Por HERMANN TERTSCH
El País Sábado,
07.09.02
LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Los nervios de algunos están desatados en estas postrimerías
del verano. Y con razón. Porque en pocas semanas han cambiado mucho las cosas
en Euskadi y quienes tan cómodamente han cosechado réditos de la situación
previa, de la intimidación masiva de todas las opciones políticas no
nacionalistas, de la impuesta catequesis etnicista a cargo de los fondos
públicos y de la constante llamada a la complicidad o al menos generosa
comprensión hacia los móviles del crimen. Están nerviosos muchos. Porque todo
parece indicar que se ha acabado la larga fiesta de la impunidad del 'pim, pam,
pum'. Los asesinos han ido llenando las cárceles de forma inexorable en los últimos
años pero sus jaleadores, exégetas y mecenas gozaban de esa exquisita
normalidad que se les negaba a todos los que discrepaban con ellos.
Joseba Azkarraga, consejero de Justicia del Gobierno vasco,
está tan preocupado como Arnaldo Otegi ante la evolución puesta en marcha por
la Ley de Partidos Políticos y los autos del juez Baltasar Garzón. ¿Por qué
rayos acaban coincidiendo siempre estos dos personajes? Hoy el partido de
Azkarraga, Eusko Alkartasuna, ha convocado una beatífica manifestación en 'defensa
de las libertades' de esa asociación de delincuentes que es Batasuna, por muy
honrados, que no honestos, que sean sus votantes. Euskadi ha sido Weimar
durante demasiado tiempo. El suficiente para que una o dos generaciones crean
que no hay alternativa a la sumisión y que es conveniente y rentable adaptarse
o asociarse con quienes imponen ese miedo que emponzoña pensamiento y
conductas. Ha sido más barato calumniar al judío constitucionalista que
reprender al camisa parda aberzale.
Dicen el PNV y EA y el bufón minoritario de Ezker Batua, que
Batasuna pasará a una clandestinidad cuasi heroica. Aseguran que decenas de
miles de votantes de Batasuna se lanzarán al monte como partisanos balcánicos.
Tranquilos, porque no va a pasar. Nuestros muy instalados y burgueses
beneficiarios de la inmensa red de ventajismos, extorsiones y subsidios tienen
casa propia, costumbre de aperitivo y relaciones muy humanas forjadas en esa
propia normalidad de la que no gozan sus adversarios políticos. No van a
renunciar a ello. Cuando los convocantes de una manifestación de apoyo al
crimen paguen con su hacienda, los padres de menores fanatizados tengan que
asumir los daños causados por sus querubines y los propietarios de los bares en
Euskadi echen sin contemplaciones a quienes quieren imponerles en el local una
hucha para financiar a los asesinos, saldremos, paulatinamente, del estado de
excepción. Tras más de dos décadas de perplejidades, confusión y complejos,
estamos asistiendo a la proclamación de la mayoría de edad de la democracia en
España. Es motivo de satisfacción aunque persistan las amenazas de muerte y
dolor. Aunque los nervios lleven a algunos que creíamos parte de la sociedad
civilizada y democrática a saltar al otro lado del espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario