EL PAÍS Viena, 17.04.83
Ninguna mención a los supuestos cambios en la cúspide del
Estado húngaro y una profunda y sobria autocrítica de la gestión económica y
política son los aspectos más destacados de la resolución aprobada durante la
reunión del Comité Central del Partido Comunista de Hungría, celebrada en
Budapest. A juicio de los observadores, la referencia del documento a la
economía planificada, a la de mercado y a la necesaria independencia de las
empresas deja abiertas las puertas a futuras reformas.
Las expectativas de algunos observadores sobre el posible
relevo, durante esta reunión del comité central, celebrada el martes y el
miércoles, de Janos Kadar en la jefatura del partido y de Grygory Lazar en la
del Estado han demostrado ser infundadas y, aunque la sustitución de Lazar se
hace inevitable, ya que su grave enfermedad le impide ejercer sus funciones,
probablemente no se producirá hasta después del verano. La resolución, de 35
páginas, dada a conocer de forma resumida por la agencia húngara NTI, estudia
la evolución de Hungría en los dos últimos años, desde la celebración del
último congreso del partido, y tiene como objetivo la revisión de puntos de
vista tanto en el terreno político como en el económico. En el aspecto
económico, destaca la importancia de la descentralización de los mecanismos de
mercado y de la autogestión, aunque en el marco de un sistema de economía planificada. Entre los aspectos negativos, el comité central critica duramente
la "falta de flexibilidad de los gerentes de empresas" y la lentitud
de la economía centralizada en adecuarse a la evolución de la economía
internacional, la escasa productividad y falta de rigor en el puesto de trabajo
y el desprecio hacia la propiedad común así como el parasitismo, la corrupción
y el consumismo.
Respecto a la falta de productividad de la industria, el
comité central anuncia un proyecto por el cual se pagarán los sueldos de
acuerdo con las prestaciones reales de cada individuo y se distribuirán los
puestos de trabajo por criterios de capacidad y sin consideración a la
militancia del solicitante.
La resolución ratifica los objetivos de la economía húngara
para 1985, y muy especialmente el mantenimiento de la solvencia del país y la
reducción de la deuda exterior, que ronda los 8.000 millones de dólares.
Combatir el nacionalismo
En una clara advertencia a los disidentes, la resolución
critica a ciertos círculos de intelectuales por su postura conservadora y
su apego a "viejos sistemas". Además, ataca duramente el resurgir del
nacionalismo, "al que hay que combatir con el patriotismo socialista y el
intemacionalismo proletario", sin citar expresamente, sin embargo, los
conflictos de las minorías húngaras en Rumanía y Checoslovaquia. Respecto a la
política exterior, el comité central reafirma su incondicional adhesión a la
Unión Soviética y a la retirada de todos los misiles de Europa, y califica como
una amenaza para los intereses húngaros la instalación de misiles
norteamericanos de alcance medio en Europa Occidental.
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