El País, Budapest, 27.03.85
La Unión Soviética expresó ayer su total apoyo a la política
de reformas económicas y políticas de Hungría, y despejó así las dudas sobre la
actitud de la nueva dirección del Kremlin hacia esta política de liberalización
en un país del Pacto de Varsovia. Gregori Romanov, miembro del Politburó del
PCUS que se perfila como el virtual número dos en la cúpula soviética, pronunció
ayer un discurso ante el pleno del congreso del Partido Socialista Obrero de
Hungría (POSH, comunista) que se celebra en Budapest, en el que dedicó grandes
elogios a la línea política de los comunistas húngaros y a su primer
secretario, Janos Kadar, "un firme internacionalista y leninista, una
figura de gran prestigio en el movimiento comunista y obrero
internacional".
Romanov se declaró "profundamente impresionado"
por el discurso de apertura pronunciado el lunes por Kadar, en el que éste
defendió la pluralidad de vías para construir el socialismo y defendió la
política de apertura frente a las crecientes críticas de sectores ortodoxos del
partido, que ven en ella una desviación de los principios del socialismo. El
dirigente soviético manifestó que la Unión Soviética considera de gran interés los rasgos específicos del desarrollo de los países fraternales" y
"sus peculiaridades nacionales", y añadió que en la comunidad
socialista "no hay lugar para relaciones de dominación y subordinación,
para la imposición de la voluntad de un país a otro, ni para una unificación
mecánica".
La unidad de la alianza socialista se basa "en un
meticuloso respeto de los intereses mutuos". La dirección soviética,
señaló Romanov, está "completamente de acuerdo" con la política
húngara en su relación con la URSS. "La Unión Soviétíca valora",
dijo, "la labor del Estado húngaro en solucionar con éxito grandes tareas,
a veces, en difíciles condiciones".
El discurso de Romanov era esperado con enorme expectación,
dadas las críticas que desde sectores ortodoxos del partido habían vertido
contra la política de reformas. También desde el exterior se han atacado las
reformas de Budapest, que en algunos aspectos no tienen precedentes en el
bloque oriental. Checoslovaquia, hoy probablemente el país del Este con el
régimen de mayor esclerosis e intransigencia ideológica, atacó el pasado año a
su vecino por su política de acercamiento a Occidente.
Satisfacción de Kadar
El discurso de Romanov fue recibido con visible satisfacción
por el líder húngaro Janos Kadar, que le abrazó al final del mismo, entre
ovaciones de los delegados e invitados. La intervención de Romanov aclara de
manera inequívoca, según coincidían ayer los observadores en Budapest, que la
nueva dirección del Kremlin ve con abierta simpatía la política húngara y no
tiene intención alguna de imponer condicionamientos ideológicos a unas reformas
que han demostrado ser efectivas. Hungría, un país agrario, ha logrado situarse
al nivel, o incluso superar, a países de larga tradición industrial como la
República Democrática Alemana y Checoslovaquia, gracias a su política de
incentivos, cooperativas de trabajadores y la autorización de la pequeña
empresa privada.
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