Por HERMANN TERTSCH
El País Martes,
18.03.03
AMENAZA DE GUERRA | EL DEBATE INTELECTUAL
Escritores y artistas que sufrieron la represión comunista
en Europa del Este apoyan la invasión de Irak
"Francia está en el Consejo de Seguridad sólo por obra
y gracia de los anglosajones"
El de España es quizá un caso único, porque incluso en
Francia hay voces disidentes
"Estoy a favor de la guerra en Irak", señalaba
rotundo Gyorgy Konrad, el padre de las letras húngaras, célebre disidente y una
de las pocas grandes autoridades morales que quedan en Hungría. Y lo
argumentaba como otros muchos centroeuropeos cuyas biografías están marcadas
por las tiranías, la nazi y la comunista, y que consideran fueron liberadas de
ambas por la decisión de británicos y norteamericanos y en ningún caso por una
Francia que consideran egoísta y que siempre los abandonó a los pies de los
caballos de las dictaduras.
Los franceses perdieron todo derecho a dirigir Europa cuando
en 1938, en Múnich, y en 1939 se negaron a ayudar a sus aliados. Hoy sus
intentos de erigirse en líder político del continente no son más que fruto de
su frustración y vocación de dinamiteros antiamericanos. En estos términos se
manifestaba hace días el siempre apacible historiador, ex disidente y ex
ministro de Asuntos Exteriores polaco, Bronislaw Geremek. La indignación de los
intelectuales de Europa central y oriental hacia los países que han bloqueado
una nueva resolución del Consejo de Seguridad, que amparara, más allá de la
1.441, una intervención en Irak tuvo su cenit cuando el presidente Jacques
Chirac les dijo a los países candidatos al ingreso en la UE que "se
callaran", después de que todos ellos firmaran una carta de apoyo a la
política de desarme forzoso de Irak. "Francia, al fin y al cabo, está en
el Consejo de Seguridad como vencedor de la guerra sólo por obra y gracia de
los anglosajones".
El escritor y periodista Vetton Surroi, que fue testigo
directo de las matanzas en Bosnia y su Kosovo natal y estuvo cinco años
suplicando a los europeos que intervinieran militarmente para frenar a los
serbios, tiene aún peor concepto del pacifismo oficial de Francia y Alemania.
"Si fuera miembro de la oposición iraquí sentiría lo que sentí oyendo,
sobre todo a los europeos, que no había que utilizar la fuerza contra
Milosevic".
Y Adam Michnik, con el difunto Andrei Sajarov probablemente
el disidente más célebre del este de Europa y hoy director del diario Gazeta
Wyborzca, ha reunido a 15 ex presidentes y ex ministros europeos, en su mayoría
del este de Europa, como comisión asesora del Comité de Liberación de Irak, que
urge a una rápida intervención armada contra el régimen de Sadam.
En España parece no haber intelectuales que se declaren
favorables a una intervención militar contra el régimen iraquí. El "No a
la guerra" es el lema contundente, pleno de rotundidad y convicción, que
ha tomado las calles y corean socialistas y comunistas, sindicatos, actores,
escritores y pensadores. Quizás pueda haber alguno y prefiere callar, ya que
ser tachado hoy de "belicista" por la masa de la ciudadanía estigmatiza
y convierte incluso al dubitativo o perplejo en "aznarista", cuando
no en "fascista" o "asesino" con las manos manchadas de
sangre, como espetó Llamazares a la mayoría del Parlamento español.
Es el de España quizás un caso único porque incluso en
Francia, donde la inmensa mayoría de la población, desde los comunistas a Le
Pen y la mayoría de los intelectuales siguen al presidente Jacques Chirac en su
apuesta decidida por acaudillar Europa, hay voces disidentes muy claras, como
la de André Glucksmann, que se pregunta "qué hace Francia en alianza con
(el presidente Vladímir) Putin, que masacra a los chechenos, y con los líderes
de China, que aplasta el Tíbet y son responsables de la matanza de Tiananmen,
protegiendo de hecho a Sadam Husein". Y en Alemania, donde el canciller
Gerhard Schröder ganó las elecciones pasadas con un "No a la guerra"
que, formulado así, suscribe casi el 90% de la población, ha surgido con fuerza
la voz de Wolf Biermann, escritor y cantautor, que ha criticado con su habitual
fiereza al pacifismo alemán, "que se ha olvidado que debe su liberación
del régimen de Hitler y también su unidad nacional a los ejércitos
aliados". "Pacifistas honestos se juntan con cuadros del SED (partido
comunista de la RDA), viejos sesentaiocheros, camaradas socialdemócratas,
cristianodemócratas, punkies y skinheads. Realmente se ha unido
todo lo que debe estar unido en el peor de los sentidos". "La
política de apaciguamiento de Schröder es peor que un error, es un crimen.
Alemania y Francia están llenas de gentes que jamás perdonarán a los americanos
que los liberaran".
En Europa central y oriental también hay una mayoría de la
opinión pública en prácticamente todos los países que dice "No a la guerra".
Pero los intelectuales más destacados que dirigieron la resistencia contra las
dictaduras comunistas cuando las mayorías callaban por miedo han alzado su voz
recordando cómo polacos en 1945, húngaros en 1956 y checoslovacos en 1968
sufrieron una terrible decepción por la pasividad de Occidente ante el
aplastamiento de sus movimientos democráticos bajo el Ejército soviético. Y
aquello, en unas condiciones muy distintas, cuando el invasor era una potencia
nuclear. Como recuerdan la fatal política de no intervención de las democracias
europeas en la Guerra Civil española. Por no hablar de Kosovo, donde cinco años
de titubeos europeos costaron 250.000 muertos y al final todos pidieron la
intervención, que tuvo que llevar a cabo Estados Unidos.
Marines estadounidenses realizan una marcha de
entrenamiento en el desierto, en la frontera con Irak. REUTERS