EL PAÍS Viena, 11.02.14
Alexander Dubcek, ex dirigente del partido y del Estado
checoslovaco, artífice del movimiento liberador conocido como la primavera de Praga,
se jubiló recientemente de su puesto de guardabosques en el Departamento
Forestal de Bratislava, en el más absoluto de los olvidos, soñando que algún día
volvería al Gobierno de su país. Dubcek había enviado hace meses una carta
al actual líder comunista, Husak, pidiéndole una prórroga de su contrato de
trabajo. Tenía la esperanza, expresada repetidas veces a sus amigos, de que,
estando en activo, algún día le volverían a encomendar tareas políticas. Aunque
sus amigos intentaron hacerle ver que esta esperanza era ilusoria, él no dejó
de esperar nunca. Estaba convencido de que tras la muerte de Leónidas Breznev,
de quien partió la idea de aplastar su primavera, tendría la
oportunidad de ayudar desde el Gobierno a solucionar la crisis económica en que se
encuentra su país. Gustav Husak le negó la prórroga y Dubcek recibió en su casa
de Bratislava el carné de jubilado. Desde que, en enero de 1968, Dubcek
sustituyera al estalinista Antonin Novotny en la jefatura del Partido
Comunista, corría en Checoslovaquia un aire fresco de esperanza e ilusión por
construir un "socialismo con rostro humano".
En la madrugada del 21 de agosto, ocho meses después del
nombramiento de Dubcek, tropas soviéticas y de otros países del Pacto de
Varsovia invadían Checoslovaquia y acababan por la fuerza con la primavera de Praga.
En abril de 1969 es sustituido por Gustav Husak. En enero del año siguiente
"cesa voluntariamente", según el comunicado oficial, de su puesto en
el Comité Central y poco después se le envía al ostracismo, como embajador en
Turquía. Pocos meses más tarde es expulsado del partido.
Relegado definitivamente de todo cargo político, Dubcek es
objeto de todo tipo de represalias por sus antiguos compañeros. Empleado en la
Administración Forestal del Ministerio de Agricultura, en Bratislava, se le
asigna en ocasiones la vigilancia del aparcamiento, y es expulsado del
sindicato del ministerio y constantemente seguido para evitar que hablara con
periodistas occidentales.
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