto de nuestras vidas. Aunque no todo son malas noticias. A algunos se les nota tanto el solipsismo megalómano que logran generar muy sanas gratificaciones cuando fracasan en sus empeños. Caso destacado en este sentido ha sido esta semana el presidente del partido ODS de la República Checa, Vaclav Klaus, que ha perdido su probablemente última oportunidad de asumir la jefatura del Gobierno y ejercer -es cuestión de carácter- como Rey Sol en Praga. Por supuesto que los socialdemócratas checos que le han derrotado no son lo que pudiera llamarse una asociación de sabios. Son grises, romos y encima chovinistas. Pero son, si logran arrebatar a Klaus toda posición de poder, la menos mala de las soluciones para un país acomodaticio y tramposo en lo político. Pero la derrota de Klaus no es sólo una buena noticia para quienes aun creen que los ciudadanos son algo más que carne de estadística. Es también el último gran favor que hace a su pueblo, antes de dejar la presidencia de la República en febrero, otro Vaclav muy distinto, que es Havel, uno de esos grandes hombres de espíritu y acción que nos otorgó el siglo XX y que abandona la escena política y nos dejará a todos un gran vacío.
La mera consciencia de que han existido gentes como él, como Winston Churchill, como Robert Schumann o Friedrich Ebert o el también checo Tomas Garrigue Masaryk a principios del pasado siglo, induce hoy en día a la melancolía. Más cuando estamos en vísperas de que se reúna en Sevilla la cúpula de la media Europa rica y conocemos bien al elenco que allí se reunirá, bien intencionado con seguridad, pero tan arrogante en sus ademanes como modesto y pacato en sus visiones políticas generales.
Bronislaw Geremek, buen amigo de Havel desde los tiempos de la resistencia a la estulticia criminal comunista en Europa Oriental, lamentaba hace unos días en la Residencia de Estudiantes de Madrid la miseria que supone la falta de visión política global de nuestros dirigentes europeos y los peligros que alberga su cicatería e indecisión a la hora de enfrentarse a retos que exigen de ellos algo más que guiños a sus electores y carantoñas a los medios de comunicación. Geremek, historiador, gran medievalista, sabe de Europa y de las almas diversas y enfrentadas en este continente. Y advierte sobre los riesgos que conlleva el huir de los retos capitales por miedo a los propios electorados, a revisar la PAC o medrar con el miedo.
La inmigración en Europa es muy necesaria pero es también un problema muy evidente para amplias masas y un riesgo potencial para la cohesión democrática de nuestras sociedades. Bien está por tanto que Sevilla busque soluciones globales para una nueva situación que ha causado en todos perplejidad y en muchos miedo.

Pero la ampliación de la Unión Europea -esa que muchos ya quieren olvidar, según parece- no sólo es un deber histórico para con unos pueblos del este europeo en su día abandonados ante la ferocidad totalitaria y necia. Es también una medida necesaria para que Europa crezca en libertad y bienestar sin verse invadida por fantasmas del pasado. Quienes crean que la ira de sus agricultores subvencionados es más peligrosa que la ira de pueblos vecinos frustrados y humillados serán castigados por la historia. La cohesión democrática interna de la UE solo servirá de algo si no convertimos nuestros aledaños en pozos de nacionalismo, pobreza, hostilidad y resentimiento.

ENTRE LA VERGÜENZA Y EL MIEDO

Por HERMANN TERTSCH
El País  Jueves, 13.06.02

COLUMNA

Israel comienza esta semana con la primera fase de la construcción de la valla de protección, que llegará a tener 340 kilómetros de longitud y servirá supuestamente para fortalecer la seguridad de su población. Mil millones de dólares de la decrépita economía israelí se va a gastar en ello Ariel Sharon, aunque ya ha advertido de que no está dispuesto a excederse en indemnizaciones por la expropiación de terrenos. Tampoco permitirá que haya dilaciones por negociación sobre compensaciones. O se toman o se dejan. Como las lentejas. ¿Adivinan quiénes son propietarios de esas tierras? No, no son los colonos judíos.
Sharon ha insistido en que esta nueva barbaridad, producto de la militarización de la seguridad en detrimento de la diplomacia, no marca una frontera geopolítica, sino un mero dispositivo antiterrorista. Lo sabíamos. Porque Sharon no va a trazar fronteras entre territorios que considera propios. Su ofensiva para ganar tiempo y crear -cuando sea; se siente fuerte- las condiciones que hagan aceptar a los países árabes la anexión de Gaza y Cisjordania por parte de Israel no ha hecho sino comenzar. La doctrina de que Samaria, Judea y Gaza son Israel vuelve a ser asumida por un Estado secuestrado por Sharon en el que los demás referentes políticos -véase a Simón Peres- son caricaturas irrelevantes. Salvo Bibi Netanyahu, que quiere lo mismo, pero haciéndolo él. Se acabó la comedia de 'paz por territorios'. Veremos las consecuencias. La historia dirá si Sharon acaba dilapidando no ya miles de vidas israelíes y palestinas, sino la propia existencia del Estado que ha secuestrado.
Su primera proclamación de estas intenciones la publicó en The New York Times el domingo. Asegura que la resolución 242 de 1967 no dice lo que dice -que Israel tiene que abandonar los territorios conquistados en 1967- sino que al conceder a Israel el derecho a fronteras seguras le permite establecer cuáles cumplen estas condiciones y así le permite trazarlas incluyendo los territorios ocupados en la guerra. Luego, los territorios no están ocupados y son ajenos, sino en disputa. Primer paso hacia grandes ideas simples. En Washington existe tal confusión, falta de liderazgo e ignorancia, que nadie parece darse cuenta de lo que significa la aventura temeraria a la que EE UU se lanza con esta política de manos libres para Sharon.
En EE UU, la histeria antiterrorista no sólo amenaza con dinamitar unos derechos civiles que fueron ejemplo para todas las democracias del mundo. Está nublando las mentes de quienes podrían evitar que este presidente se convirtiera en un peligro público global. Los esfuerzos por simular firmeza de un Bush tan obviamente débil son tan patéticos como peligrosos para norteamericanos e israelíes, por no hablar de palestinos. En los últimos días sobre todo. Ante el presidente egipcio, Hosni Mubarak, Bush dijo que hay que entablar relaciones para un rápido establecimiento del Estado palestino. Días más tarde, con Sharon sentado a su lado, dice que antes ha de profundizarse la democracia palestina. Sharon será quien decida hasta dónde.

Y en el Jerusalem Post de ayer, tan cercano a Sharon, Michael Freund anuncia que Israel debe dejar de disculparse por haber conquistado unos territorios que les pertenecen por origen bíblico y conquista en una guerra que, cierto es, Israel no inició. Luego hay que anexionar Cisjordania y Gaza. Al fin y al cabo, ya son prácticamente inviables como Estado soberano, surcados por vallas, autopistas y asentamientos que ocupan hoy a más soldados que colonos tienen en su interior. Jordania, Líbano, Siria y Egipto tienen juntos más de 60 veces el territorio del Estado judío, luego también sitio para acoger a todos los palestinos. Así de fácil. Con un presidente tan débil en Washington, Sharon se sabe el dueño en la Casa Blanca. Cada vez que la pisa. Pero es tan consciente de la falta de carácter de Bush que le ha dejado a una serie de altos funcionarios propios para que garanticen que no vuelve a cambiar de opinión tras la entrevista que mantendrá con el ministro de Exteriores saudí. ¡Qué vergüenza! Pero ante todo, ¡qué miedo!