Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín,
23.09.02
REPORTAJE
Las elecciones parecían ganadas en julio, pero sus errores
durante las inundaciones y en los debates le alejaron de la victoria
Le volvía a pasar a Edmund Stoiber ayer ya cerca de la
medianoche. Estaba en Berlín, se quería volver a Baviera y no le dejaban. Tenía
las elecciones ganadas en julio y sus errores durante las inundaciones, sus
quiebros en los debates y su difícil relación con la televisión en general le
alejaron de la victoria. Ayer, a las seis y media de la tarde, Stoiber creía ya
ganadas las elecciones federales de Alemania, con casi dos puntos más que el
partido socialdemócrata de Gerhard Schröder. Angela Merkel y Edmund Stoiber se
declaraban ya entonces triunfadores. "Wir haben die Wahl gewonnen"
("hemos ganado las elecciones"). Craso error. Minutos más tarde se
torcían, una vez más, las esperanzas.
Dada la extrema igualdad de los resultados de los dos
partidos mayoritarios, nadie podía hacer en la noche de ayer vaticinios
mínimamente fiables, pero lo cierto es que Stoiber volvía a alejarse de la
cancillería como le sucedió durante los días en que las aguas que inundaban el
sur de Alemania Oriental, no lo mojaron en su residencia de vacaciones en Juist
en el mar del Norte, pero lo alejaron muchas millas del poder.
Sus comparecencias ayer en las diversas televisiones
alemanas eran poco recatadas. Stoiber sabe que, de cristalizar el empate que se
perfilaba ayer en la cosecha de votos de los dos partidos, él no figura
siquiera para la solución de urgencia como posible canciller de un Gobierno de
gran coalición.
El desmoronamiento del Partido Liberal (FDP), que se lanzó a
la campaña en busca de un objetivo declarado del 18% y no ha alcanzado siquiera
el 8%, despedazado por polémicas internas y por los devaneos antisemitas de su
vicepresidente, Jürgen Möllemann, parecía ayer condenar al bávaro también por
errores ajenos.
Los propios errores del presidente del Estado de Baviera
acabarían paradójicamente no teniendo importancia. Si la aritmética lo
traiciona será sobre todo por el desastre de sus socios potenciales, los
liberales, y por el éxito realmente espectacular de Los Verdes y especialmente
de su líder, Joschka Fischer, el ministro de Asuntos Exteriores que se ha
ganado a pulso su presencia en el nuevo Gobierno. Si no está presente en todo
caso no será su culpa.
Stoiber no va a quedar de jefe de la oposición. Todos saben
que en Berlín no sería rival en banco opositor. Volverá, si todos los indicios
se confirman, a su sede presidencial en Baviera y dejará en la capital alemana
a Angela Merkel, que es ya la líder natural de la Unión Democristiana,
revalorizada por su inteligencia y diligencia en la cesión de la candidatura a
Stoiber, pero también por la derrota de éste.
Puede que todas estas palabras sean baldías y tras el
recuento total de los votos sea Schröder quien ha de irse a casa y Stoiber el
que se quede en la nueva cancillería con su escultura de Chillida frente a
casa. En todo caso, la muy improbable victoria de Stoiber deja al bávaro cojo
en Prusia. Hipotéticas mayorías con el gran perdedor, aunque aritméticamente
posibles, generarían un Gobierno tan inestable que difícilmente sobreviviría a
las turbulentas aguas a las que cualquier Gobierno alemán habrá de enfrentarse.
Edmund Stoiber, junto a su esposa, Karin, ayer, en la sede
de la Unión Demócrata Cristiana. REUTERS
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