Por HERMANN TERTSCH
El País Viernes,
01.11.02
CRISIS EN ORIENTE PRÓXIMO
Sólo hay un reproche que hacer a la ruptura de la coalición
de Gobierno israelí por parte del Partido Laborista, pero es muy grave, y es
que se produzca demasiado tarde para evitar en todo caso tragedias pasadas,
pero muy probablemente también algunas futuras. Durante veinte meses, el
laborismo israelí ha estado dando apoyo y cobertura a una política de tierra
quemada literalmente insufrible. El miércoles, por nimias diferencias
presupuestarias, el laborismo ha acabado con un Gobierno que nunca debió
existir, que ha hecho un daño terrorífico a la seguridad de Israel, a la
estabilidad de toda la región y a la propia izquierda. El premio Nobel Simón
Peres y el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer tienen una gravísima
responsabilidad en que esto haya sido así.
Pero más vale tarde que nunca. Ahora Israel vuelve a tener
una oposición que denuncie las barbaridades de su Gobierno en los territorios
ocupados, pero también en la política social y económica, que están haciendo de
Israel un país acosado, dividido, arruinado y neurótico.
El Gobierno de Sharon está donde siempre debió estar. Nadie
puede ya llamarse a engaño y justificar con la unidad nacional la
inevitabilidad de una política brutal e incendiaria. Con Saúl Mofaz como
ministro de Defensa es previsible que la campaña de sangre y fuego, de
represalias ciegas y operaciones humillantes contra los palestinos continúen e
incluso se incrementen.
Pero la situación se clarifica mucho. La diáspora judía,
especialmente en EE UU, podrá reconocer que el Gobierno de Sharon es una
alianza de guerra dominada por ultraortodoxos y colonos de los asentamientos,
que extorsionarán sistemáticamente al Likud, ponen en peligro la viabilidad
económica del Estado de Israel y dinamitan toda esperanza de que los israelíes
puedan volver a vivir con un mínimo de seguridad.
Habrá que ver qué deciden los laboristas en su próximo
congreso. Han de renovar su dirección después de haberse mancillado tanto la
saliente con su participación en veinte meses de brutal carrera hacia la nada.
Pero por fin hay un partido histórico que se enfrente a Sharon sin que pueda
ser descalificado como excéntrico. Por fin el laborismo ha dejado de ser
cómplice de la agresión a Israel que supone la política de Sharon. Y por fin
surge la esperanza de una alternativa al matonismo como fe.
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