El País, Viena, 21.03.84
La ópera estatal de Viena ya tiene un nuevo director. Helmut
Drese, en la actualidad director de la Ópera de Zurich, sustituirá a Lorin
Maazel cuando expire el contrato de éste en otoño de 1986. El ministro
austriaco de Educación y Cultura, Helmut Zilk, anunció el lunes su negativa a
una renovación del contrato de Lorin Maazel e hizo público el acuerdo firmado
con Drese. Por la dirección de la Ópera de Viena han pasado Richard Strauss,
Mahler, Von Karajan y Böhm, entre otros.
El ministro daba así el paso que el público de la Ópera
estatal de Viena, o al menos los sectores más ruidosos del mismo, venían
pidiendo con insistencia desde hace meses. Una vez más, la capital austriaca
hace honor a su fama de devoradora de directores musicales. Richard
Strauss, Gustav Mahler, Herbert von Karajan y Karl Böhm abandonaron la
dirección de la ópera de Viena tras violentas campañas de público y Prensa en
su contra. Mahler, que se atrevió a decir en Viena que "la tradición es
una chapucería", fue víctima de violentos ataques personales. El caso
Maazel, director norteamericano nacido en Francia, de origen judío, que
ocupa estos días las portadas y primeras páginas de revistas y diarios
austríacos, ha tenido ribetes de cuestión de Estado en esta capital
donde la melomanía supera con mucho el ámbito puramente musical. Como señala
esta semana la revista vienesa Profil, tras una fachada de amor apasionado
por la ópera parte del público vienés esconde un placer morboso por la crisis
permanente. No le ha dado el público vienés plazo de confianza alguno a Maazel.
Un año y medio cumple ahora al frente de la Ópera de Viena. Según opinión de
muchos, poco tiempo para calificar una tarea en la que se trabaja con enorme
previsión y se contrata a cantantes, directores y orquestas con gran
antelación.
Maazel, por su parte, perjudicó su imagen en Austria con una
locuacidad exenta de tacto. Ya antes de hacerse cargo de sus funciones se
explayó en la Prensa norteamericana con declaraciones que no podían agradar en
Austria. Señaló que, en Austria, el director de la Ópera es la tercera persona
en importancia del Gobierno" y que "acabar con la chapucería
austriaca es como depurar el Támesis".
El impresionante éxito del Turandot al término de
la pasada temporada, la presencia en Viena de los principales directores de
orquesta y la anunciada actuación de Pavarotti tras 16 años de ausencia en la
casa no compensan a los ojos del público los agravios de Maazel. Sus largas
ausencias de Viena dirigiendo orquestas en el extranjero han sido criticadas
regularmente, en especial cuando surgían fallos en la gestión global de la
Opera, como en el caso de una súbita indisposición de Caballé cantando Andrea
Chenier, que, al no estar presente ninguna cantante suplente, provocó la
interrupción de la función. Molestó también que durante el centenario de la
muerte de Wagner, en 1983, Maazel sólo pusiera en escena cuatro óperas del
compositor alemán, y se echaron en falta en el repertorio tres de las óperas
favoritas del público vienés, como son Carmen, Cosi fan tutte y Don
Giovanni.
La imagen de Maazel como director errático, altivo y falto
de instinto, además de poco integrado en la sociedad vienesa, fue así ganando
terreno constantemente; que poco después de llegar a Viena se hiciera público
su sueldo, de 5,4 millones de chelines anuales (alrededor de 45 millones de
pesetas), en una filtración claramente intencionada, hizo soliviantarse aún más
al público.
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