Por HERMANN TERTSCH
El País Miércoles,
17.04.02
GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO
Centenares de muertos, ciudades arrasadas, miles de
detenidos y desaparecidos, millares de familias sin hogar, depósitos de agua
dinamitados, infraestructura demolida y, por cada terrorista real detenido, mil
palestinos decididos a ocupar su puesto. Fuera de los territorios hay que
añadir un antisemitismo rampante y un aumento de la inseguridad para los judíos
dentro de Israel y en todo el mundo. Aparte de la quiebra moral de la
democracia israelí y la constatación internacional de que Estados Unidos son
gobernados hoy por un equipo al que es absolutamente ajeno el mero concepto de
la grandeza política. Después de lo sucedido está claro ya -incluso para los
admiradores de la democracia norteamericana y amigos de Israel- que la
existencia de una sola megapotencia convierte el criterio del electorado
norteamericano en el mayor peligro global como al del electorado israelí en una
bomba. Este podría ser el balance de la operación Muro Defensivo del primer
ministro israelí, Ariel Sharon.
Es el balance provisional, porque ya se adivinan mayores
miserias no sólo sobre el terreno, también en las alturas diplomáticas. No de
otra forma puede interpretarse 'la positiva acogida' norteamericana a la
propuesta de celebrar en Washington una conferencia de paz con los
países árabes moderados, sin Europa y sin Arafat. Sharon ofrece una
reunión entre amigos en la que elige escenario, participantes y, por supuesto,
agenda. Arafat seguiría en su celda, los europeos excluidos porque Sharon ha
decidido que ya no habla con Javier Solana -así de fácil son las cosas- y a
los árabes buenos se trataría de convencerlos -comprarlos- para que
sancionaran definitivamente la creación de unos hometowns palestinos
rodeados por muros y vallas. Para adornarlo todo, se sacrificarían un par de
asentamientos cuyos colonos neoyorquinos bien pueden realojarse en algún barrio
ortodoxo de Jerusalén. Confinados en estas jaulas algo mayores que la impuesta
a Arafat desde hace tres semanas, el tiempo y la miseria se encargarían de
forzar a la emigración a los palestinos. Hace apenas una semana, Powell buscaba
en Madrid un frente común internacional para imponer una paz justa y viable.
Ahora sale apoyando este bodrio. Lo único esperanzador en este baile de
miserias, abusos y falta de carácter es que la propuesta no tiene posibilidad
alguna de prosperar. Se quedará en alarde de falta de respeto. Al prójimo y a
sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario