miércoles, 2 de agosto de 2017

STOIBER PERDIÓ TERRENO EN LA RECTA FINAL

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Berlín, 23.09.02

REPORTAJE

Las elecciones parecían ganadas en julio, pero sus errores durante las inundaciones y en los debates le alejaron de la victoria

Le volvía a pasar a Edmund Stoiber ayer ya cerca de la medianoche. Estaba en Berlín, se quería volver a Baviera y no le dejaban. Tenía las elecciones ganadas en julio y sus errores durante las inundaciones, sus quiebros en los debates y su difícil relación con la televisión en general le alejaron de la victoria. Ayer, a las seis y media de la tarde, Stoiber creía ya ganadas las elecciones federales de Alemania, con casi dos puntos más que el partido socialdemócrata de Gerhard Schröder. Angela Merkel y Edmund Stoiber se declaraban ya entonces triunfadores. "Wir haben die Wahl gewonnen" ("hemos ganado las elecciones"). Craso error. Minutos más tarde se torcían, una vez más, las esperanzas.
Dada la extrema igualdad de los resultados de los dos partidos mayoritarios, nadie podía hacer en la noche de ayer vaticinios mínimamente fiables, pero lo cierto es que Stoiber volvía a alejarse de la cancillería como le sucedió durante los días en que las aguas que inundaban el sur de Alemania Oriental, no lo mojaron en su residencia de vacaciones en Juist en el mar del Norte, pero lo alejaron muchas millas del poder.
Sus comparecencias ayer en las diversas televisiones alemanas eran poco recatadas. Stoiber sabe que, de cristalizar el empate que se perfilaba ayer en la cosecha de votos de los dos partidos, él no figura siquiera para la solución de urgencia como posible canciller de un Gobierno de gran coalición.
El desmoronamiento del Partido Liberal (FDP), que se lanzó a la campaña en busca de un objetivo declarado del 18% y no ha alcanzado siquiera el 8%, despedazado por polémicas internas y por los devaneos antisemitas de su vicepresidente, Jürgen Möllemann, parecía ayer condenar al bávaro también por errores ajenos.
Los propios errores del presidente del Estado de Baviera acabarían paradójicamente no teniendo importancia. Si la aritmética lo traiciona será sobre todo por el desastre de sus socios potenciales, los liberales, y por el éxito realmente espectacular de Los Verdes y especialmente de su líder, Joschka Fischer, el ministro de Asuntos Exteriores que se ha ganado a pulso su presencia en el nuevo Gobierno. Si no está presente en todo caso no será su culpa.
Stoiber no va a quedar de jefe de la oposición. Todos saben que en Berlín no sería rival en banco opositor. Volverá, si todos los indicios se confirman, a su sede presidencial en Baviera y dejará en la capital alemana a Angela Merkel, que es ya la líder natural de la Unión Democristiana, revalorizada por su inteligencia y diligencia en la cesión de la candidatura a Stoiber, pero también por la derrota de éste.
Puede que todas estas palabras sean baldías y tras el recuento total de los votos sea Schröder quien ha de irse a casa y Stoiber el que se quede en la nueva cancillería con su escultura de Chillida frente a casa. En todo caso, la muy improbable victoria de Stoiber deja al bávaro cojo en Prusia. Hipotéticas mayorías con el gran perdedor, aunque aritméticamente posibles, generarían un Gobierno tan inestable que difícilmente sobreviviría a las turbulentas aguas a las que cualquier Gobierno alemán habrá de enfrentarse.

Edmund Stoiber, junto a su esposa, Karin, ayer, en la sede de la Unión Demócrata Cristiana. REUTERS

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