martes, 24 de abril de 2018

AMBOS O NINGUNO


Por HERMANN TERTSCH
El País  Viernes, 27.06.03

COLUMNA

Es cierto que el documento sobre seguridad exterior y defensa de Europa elaborado por Javier Solana es lo más sensato, inteligente y valiente que se ha elaborado al respecto en la Unión Europea probablemente desde que se fundó. Un hecho que, lamentablemente, no prejuzga su relevancia futura. La historia europea está plagada de buenas ideas anegadas después por el trinomio de realidades, intereses y miserias en mala constelación. No es menos cierto que el comunicado conjunto de Estados Unidos y la Unión Europea, emitido en la cumbre de Washington, es un elogioso y acertado esfuerzo por recomponer una retórica transatlántica común tras la cruel y necia cacofonía orquestada con celo y entusiasmo a ambos lados del Atlántico desde meses antes de la guerra en Irak. En los dos textos se percibe el efecto esta vez tan beneficioso del trinomio mencionado. Realidades tercas, intereses legítimos y miserias inocultables pueden ser buen mimbre para voluntad conciliadora y sentido común.
En Estados Unidos, aunque nuestros protobolcheviques de salón europeos no se hayan enterado aún, soplan malos tiempos para los no menos protobolcheviques de la escuela postroskista que lidera el halcón neoconservador Donald Rumsfeld, a los que tanto escuchó desde el 11 de septiembre el presidente George Bush. En la política norteamericana puede salir indemne e impune un matón o un ladrón, pero nunca un chapuza. Y la situación en Irak está demostrando que las chapucerías del Pentágono en sus planteamientos para la posguerra han sido tan abismales que su máximo responsable, Rumsfeld, no puede ya salir de su actitud defensiva y muy probablemente esté muy cerca del final de su vida pública. Hoy, el único político de la Administración de Washington con presencia internacional aparte de Bush es ese general tierno, al que muchos veían defenestrado hace seis meses, que es el secretario de Estado Colin Powell. Irak permite entender hasta al americano más simple del profundísimo Oregón que EE UU necesita amigos. Para repartir cargas, sinsabores y también víctimas en las grandes empresas imprescindibles como es hoy la creación de un nuevo equilibrio y la pacificación en Oriente Próximo. Y entienden que para tener y mantener amistades es mejor no presumir de pendenciero e insultón, aunque se sea el más uno, grande y libre. EE UU vota el año que viene. La incompetencia del Pentágono es trágica por las víctimas y los daños que produce, pero genera a un tiempo esperanzas en que pronto pierdan su influencia esos peligrosos políticos intelectualizados con entusiasmo experimentador. Es en Irak y en Palestina donde la UE y EE UU se juegan hoy su credibilidad y su seguridad. No está mal que haya atisbos de que existe cierta percepción de que han de ser de ambos o ninguno.
¿Y en Europa? Aquí parece que los más aguerridos adalides de la superioridad moral se han dado cuenta -nunca lo reconocerán más que por la vía de la enmienda- de que se equivocaron antes de la guerra y de que en conflictos inevitables se ha de estar, pese a desavenencias, con quien comparte un máximo de intereses y principios. La equidistancia acaba siendo defensa tácita del enemigo del sistema propio cuando no complicidad suicida. De Madrazos está el mundo lleno. Y no nos podemos permitir Madrazos en Berlín o París. Así las cosas, los europeos que acusan, con razón, a EE UU de mantener una postura unilateral y arrogante, han de darse cuenta de que posturas unilaterales y arrogantes de Europa, en nuestra actual situación y con la proliferación de conflictos externos, retos para la estabilidad y amenazas difusas o concretas, son patéticas y peligrosas. Solana ha acabado, sobre el papel, con el angelismo europeo. El comunicado común transatlántico ratifica la voluntad de aunar, en una situación mundial imprevisible, los esfuerzos por solucionar conflictos. Bienvenidos ambos. Culturalmente, Europa y EE UU no dejarán por ello de alejarse. Pero en los grandes retos de este nuevo siglo incierto debiéramos estar seguros de que nuestro concepto del mundo, del individuo y de la libertad sólo sobrevivirá si los defendemos juntos.

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