viernes, 21 de febrero de 2014

EE. UU. DISPUTA A LA URSS SU HEGEMONÍA EN EL ESTE

Por HERMANN TERTSCH
EL PAÍS Viena, 27.09.83


Las recientes declaraciones del vicepresidente de EE UU, George Bush, en Viena, anunciando una nueva política norteamericana hacia los países aliados de la Unión Soviética en Europa del Este, han levantado una oleada de reacciones en los países aludidos y en otros que, como Austria, tienen un interés vital en la reducción de la tensión en Centroeuropa. Las afirmaciones de Bush suponen que Estados Unidos disputará a la URSS la influencia sobre los países del área socialista.

La nueva actitud norteamericana en la zona diferencia entre países socialistas buenos y malos, entre los que adoptan una política exterior más independiente de Moscú, medidas económicas liberalizadoras y un mayor respeto a los derechos humanos, y los que siguen una línea fiel en todos los órdenes al modelo soviético. El pronunciamiento de Bush supone un desafío sin precedentes a la URSS, ya que se trata de un anuncio formal de que EE UU pasará a disputarle al Kremlin los favores de los países de su área de influencia. También significa que EE UU ha decidido enterrar los acuerdos de Yalta, o su interpretación tradicional, que divide Europa en áreas de influencia de las superpotencias. Según medios diplomáticos en Viena, por mucho que ahora la Administración Reagan trate de restar vigencia a esta interpretación, hasta ahora, EE UU la había aceptado, como se demostró en el caso de la invasión soviética en Hungría en 1956.

A partir de ahora, Estados Unidos considera que Yalta, no establecía división de órbitas, sino una responsabilidad común de los tres aliados firmantes (EE UU, URSS y el Reino Unido) sobre los territorios liberados del nazismo. Bush señaló que "nosotros (por el Gobierno norteamericano) no reconocemos ninguna división legal de Europa". Tampoco el Acta de Helsinki establece, según Bush, la división territorial europea, "sino que es un compromiso para con los derechos humanos y la apertura", con lo que pone en duda toda la Ostpolitik defendida por el Gabinete federal alemán.

Si bien Bush negó que EE UU pretenda desestabilizar estos países del Este, también anunció ayuda americana "para todos aquellos grupos que quieran reavivar en estos países la cultura europea del pluralismo y la democracia". Las reacciones no se han hecho esperar. Muchos de los diplomáticos que escucharon el discurso criticaron sus simplificaciones. Bush equiparó los sistemas políticos de Austria y Yugoslavia, y destacó a Rumanía como un país que registra avances en su respeto de los derechos humanos. Como dijo el ex canciller austriaco Bruno Kreisky posteriormente, todo informador o diplomático instalado en Viena y con contactos en Rumanía sabe que el régimen de Nicolae Ceaucescu es, probablemente, el más represivo de todos los países del Pacto de Varsovia.

Falsificación histórica

Además, Bush incurrió en el error de identificar a los rusos con los soviéticos. El negar, como hizo, toda identidad europea a los rusos es una falsificación histórica que, ante un auditorio con gran tradición en contactos con el Este, causó estupefacción. Las reacciones de los países aludidos han sido de muy diverso signo. Para la URSS, sus aliados europeos no son sólo países satélites con una ideología común, sino también la franja de seguridad que requiere su sensibilidad histórica, causada por las dos grandes agresiones que asolaron Rusia, la napoleónica y la hitleriaria. Bulgaria, calificada por Bush como "muy represiva" y "que arma y entrena terroristas", respondió con tranquilidad y cierto tono despectivo. Los búlgaros han señalado que "es triste que el discurso de Bush sea muestra del nivel actual del pensamiento político norteamericano". Acusan a Bush de "odio patológico hacia el socialismo" y se defienden de las acusaciones sobre su vinculación al terrorismo internacional.

Checoslovaquia, que con Bulgaria y Alemania Oriental forma la lista negra expuesta por Bush, reaccionó más en contra de Austria, que "a pesar de su neutralidad permitió a Bush lanzar burdas diatribas injuriosas contra los países socialistas". Los países de la lista negra de Bush respondieron, por tanto, muy tranquilos a las acusaciones de Washington.

Caso contrario fue el de Hungría, puesta como ejemplo por sus avances en cuanto al respeto de los derechos humanos y su liberalización económica y política. Aunque no ha habido reacción oficial, medios diplomáticos en Viena se mostraron abiertamente consternados por las palabras de Bush. Hungría tiene mucho más que perder que otros en el caso de un aumento de tensión en la zona. El régimen de Janos Kadar ha logrado realizar grandes reformas en la economía, con un relanzamiento de la iniciativa privada que cada vez alcanza a mayores sectores de la producción. Gracias a ello, los húngaros disfrutan actualmente de una prosperidad relativa y una oferta de productos que no conoce ningún país del Este. También su libertad de movimientos es mucho mayor que la de sus vecinos. Todo ello ha sido posible gracias a un alineamiento total a la política exterior soviética y todo tipo de garantías de que, pese al experimento autónomo económico, la fidelidad a la comunidad socialista está fuera de dudas. De ahí que las alabanzas de Bush sólo puedan causarle perjuicios.

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