Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín,
23.09.02
ELECCIONES EN ALEMANIA
El canciller y el conservador Stoiber empatan a votos en las
elecciones alemanas
Han ganado los que llevaban perdiendo meses. La alianza de
izquierdas entre socialdemócratas del SPD y Los Verdes van a poder mantener su
coalición. Socialistas y Verdes han logrado, siempre juntos, que su Gobierno
prevalezca. Ese es el balance. Hubo una campaña trepidante y unas elecciones de
inmensa gravedad, cargadas de contenido político, desvaríos retóricos,
demagogia, emoción, tensiones internacionales y malentendidos.
Después ha habido un recuento de infarto, como el que nadie
recuerda en la historia de este país. El vencedor ha cambiado casi minuto a
minuto. Muchos se han declarado vencedores. Y al final se ha erigido la certeza
de que vencen, en paradoja, los socialdemócratas, que han creado una coalición
con Los Verdes que ha aguantado cuatro años de dificultades y frustraciones
inmensas, soportado los embates anteriores y todos los errores posibles. Con
frivolidades y cobardías. Pero al final, después de un largo drama que se
extendió hasta la madrugada de hoy, los socialdemócratas alemanes, sin un Willy
Brandt, cuyo mejor retrato se halla en la taberna llamada Ständige Vertretung,
sin un Helmut Schmidt estadista como pocos, ha logrado ganar la apuesta. Los
resultados provisionales a las tres de la madrugada de hoy otorgaban 252
escaños al SPD del canciller Schröder; 248 a la CDU de Stoiber; 55 a Los Verdes
de Joschka Fischer; 48 a los liberales del FPD y 2 a los ex comunistas del PDS.
Nada de lo sucedido en estas elecciones federales tiene precedentes en la
historia de Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Todo el mundo está sorprendido. Konrad Adenauer solía irse a
la cama sin saber los resultados de los comicios. Dejaba que le mandaran los
resultados con un motorista. Porque ganaba, dirán muchos. Que Alemania es otro
país lo saben todos. Pero igual que cambió en la era Brandt, ha cambiado para
darle un plazo, en estas elecciones, a un canciller que intenta, intentaba o
tendrá que intentar, abrir a Alemania a la libertad y prosperidad.
Nadie sabía ayer quién iba a ganar, hasta última hora. Ni el
socialdemócrata Gerhard Schröder ni el conservador bávaro Edmund Stoiber podían
permitirse el lujo de asustar o intimidar al electorado. Ambos se han aferrado
a su precaución a la hora de manifestar sus necesarias sentencias sobre las
obligaciones de la sociedad que quieren liderar. Pero al final ha ganado quien
ha ganado, que no ha sido Stoiber como el creía. Han sido Schröder y sobre todo
su aliado Joschka Fischer, los que han ganado unas elecciones que hace seis
semanas parecían perdidas.
Casi cinco horas después de cerrados los colegios
electorales sólo estaban claros tres datos que en nada definían la posición de
los dos candidatos a ser el próximo canciller federal de Alemania. Por un lado,
el Partido Liberal (FDP), aliado potencial de los conservadores de la CDU/CSU
liberada por Stoiber se hundía con estrépito. Frente a su objetivo del 18%
apenas superaba el 7% y se quedaba en improbable ayuda de Stoiber para
conseguir una mayoría parlamentaria en el Bundestag de Berlín. Por otra parte
parecía confirmarse la desaparición parlamentaria de los ex comunistas del
Partido Socialista Democrático (PDS) salvo que se confirmaran dos diputados por
elección directa en ese segundo voto que otorga la ley electoral alemana por
circunscripción.
"Si el resultado de las elecciones no nos permitiera
formar Gobierno, el Ejecutivo de Schröder no podrá mantenerse mucho tiempo en
el poder", señaló esta pasada madrugada un Stoiber que ya comenzaba a ser
consciente de que, sin importar quien obtuviera más votos, los ecologistas iban
a desnivelar la balanza a favor de los socialdemócratas.
El tercer hecho confirmado, este bastante espectacular, es
el excelente resultado que han cosechado Los Verdes del ministro de asuntos
exteriores, Joschka Fischer, que con una campaña manifiestamente personalista,
ha logrado superar todas las expectativas. Si Schröder y Fischer acaban creando
una nueva coalición, Los Verdes y sobre todo Fischer como persona, tendrán
mucho mayor peso e influencia en ella.
Hasta ahí las certezas. Porque en casi cinco horas, los dos
grandes partidos, el socialdemócrata y la Unión Cristianodemócrata y con ella
la Unión Cristianosocial bávara (CSU) se turnaban en el liderazgo en votos y
mayoría de forma constante. Durante horas estuvieron ambas fuerzas empecinadas
en el empate en 38,3%, turnándose ocasionalmente en superarse en una décima de
punto. Si a las siete y media de la tarde los conservadores de CDU podían
conseguir una mayoría incluso con los grandes perdedores del FDP de unos 303 de
los 600 diputados del Bundestag, minutos más tarde los cálculos daban 35
diputados a los socialdemócratas y Verdes de la coalición de Schröder y
Fischer.
Claro está que el partido liberal (FDP) se ha autofagocitado
con las peleas internas en torno a las posturas claramente antisemitas de su
vicepresidente Jürgen Möllemann. También lo está que gran parte del electorado
de los excomunistas del PDS han votado al SPD por miedo a Stoiber. Y que la
campaña en contra de la guerra de Estados Unidos contra Irak, asumida
personalmente por el canciller federal Schröder le ha quitado argumentos.
No es menos cierto que Schröder ha sufrido un deterioro de
más del 3% que ya aceptaba ayer por la noche como un desgaste propio de las
tareas de Gobierno. El aumento de la CDU de algo más del 2% no es en sí nada espectacular
dado el nivel del que partían que era el de una derrota humillante de Kohl hace
cuatro años cuando Gerhard Schröder logró su espectacular victoria frente a un
canciller que ya estaba desahuciado sin saberlo él y sin darse cuenta de que la
unificación alemana no lo había redimido del inmenso error de haber perseverado
en cuatro legislaturas.
El gran triunfador de ayer fue en todo caso el ministro de
asuntos exteriores, Joschka Fischer que logró casi un 9%, confirmó el carácter
imprescindible de Los Verdes para la coalición con el SPD y humilló a unos
liberales hundidos que se postulaban como rivales para formar alianza con el
SPD. La alianza rojiverde sigue, con sus vocaciones que Europa y todos los
aliados deberán entender para no equivocarse con unos resultados como los de
hoy que son más capitales de lo que se quiera entender.
EPA
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