Por HERMANN TERTSCH
El País Viernes,
27.06.03
COLUMNA
Es cierto que el documento sobre seguridad exterior y
defensa de Europa elaborado por Javier Solana es lo más sensato, inteligente y
valiente que se ha elaborado al respecto en la Unión Europea probablemente
desde que se fundó. Un hecho que, lamentablemente, no prejuzga su relevancia
futura. La historia europea está plagada de buenas ideas anegadas después por
el trinomio de realidades, intereses y miserias en mala constelación. No es
menos cierto que el comunicado conjunto de Estados Unidos y la Unión Europea,
emitido en la cumbre de Washington, es un elogioso y acertado esfuerzo por
recomponer una retórica transatlántica común tras la cruel y necia cacofonía
orquestada con celo y entusiasmo a ambos lados del Atlántico desde meses antes
de la guerra en Irak. En los dos textos se percibe el efecto esta vez tan
beneficioso del trinomio mencionado. Realidades tercas, intereses legítimos y
miserias inocultables pueden ser buen mimbre para voluntad conciliadora y
sentido común.
En Estados Unidos, aunque nuestros protobolcheviques de
salón europeos no se hayan enterado aún, soplan malos tiempos para los no menos
protobolcheviques de la escuela postroskista que lidera el halcón neoconservador
Donald Rumsfeld, a los que tanto escuchó desde el 11 de septiembre el
presidente George Bush. En la política norteamericana puede salir indemne e
impune un matón o un ladrón, pero nunca un chapuza. Y la situación en Irak está
demostrando que las chapucerías del Pentágono en sus planteamientos para la
posguerra han sido tan abismales que su máximo responsable, Rumsfeld, no puede
ya salir de su actitud defensiva y muy probablemente esté muy cerca del final
de su vida pública. Hoy, el único político de la Administración de Washington
con presencia internacional aparte de Bush es ese general tierno, al que muchos
veían defenestrado hace seis meses, que es el secretario de Estado Colin
Powell. Irak permite entender hasta al americano más simple del profundísimo
Oregón que EE UU necesita amigos. Para repartir cargas, sinsabores y también
víctimas en las grandes empresas imprescindibles como es hoy la creación de un
nuevo equilibrio y la pacificación en Oriente Próximo. Y entienden que para
tener y mantener amistades es mejor no presumir de pendenciero e insultón,
aunque se sea el más uno, grande y libre. EE UU vota el año que viene. La
incompetencia del Pentágono es trágica por las víctimas y los daños que
produce, pero genera a un tiempo esperanzas en que pronto pierdan su influencia
esos peligrosos políticos intelectualizados con entusiasmo experimentador. Es
en Irak y en Palestina donde la UE y EE UU se juegan hoy su credibilidad y su
seguridad. No está mal que haya atisbos de que existe cierta percepción de que
han de ser de ambos o ninguno.
¿Y en Europa? Aquí parece que los más aguerridos adalides de
la superioridad moral se han dado cuenta -nunca lo reconocerán más que por la
vía de la enmienda- de que se equivocaron antes de la guerra y de que en
conflictos inevitables se ha de estar, pese a desavenencias, con quien comparte
un máximo de intereses y principios. La equidistancia acaba siendo defensa
tácita del enemigo del sistema propio cuando no complicidad suicida. De
Madrazos está el mundo lleno. Y no nos podemos permitir Madrazos en Berlín o
París. Así las cosas, los europeos que acusan, con razón, a EE UU de mantener
una postura unilateral y arrogante, han de darse cuenta de que posturas
unilaterales y arrogantes de Europa, en nuestra actual situación y con la
proliferación de conflictos externos, retos para la estabilidad y amenazas
difusas o concretas, son patéticas y peligrosas. Solana ha acabado, sobre el
papel, con el angelismo europeo. El comunicado común transatlántico ratifica la
voluntad de aunar, en una situación mundial imprevisible, los esfuerzos por
solucionar conflictos. Bienvenidos ambos. Culturalmente, Europa y EE UU no
dejarán por ello de alejarse. Pero en los grandes retos de este nuevo siglo
incierto debiéramos estar seguros de que nuestro concepto del mundo, del
individuo y de la libertad sólo sobrevivirá si los defendemos juntos.
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