Por HERMANN TERTSCH
El País, Palermo,
04.09.02
Líderes religiosos, políticos e intelectuales critican el
unilateralismo de la política de Bush
George W. Bush tiene poder militar y económico más que
suficiente para ganar una guerra a Irak y derribar al régimen de Sadam Husein.
Pero no tiene ni tendrá nunca el poder necesario para garantizar la seguridad
de EE UU y de sus ciudadanos ni la estabilidad y la muy precaria paz en el
mundo si se obstina en su actual política unilateralista y de enfrentamiento
con todo aquel que no muestre plena adhesión a sus planes. Éste es el mensaje
que emana de la Cumbre Mundial Interconfesional celebrada en Palermo.
En la ciudad siciliana se congregaron 1.500 líderes
religiosos, políticos y sociales, intelectuales y analistas, convocados por la
comunidad romana de San Egidio. Estuvo omnipresente el conflicto de Oriente
Próximo y la estrategia de dinamitación de puentes de contacto y diálogo. Las
intervenciones, que no escatimaron críticas al fanatismo y a la intoxicación
política e ideológica de las religiones, condenaron en abrumadora mayoría la
lógica del uso de la fuerza militar y la humillación que domina la política de
EE UU e Israel así como las estrategias apocalípticas del fundamentalismo
islámico.
En Palermo quedó patente la creciente soledad de la
Administración norteamericana con su política hacia Irak como en Oriente
Próximo. Todas las muestras de solidaridad y simpatía hacia EE UU como víctima
del ataque del 11-S no han eclipsado en los dos días de deliberaciones la
manifestación masiva de desasosiego, cuando no miedo explícito, ante la
política norteamericana, compartido por los representantes de las grandes
religiones mundiales, así como intelectuales y políticos de todo el mundo.
El embajador de EE UU ante la Santa Sede, Nicholson,
confirmó a EL PAÍS que el Vaticano le manifiesta desde hace meses su grave
preocupación y disconformidad con la política norteamericana hacia Irak y en
Oriente Próximo. 'Es evidente que nosotros tenemos aún que hacer un gran
esfuerzo de información para que los demás compartan nuestra convicción de que
Irak supone un peligro inminente'. El embajador recordó que el diplomático y ex
jefe de la CIA recientemente fallecido, Vernon Walters, solía viajar a Roma en
la década de los ochenta, enviado por Ronald Reagan, para enseñarle al papa
Juan Pablo II los mapas aéreos que demostraban el despliegue de misiles
soviéticos en Centroeuropa y que evitaron la oposición del Vaticano a la doble
decisión de la OTAN, cuando en la década de los ochenta se acordó
estacionar misiles de alcance medio en Europa como respuesta al despliegue de
las SS 20 de la Unión Soviética.
Nicholson considera que la actual situación requiere de su
país de un esfuerzo explicativo a los aliados todavía pendiente. 'Tenemos mucha
información, pero hay que compartirla' dijo, en lo que parece un alineamiento
con su secretario de Estado, Colin Powell, opositor a la política
unilateralista del vicepresidente Dick Cheney y del secretario de Defensa,
Donald Rumsfeld.
Desde 1986, cuando, por deseo expreso del Papa, se organizó
en Asís el primer gran encuentro ecuménico para el diálogo entre las religiones
y la cultura, la Comunidad de San Egidio ha logrado institucionalizar este foro
de diálogo de autoridades de todo el mundo en un esfuerzo común por rebatir las
tesis sobre la inevitabilidad del choque de civilizaciones. En ciertos campos
ha logrado éxitos insospechados, como su mediación decisiva en las
negociaciones para poner fin a la guerra en Mozambique.
Los retos actuales, un año después del atentado a las Torres
Gemelas, exceden todo lo habido y han dominado todos los foros de la
conferencia. El Papa Juan Pablo II, cuya alocución fue leída en la apertura,
expresaba su preocupación por la evolución tras el fatídico 11-S. El presidente
de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, hizo un balance demoledor del
proceso de descomposición de la confianza que, tras las esperanzas de un mundo
más seguro surgidas con la revolución democrática en el Este de Europa, amenaza
con romper toda cultura del diálogo, especialmente desde el 11-S. África
cautiva por el hambre y la miseria; parte de Latinoamérica en plena espiral de
violencia y pobreza; Oriente Próximo en guerra; otra guerra, probablemente más
terrible, en ciernes y las intolerancias y los fanatismos nacionales e
ideológicos resurgentes en todo el mundo, así como el reactivado culto a la
fuerza militar, han marcado este encuentro en el que se ha querido hablar de la
identidad, de la fe y de la diversidad. Pero, bajo el peso de la realidad, se
ha hablado más de las amenazas para la frágil convivencia entre culturas,
religiones y civilizaciones.
CONVERGENCIA DE CULTURAS
Miles de policías han ocupado Palermo estos días durante el
XVI 'Encuentro Internacional sobre Religiones y Culturas, entre el conflicto y
el diálogo'. En las torres de la magnífica catedral de Palermo y los balcones
del Palacio de los Normandos, pero también en cada esquina, en helicópteros,
coches y camiones, vigilaban la capital de Sicilia en busca de una amenaza
difusa.
Un encuentro de destacados católicos y protestantes,
musulmanes suníes y shiíes, rabinos, monjes budistas y sikhs, tiene muchos
enemigos potenciales. Más aún a una semana de cumplirse un año desde el 11 de
septiembre. El diálogo entre culturas y religiones, entre civilizaciones a las
que muchos quieren obligar a enfrentarse, está en peligro.
La elección de Sicilia como sede de este encuentro no era
casual por tanto, dado su pasado fenicio, griego, romano, normando, árabe,
español e italiano y su papel en la historia como plataforma de convergencia de
culturas y religiones, pero también como triste escenario de la crueldad, la
ignorancia y la intolerancia.
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