EL PAÍS Viena, 17.07.83
La venta de armamento por
parte de Israel a la República Surafricana puede ascender a 2.000 millones de
dólares entre 1982 y 1985, según el informe contra el apartheid del 28 de
septiembre que fue remitido a la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida
recientemente en Viena. Los países occidentales participantes manifestaron su
indignación por el acuerdo de cooperación bilateral entre Israel y el Gobierno
de Pretoria por considerarlo como gravemente peligroso para la paz mundial.
En la sede de las Naciones Unidas en Viena acaba de
finalizar la conferencia sobre la alianza entre Israel y Suráfrica, cuyos
objetivos eran, según sus organizadores, "desenmascarar la creciente
cooperación de Israel con el régimen racista de Suráfrica, que pone en grave
peligro la paz en el continente africano y en el mundo". Organizada por el
Consejo Mundial de la Paz, la Organización de Solidaridad Afroasiática y la
Organización para la Unidad Sindical Africana, la conferencia contó con el
apoyo del comité contra el apartheid de las
Naciones Unidas. Todos los países occidentales boicotearon la reunión por
considerarla una plataforma antisraelí. Israel
y Suráfrica, por su parte, condenaron la conferencia y le negaron toda
autoridad, e Israel calificó a las Naciones Unidas como foro antijudío por
patrocinarla. Sorprendentemente escasa fue asimismo la presencia de delegados de
países socialistas.
Cuando Israel se decidió a
elevar a categoría de Embajada su oficina de negocios de Pretoria, entablándose
así las relaciones diplomáticas regulares entre ambos países, aquel paso de
Israel fue duramente criticado en las Naciones Unidas, y el comité central del apartheid de
la organización recibió el encargo de elaborar informes anuales sobre el
desarrollo de las relaciones y cooperación entre los dos Estados.
En 1976 el entonces primer
ministro surafricano, B. L Vorster, visitó Israel y, además de inspeccionar
varias bases militares e instalaciones industriales, firmó diversos contratos
de cooperación que supusieron el definitivo lanzamiento de la alianza diabólica, como
se llama al tándem Israel-Suráfrica en la Organización para
la Unidad Africana.
Los países africanos, árabes y
algunos asiáticos ven en la alianza de estos dos países y su creciente apoyo a
otros regímenes autoritarios y febrilmente anticomunistas, como Taiwán, Chile,
Paraguay y Uruguay, el posible núcleo inicial de una internacional de los sin ley y
panas que, armada a través de las alianzas
estratégicas de Estados Unidos y fortalecida en su desprecio hacia las
resoluciones de la ONU, llegue a suponer un grave peligro para la paz mundial.
Así se expresa el informe remitido a la Asamblea General de las Naciones Unidas
por el comité especial contre el apartheid.
Alianza armamentista
Sin duda, la preocupación
mayor se refiere a la cooperación militar entre Israel y la República
Surafricana. Las relaciones entre estos dos países, que gastan altos
porcentajes de sus presupuestos en su máquina de guerra, que
cuentan en contraste con sus vecinos con armamento moderno y alta tecnología
militar y, sobre todo, que cuentan con un potencial nuclear no conocido,
preocupa especialmente por motivos de seguridad militar, en la certeza de que
debe incluir el intercambio de armamento y la cooperación en aspectos militares
y en el terreno nuclear.
Según el informe del comité
contra el apartheid de 28 de
septiembre de 1982, Israel exportará entre 1982 y 1985 armamento por valor de
2.000 millones de dólares, si Estados Unidos autorizan la exportación a ciertos
países de armamentos con elementos de fabricación norteamericana. Según el
informe, es significativo que el ministro israelí de Economía hiciera un
llamamiento a Estados Unidos a permitir estas exportaciones, "ya que no
somos vuestra competencia en Taiwán, Suráfrica ni en el Caribe, ni en otros
países con los que no comerciáis directamente". Según un artículo
publicado en Militaria, una revista
técnica de las fuerzas armadas surafricanas, en febrero de 1982 Suráfrica
construyó con licencia israelí seis fragatas, equipadas con misiles gabriel, torpedos
y un helicóptero.
El Sunday Times, de
Londres, señalaba en mayo de 1982 que, según un libro que iba a publicarse en
Israel, de tres autores, entre ellos el destacado científico Amos Perlmutter,
Israel y Suráfrica estaban poniendo a punto un misil crucero con un alcance de
2.400 kilómetros, una bomba de neutrones y diversos misiles nucleares.
Amos Perlmutter, que trabajó
cuatro años en la central nuclear israelí de Dimona, mantiene excelentes relaciones con el Gobierno y el ejército de su país, según indicaba el Sunday Times.
La cooperación militar entre
ambos países también fue patente cuando, en diciembre de 1981, el entonces
ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, visitó las zonas operacionales en
territorio de Namibia, durante una ofensiva de gran envergadura lanzada por el
Ejército surafricano contra la guerrilla y las tropas regulares del Ejército de
Angola.
El general israelí Naton Nir
estuvo durante tres semanas en Suráfrica dando cursillos a cuadros superiores
de las Fuerzas Armadas surafricanas. Esto fue en septiembre de 1981.
Respecto al actual potencial
nuclear de Israel y Suráfrica, el hecho de que éstos no hayan firmado el
tratado de no proliferación y no estén sujetas a salvaguardias sus
instalaciones nucleares, es decir, a controles regulares por parte del
organismo internacional de energía atómica (IAEA), hace aún más difícil
cualquier control y mayor la inquietud de los países africanos y árabes que se
encuentran en litigio con estos dos países.
Colaboración económica
El intercambio comercial general es relativamente pequeño, y experimentó un retroceso en 1980 debido a la
política económica restrictiva del Gobierno israelí. Si en 1.979 Israel
importó bienes surafricanos por valor de 153 millones de dólares, en 1980 tan
sólo alcanzaron los 134 millones. Las exportaciones ísraelíes a Suráfrica en
los mismos años aumentaron, sin embargo, desde los 48 millones de dólares en
1979 a más de 80 millones en 1980.
No obstante, en estas cifras no
están incluidas ni las exportaciones israelíes de armas ni las exportaciones
surafricanas de diamantes. Tampoco está incluido el comercio de petróleo ni de
oro.
Una de las prácticas
generales, para que Suráfrica logre evitar el embargo impuesto por países
europeos y africanos, es la inversión surafricana en Israel.
La compañía surafricana
Huguenot confecciona pantalones reedwood jeans en
Israel, con lo que tiene abiertas las puertas de la exportación a los países de
la Comunidad Europea.
En el capítulo contrario, los
bancos israelíes y la industria israelí del diamante, que se surte
principalmente de diamantes surafricanos, ha creado un fondo de 100 millones de
dólares para fomentar esta industria en Suráfrica.
La compañía israelí Enok posee
el 49% del capital de Makorob Fisheries, una compañía de elaboración de pescado
que actúa en Namibia. También la South Atlantic Fisheries, que trabaja en
Suráfrica, es un filial de la compañía israelí Atlantic Fisheries Ltd.
La conferencia, que durante
tres días ha analizado los contactos entre Israel y Suráfrica, ha vertido una
serie de acusaciones contra Estados Unidos y los países occidentales que han
boicoteado la conferencia. La razón del boicot está, según los participantes,
en que los países occidentales tienen intereses económicos y estratégicos tanto
en Israel como en Suráfrica, y su fin es la destrucción de los movimientos de
liberación, la desestabilización de los frentes antirracistas en Namibia y
Suráfrica y la defensa de los intereses propios en la región. Éste es también
el motivo, indican, de que los países occidentales hayan intentado quitarle
representatividad y valor a la conferencia.
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