EL PAÍS Viena, 30.09.83
El 9º Congreso Internacional de Criminología, inaugurado
esta semana en Viena, se está desarrollando bajo el signo del ya tradicional
enfrentamiento entre las dos corrientes de la criminología, las llamadas
oficial y crítica.
La primera de las corrientes, también
denominada funcional, y
representada mayoritariamente por expertos dependientes de organismos
estatales, como la policía y la administración de justicia, pugna especialmente
por centrar la discusión en la búsqueda de una base teórica para sustentar la
actuación del aparato del Estado en la lucha contra la criminalidad. La
corriente crítica, en la que se
alinean sobre todo criminólogos de universidades e institutos sociológicos,
propugna una mayor dedicación al análisis de las causas del delito, de los factores criminógenos (¿qué
es delito?, ¿quién delinque?, ¿por qué delinque?). Al congreso, organizado por
la Sociedad Internacional de Criminología, asisten alrededor de 1.000 expertos
de todo el mundo, entre ellos 17 españoles, que representan a la policía, al
Ministerio del Interior, Consejo del Poder Judicial e institutos
criminológicos.
Leyes 'criminógenas'
Otra dificultad que surge,
debido a la presencia de expertos de países con sistemas políticos muy
diversos, es la definición de cierto tipo de delitos, ya que no están
tipificados como delito los mismos actos en Turquía que en Alemania Occidental,
en Irán que en Chile. Uno de los aspectos más destacados por diversos oradores
de las primeras jornadas fue el carácter supuestamente criminógeno de
ciertas leyes. Así, en una paralela implícita con la ley seca de
la Norteamérica de los años veinte, se expuso el posible efecto de fomento de
la delincuencia que puede tener la represión del consumo de drogas, al crear un
mercado negro que supone un mayor beneficio para el traficante y unos altos
precios de la droga, que inducen al adicto al robo o atraco para poder adquirir
la droga.
También se trataron varias
modalidades nuevas de
delincuencia, como la violación de leyes de protección del medio ambiente o la
criminalidad de cuello blanco o económica,
especialmente en lo que se refiere a la manipulación ilícita de ordenadores.
Inseguridad ciudadana y negocio
Otra cuestión de especial
interés, habida cuenta de la situación criminal española, es la elaboración de estadísticas
de delitos, su manipulación y su impacto sobre la opinión pública. Según
estimaciones generales, el índice habitual de delitos denunciados -los que
aparecen en las estadísticas- no suele superar el 20% de los delitos
efectivamente cometidos. El número de los delitos denunciados está en
proporción directa a la credibilidad y eficacia policial, según estudios
criminológicos. Otro fenómeno directamente relacionado con la sensación de
inseguridad ciudadana es la aparición de las empresas de seguridad, que se
nutren directamente de la misma. Estas empresas, que se han convertido en
enormes negocios en los países occidentales, necesitan una población con
sensación de inseguridad y una policía estatal desacreditada, ya que sólo así
garantizan sus ventas y contratación de sus agentes privados.
"La psicosis de
inseguridad ciudadana no sólo vierte dividendos políticos a los círculos
políticos que propugnan una primacía absoluta de la represión, especialmente en
los delitos contra la propiedad, sino también dividendos económicos para los
propietarios de las empresas de seguridad, que muchas veces son los
mismos", según señaló un asistente al congreso.
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