EL PAÍS Viena, 15.02.83
La celebración, el domingo pasado, del centenario de la
muerte de Richard Wagner ha desatado en Viena una fuerte polémica y duros
enfrentamientos verbales entre los partidarios y adversarios del compositor.
Durante una lectura matinal en la ópera de Viena del texto de Los maestros cantores de Nurenberg, Marcel
Prawy, autor de una biografía y ferviente admirador del genio de Bayreuth, criticó
duramente los ataques a Wagner aparecidos en la Prensa alemana y en la
austriaca en los últimos días y rompió ostentosamente la focotopia de un
artículo del conocido crítico literario vienés Hans Weigel.
El texto de Weigel, publicado
recientemente en el diario muniqués Merkur, definía a
Wagner como "el sarampión de los aficionados a la ópera", "fase
que hay que pasar en la infancia, pero que en la madurez es insoportable".
Según Weigel, que no escatimaba improperios contra el compositor, los Maestros cantores es
una obra aún pasable, pero Parsifal es un somnífero insufrible.
El gesto de Prawy ante una
audiencia que llenaba la sala, y en la que se encontraban, además del canciller
austriaco, Bruno Kreisky, y el director de la Opera, Lorin Maazel, muchos
profesionales de la ópera, provocó reacciones encontradas, que demuestran la
gran carga emocional que aún arrastra la polémica en torno a Wagner. Mientras la
mayoría aplaudía entusiasmada y se escuchaban gritos de bravo, otros
espectadores guardaban silencio, y alguno incluso optó por dejar la sala. El
hecho de que tanto Weigel como Marcel Prawy sean judíos no ha hecho sino
enconar el conflicto.
"Ritual del odio"
El antisemitismo de Richard
Wagner, autor de un panfleto titulado Los judíos y la música,
y ya utilizado
como bandera de la lucha aria contra el judaísmo por
la propaganda del Tercer Reich, es uno de los factores extramusicales más
discutidos de su obra. Así, el diario vienés Die Presse ha
calificado el suceso del domingo como "la imitación de una práctica
nacionalsocialista de un judío contra otro", y acusa a Prawy de realizar
ante el público un ritual del odio. El diario critica duramente al
director de la Opera, Lorin Maazel, asimismo judío, que no intervino para
evitar o condenar la destrucción del texto de Weigel, a pesar de su notoria
costumbre de tachar de actitudes antisemitas todas
las críticas que recibe en su gestión como dirigente de una de las principales
óperas del mundo.
Respecto al incidente, Weigel
ha declarado a la radio austríaca que "el haber estado presente de alguna
forma en la celebración del centenario de la muerte de Wagner es un broche de
oro para su carrera como enemigo de la obra wagneriana". Según Weigel, la
obra de Wagner "destila el carácter despreciable de su autor".
Marcel Prawy, por su parte, ha
pedido disculpas por su arrebato al
romper el texto del crítico antiwagneriano, pero insiste en condenar los
ataques que, en el centenario de su muerte, se han publicado contra Wagner,
"un hombre que con su magistral obra ha legado tanta belleza y arte a
todos los pueblos, países y razas".
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