El País, Viena, 16.03.84
La conferencia de Viena sobre la Reducción Mutua y
Equilibrada de Fuerzas en Europa (MBFR) se reanuda hoy tras un paréntesis de
tres meses forzado por el Pacto de Varsovia, que en la última sesión celebrada
el pasado día 15 de diciembre se negó a fijar fecha para un nuevo encuentro en
represalia por el comienzo del despliegue de misiles norteamericanos en Europa
occidental.
Ayer, el ministro austriaco de Asuntos Exteriores, Erwin
Lanc, exhortó a la Alianza Atlántica y al Pacto de Varsovia, en nombre de su
Gobierno, a que intenten un acuerdo en el foro de negociación, cuya reapertura
se produce al mismo tiempo que se clausura en Estocolmo la primera sesión de la
Conferencia de Desarme en Europa. El aplazamiento sine die de la
Conferencia de Viena que seguía a la retirada soviética de las conversaciones
de Ginebra sobre misiles de alcance medio o tácticos (INF) y sobre armas estratégicas
(START) fue justificado por el bloque oriental señalando que la instalación de
los euromisiles suponía un cambio sustancial de la situación global europea y,
por tanto, afectaba también a las negociaciones sobre reducción de tropas
"al crear una amenaza adicional y cualitativamente nueva para los países
del Pacto de Varsovia".
La Conferencia de Viena tiene como objetivo la reducción de
la densidad de tropas estacionadas en la región centroeuropea compuesta por
Alemania Occidental, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania Oriental,
Checoslovaquia y Polonia. Participan en la misma todos los países que mantienen
tropas en dicha zona, excepto Francia. Por parte de la OTAN son Estados Unidos,
Alemania Occidental, el Reino Unido, Canadá, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, y
el Pacto de Varsovia está presente con la URSS, Alemania Oriental,
Checoslovaquia y Polonia. Asisten como observadores los miembros de la OTAN, Italia, Dinamarca, Noruega, Grecia y Turquía, y del Pacto de Varsovia, Hungría,
Rumanía y Bulgaria.
La reapertura de las negociaciones, que fue acordada por el
secretario de Estado norteamericano, George Shultz, y el ministro soviético de
Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, en la entrevista que mantuvieron en enero
durante la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre desarme en Europa, ha
estado precedida por diversas informaciones de la Prensa norteamericana que
sugieren un cambio de actitud de Washington con vistas a desbloquear estas
negociaciones, que se prolongan ya más de 10 años sin resultado concreto
alguno. Según estas fuentes, Estados Unidos renunciaría a un recuento de los
soldados del Pacto de Varsovia en el continente, contentándose con contabilizar
las unidades de combate.
La discrepancia entre las dos partes negociadoras sobre el número
real de tropas del bloque socialista ha sido uno de los principales obstáculos
para un acercamiento de las posiciones. El Pacto de Varsovia asegura que
mantiene en Europa 980.000 soldados, mientras los aliados occidentales
sostienen que son 1.160.000. Ante la dificultad de establecer el número exacto
de soldados del adversario, Washington parece dispuesto a hacer un recuento de
las unidades de apoyo y capacidad de combate, cuyos datos son verificables por
medio de satélites espías.
Occidente pide, para la fase inicial de una reducción de
tropas escalonada, la retirada de 30.000 soldados soviéticos, y ofrece una
reducción del contingente norteamericano en 13.000 hombres. El Pacto de
Varsovia propone la retirada de 20.000 de sus soldados y acepta la cifra de
13.000 norteamericanos, si bien insisten en que estas tropas deben abandonar
Europa con todo su material y armamento. Los dos bloques han llegado a un
acuerdo de principio para situar el techo común de tropas tras las reducciones
en 700.000 soldados de tierra y 200.000 de aire.
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