jueves, 12 de noviembre de 2015

“CARMEN”, CON PLÁCIDO DOMINGO, OBTIENE UN GRAN ÉXITO EN VIENA

 Por HERMANN TERTSCH
   El País, Viena, 20.01.84

La primera función de la ópera Carmen, de Bizet, con escenografía de Franco Zeffirelli, que tuvo lugar el miércoles en la ópera estatal de Viena, tuvo dos triunfadores, los dos cantantes protagonistas, Agnes Baltsa y Plácido Domingo. A ellos estuvieron dedicados los más de 20 minutos de aplausos al final de la representación. La crítica coincidió ayer en que la gran expectación despertada por esta obra, poco común incluso para la capital austriaca, se ha visto justificada por la actuación de Baltsa y Domingo. Ella, como Carmen ideal, "con todos los matices de la sensualidad, entre el eros y la muerte", como señalaba un prestigioso comentarista musical. Para Domingo, el público vienés ya no sabe qué elogios inventar. Se habla de él como del "tenor más noble, con una musicalidad noctámbula plena de inteligencia". Fueron ellos dos los que hicieron que la noche del miércoles, que se convirtió en una gala de la sociedad vienesa, donde se dieron cita desde destacados miembros del cuerpo diplomático hasta el futbolista Hans Krankl, no se torciera, como estuvo a punto de suceder antes del tercer acto, cuando un pequeño grupo de espectadores silbó y abucheó al director de la orquesta y responsable de la ópera de Viena, Lorin Maazel. Aunque todos coinciden en que esta muestra de desacuerdo fue improcedente e incluso injusta, la crítica volvió a Maazel con dureza.
Aunque existen fundadas sospechas de que la crítica vienesa ha perdido la ecuanimidad para con el director de la ópera de Viena, también a gran parte del público le pareció que Maazel dirigió muy lentamente el primer acto, y muchos añoran ahora la actuación de Carlos Kleiber al frente de la orquesta en la primera escenificación que Franco Zeffirelli hizo de Carmen en 1978. Respecto al director italiano, algunos piensan que su escenificación ha perdido fuerza desde entonces, y son muchos los que creen que hubiera sido conveniente que Zeffirelli se hubiera tomado más tiempo para el estudio de la parte dramática con los protagonistas.
Tras la ópera, y para prolongar el acontecimiento social, el embajador de España en Viena, Juan Luis Pan de Soraluce, ofreció una cena en la Embajada, tras la cual, Plácido Domingo recibió el título de hijo predilecto de la villa de Madrid.

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