Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín,
18.09.02
ELECCIONES EN ALEMANIA
El pequeño partido de Westerwelle intenta recuperar su viejo
papel de bisagra en Alemania
Cuatro jóvenes muy atildados eran ayer el único público en
la sede federal de los liberales del FDP en Berlín, en la calle dedicada a Max
Reinhardt, el gran maestro de toda una escuela de actores y actrices vieneses,
berlineses y de Hollywood en el pasado siglo. Ha cambiado mucho la zona en los
últimos 13 años desde que cayó el muro. Lo que era una calle oscura de fachadas
desconchadas y exhaustas es hoy una avenida pujante, con precios de vivienda
exorbitantes y elegantes restaurantes para la juventud emprendedora y con trabajo.
Hace tiempo que los inquilinos de antes abandonaron por
prohibitiva la calle. Pero en los últimos días ha sido también escenario de un
cambio curioso que puede ser también muy significativo para la historia
política de la Alemania actual. Se trata de una simple afirmación, en pegatinas
de fondo rosa o amarillo, que se ha añadido con urgencia este pasado fin de
semana al omnipresente cartel electoral del FDP que muestra el rostro de su
líder, Guido Westerwelle. 'FDP sí, en vez de Verdes y PDS'.
La frase, improvisación obligada por los sondeos, revela
mejor que cualquier estudio lo que les ha sucedido a los liberales en las
semanas previas a las elecciones del domingo, en las que creían ya consumado el
sueño de volver al poder que perdieron en 1998 con la catástrofe electoral de
su socio, la CDU/CSU, dirigida por Helmut Kohl.
El partido liberal, que durante toda la campaña se ha
presentado como el aliado natural de los democristianos de Edmund Stoiber para
acabar con el Gobierno del SPD del canciller Gerhard Schröder y los Verdes del
ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, ha rebajado en muchos enteros
sus expectativas. Después de diversos éxitos en elecciones en Estados federados
en los peores momentos del SPD, se había marcado el objetivo de lograr en las
elecciones generales un 18%. Hoy los sondeos le dan poco más de un ocho.
Mayoría burguesa
Y sus aspiraciones de formar lo que llamaban la 'mayoría
burguesa' o 'conservadora-liberal' se diluyen rápidamente, según ven a su
otrora socio seguro, la CDU/CSU de Stoiber, caer en los sondeos a resultados
que harían su sueño aritméticamente inviable.
Desde hace unos días, los dirigentes liberales no hacen sino
huir de un candidato, Stoiber, que comienzan a adivinar como perdedor, y han
comenzado a multiplicar sus guiños de complicidad a un Schröder que hace mes y
medio consideraban desahuciado. Westerwelle ha comenzado ya abiertamente a
pedir el voto de los electores de la CDU, asegurando que es la única garantía
de que su postura se verá representada en el nuevo Gobierno. El otro hombre
fuerte de la FDP, Jürgen Möllemann, lleva tiempo sugiriéndolo. Ya ha dicho en
la radio pública alemana que 'todo indica que Schröder va por delante', lo que
supone una afirmación que equivale a un torpedo en la línea de flotación de la
coalición entre CDU y FDP.
El FDP tuvo sus años de mayor gloria bajo la dirección de
Hans Dietrich Genscher, ministro de Interior con Willy Brandt tres años y nada
menos que 19 años de ministro de Asuntos Exteriores con el socialdemócrata Helmut
Schmidt y con el cristianodemócrata Helmut Kohl.
Cambio de alianza
Genscher no dudó en su día de cambiar de alianza y convirtió
el voto liberal en una categoría especial, capaz de hacer y deshacer Gobiernos.
Pero con la transformación de los Verdes de movimiento antisistema en partido
plenamente integrado en la democracia parlamentaria, el FDP perdió
definitivamente en 1998 su monopolio como partido bisagra. Schröder se encargó
el sábado de demostrar a los liberales lo difícil que les será cumplir cualquier
anhelo de poder cuando organizó en Berlín un mitin conjunto con su actual
socio, Fischer.
En el semanario Der Spiegel, Schröder reitera esta
semana que su coalición ideal es la que tiene con Fischer. Los liberales, hace
semanas triunfantes como Stoiber, ven estos días con pánico que, salvo nuevas
sorpresas, la bisagra que se auguraban volver a ser puede quedar convertida en
perfecta irrelevancia. En la sede de la Reinhardtstrasse siguen siendo
optimistas, dicen, pero los carteles en el exterior son ya una súplica, a
Schröder más que al electorado, en la que le piden que los elija a ellos y no a
'Verdes o PDS' para hacer nuevo Gobierno. Lo que todos aseguran es improbable
salvo que la aritmética lo exija.
EL RECURSO A LA XENOFOBIA COMO BUMERÁN
De 'reacción desesperada' han calificado no sólo los
partidos de Gobierno del SPD y los Verdes, sino también la mayor parte de la
prensa alemana el recurso de última hora de la Unión Cristianodemócrata
(CDU-CSU) de convertir la inmigración en arma electoral a cinco días de los
comicios federales del próximo domingo. A la reacción inmediata del ministro
del Interior Otto Schily (SPD), que acusó a los democristianos y en especial al
ministro del Interior bávaro, Günther Beckstein, de intentar cosechar 'los
votos del resentimiento a costa de aquellos ciudadanos que no pueden
defenderse', se unió ayer un coro de voces que consideran una irresponsabilidad
que, después de meses de campaña electoral, surjan ahora planteamientos de
última hora intentando generar y capitalizar miedos y hostilidades hacia una
población inmigrante hoy omnipresente en la sociedad alemana. Todos coinciden
en que se trata de un último intento de los democristianos de generar
'emociones' en una campaña en la que el único que las ha creado con éxito ha
sido Schröder con su también muy criticado recurso al populismo pacifista con
su postura de negativa total a cualquier cooperación internacional en contra de
Sadam Husein. Si la demagogia en la campaña la comenzó a utilizar el FDP con
las nada veladas acusaciones a Israel que excedían con mucho la crítica al
Gobierno de Sharon para caer en el antisemitismo más clásico, los partidos
mayoritarios no le han ido después a la zaga. Pero todo indica que, mientras
Schröder con su antibelicismo fácil va a cosechar réditos electorales,
especialmente en el este de Alemania, la CDU con sus nada veladas reflexiones
xenófobas del lunes, formuladas por el ministro del Interior de Stoiber en
Baviera, ha quedado aislado y ha demostrado el nerviosismo que impera en su central
dada la impotencia de responder a la recuperación del otrora seguro perdedor
Schröder.