EL PAÍS Viena, 29.09.83
La agresión de la policía húngara a un disidente en Budapest
es el primer efecto palpable de los elogios del vicepresidente norteamericano,
George Bush, a Hungría, definiéndolo como un país "en fase de
liberalización" y susceptible de ser "seducido" por EE. UU.
Supone también un endurecimiento de las autoridades húngaras con respecto a los
disidentes.
El sociólogo Gabor Demszky fue
golpeado por cuatro policías de paisano al negarse a mostrar los documentos que
portaba en una cartera, según fuentes disidentes húngaras. Demszky fue
interceptado cuando salía de casa de Lazlo Rajk, hijo del ministro del Interior
del mismo nombre ejecutado en la era estalinista, y animador del movimiento
disidente.
Según las fuentes, Demszky
está hospitalizado en Budapest y sufre una conmoción cerebral. El grupo de
intelectuales en torno a Lazlo Rajk edita y distribuye publicaciones críticas
hacia el régimen de Janos Kadar. Dado que se trata de un grupo muy reducido y
sin vinculación real con la población húngara gozaban de relativa tolerancia,
aunque siempre han sufrido represalias más o menos directas. Observadores
políticos han señalado que tras el discurso de Bush en Viena era de esperar un
endurecimiento del trato con los disidentes en Hungría.
El discurso de Bush ha
fortalecido a la línea "dura" del partido, que puede presentarlo como
una confirmación de que la línea de reformas emprendida por Kadar supone un
alejamiento de los principios ideológicos. De cara a Moscú, el Gobierno tendrá
que endurecer la represión de la disidencia para evitar las suspicacias creadas
por las manifestaciones de Bush.
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