EL PAÍS Sofía, 07.12.83
La cumbre de ministros de Defensa de los países miembros del
Pacto de Varsovia, que desde el lunes se viene celebrando en Sofía, concluirá
hoy, según todos los indicios, con la publicación de un comunicado sobre la
determinación de la alianza de los países socialistas de llevar a cabo las
medidas anunciadas por el Kremlin para contrarrestar el despliegue de misiles
norteamericanos en Europa occidental.
El hecho, absolutamente
inhabitual en el bloque del Este, de que una reunión de carácter militar
publique un comunicado, como esperaban ayer medios diplomáticos orientales de
la capital búlgara, contradice el carácter regular que oficialmente tiene este
encuentro.El objetivo de la cumbre de Sofía
parece ser no tanto el estudio de los pasos militares que se enmarcan en las
contramedidas a la instalación de los euromisiles como la eliminación de las
divergencias surgidas en el seno del Pacto de Varsovia a causa de las mismas.
El despliegue de nuevos misiles nucleares soviéticos en los territorios de
Checoslovaquia y Alemania Oriental, que ya está en marcha, ha despertado
reticencias en varios países aliados de la URSS. El jefe del Estado y del
Partido Comunista de Rumanía, Nicolae Ceaucescu, fue quien con mayor claridad
mostró su disconformidad con estas medidas, y llegó a hacer nuevas propuestas
a las dos superpotencias para la reanudación de las negociaciones de Ginebra.
Propuestas que divergían de las propugnadas por el Kremlin.
Si bien más tarde el propio
Ceaucescu se acercó, en nuevas declaraciones, a las tesis de Moscú,
observadores políticos están convencidos de que en la actual reunión de Sofía
se ha ejercido presión sobre Rumania para que ponga fin a sus devaneos neutralistas, que
han creado malestar, sobre todo a las autoridades de los países que tienen que
justificar ante su opinión, pública la instalación de nuevos misiles nucleares
en su territorio.
Tras una intensísima campaña
oficial de tres años de duración, en la que se presentaron los misiles como el
mal absoluto que EE. UU. quería implantar, las autoridades de Checoslovaquia y
la República Democrática Alemana tienen serias dificultades para presentar los
misiles, aunque sean soviéticos, como una garantía de paz.
Aunque las autoridades
checoslovacas y alemanas orientales han calificado el nuevo despliegue
soviético de inevitable, también dejaron claro que la medida "no puede
hacernos felices", como señaló el jefe del Estado de la RDA, Erich
Honecker. El órgano oficial del Partido Comunista de Checoslovaquia, Rude
Pravo, se hizo eco en las últimas semanas de cartas al director que expresaban
opiniones opuestas al despliegue.
Aquí, en Sofía, sin embargo,
en la capital de uno de los más leales aliados de la URSS, el clima es
distinto. Todos los días se celebran en fábricas, escuelas y empresas
centenares de actos de apoyo a las medidas anunciadas por la Unión Soviética,
incluido el despliegue de nuevos misiles, para "reinstaurar el
equilibrio" de fuerzas entre ambos bloques.
En este ambiente -con vitrinas
en las calles donde se exponen, bajo el lema de En el mundo del capital, fotografías
de escenas dramáticas sobre el desempleo, la mendicidad y la confrontación
social en Occidente-, se han reunido los ministros de Defensa del Pacto de
Varsovia en la residencia oficial de Boyana, cerca de la famosa iglesia del
mismo nombre, en las afueras de Sofía. Participan en la reunión los ministros
Dimitri Ustinov, de la URSS; Heinz Hoffman, de la RDA; Florian Siwicki, de
Polonia; Constantin Olteanu, de Rumanía; Lajos Czinege, de Hungría; Martin
Dzur, de Checoslovaquia, y Dobri Dzhurov, de Bulgaria. También asisten el
comandante en jefe de las fuerzas conjuntas del Pacto de Varsovia, Víctor
Kulikov, y su jefe del Estado Mayor, Anatoli Gribkov.