Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín,
20.09.02
ELECCIONES EN ALEMANIA
Los alemanes elegirán el domingo entre dos líderes que no
han apasionado a los votantes
Nadie puede aún excluir que el candidato conservador Edmund
Stoiber gane las elecciones generales del próximo domingo en Alemania.
Demasiadas han sido las sorpresas y los sobresaltos en esta larguísima campaña
electoral alemana. Los sondeos han bailado como nunca. Pero quien viera ayer
llamando al voto popular al propio Stoiber y a la presidenta de la CDU, Angela
Merkel, en la ciudad Schwerin, bella capital de Mecklenburg-Antepomerania,
tiene derecho a evocar los melancólicos paseos por la región del escritor
Theodor Fontane.
Mientras, Stoiber cada vez se asemeja más, en ojos de algún
berlinés, a la extraña figura de un Junker bávaro, caricatura de la novela
inmortal del Stechlin en la que Fontane relataba el hundimiento de
una forma de vida y una forma de entender el mundo con la historia de un
miembro de la baja aristocracia prusiana. Alemania vota a su Gobierno el
domingo y empieza a percibirse que el candidato con vocación de renovar la
situación es demasiado antiguo para suponer un riesgo para quien ha cometido,
muy probablemente, todos los errores pero mantiene en todo el país un cartel de
mensaje muy claro: 'Un canciller moderno para un país moderno'.
Pocos cientos de personas aplaudían con pereza los intentos
de Stoiber de ser gracioso. El candidato democristiano ha entrado en una
dinámica que muchos observadores creen fatal. Su insistencia en subrayar los
fallos, muchos reales, del Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder
durante cuatro años le ha llevado, muy que le pese a su asesor Michael Spreng,
a tachar una y otra vez a Alemania de simbiosis de desastres. Los alemanes han
dejado de comprar el mensaje de la catástrofe, dice la prensa. 'Alemania tiene
problemas, pero intentar presentar a este país como si fuera el Yemen conlleva
serias dificultades de credibilidad. Estamos hasta el gorro del catastrofismo
del bávaro, aquí funcionan muchas más cosas que las que dice', señala en Berlín
un joven. Sus amigos y amigas asienten. Nadie votará 'al bávaro'.
Anuncio celebrado
Otro comenta que el anuncio más celebrado en los últimos
días es el de un inmenso grupo de recién nacidos que lloran. Y sólo hay uno en
la multitud que sonríe y tiene planes, positivos, incluso proyectos. Y ése es
el que se niega a ver a los alemanes como unos postrados definitivos, todos
ellos engañados por un Gobierno socialdemócrata y verde que los paraliza.
'Seguro que no vota a Stoiber. Para votarlo hay que llorar todos los días',
añade. Tienen razón tanto Schröder como Stoiber en que la sociedad alemana,
cautiva en una maraña de regulaciones, leyes y disposiciones, se ve exenta de
incentivos a diario para cualquier actividad e iniciativa propia. También es
cierto que los mensajes planos de los dos grandes partidos 'que tanto miedo
tienen a disgustar al votante' han tenido en la incertidumbre sobre su propio
voto a casi un tercio del electorado hasta días antes de las elecciones.
Y no es menos cierto que la personalidad de los dos líderes
de los partidos mayoritarios, Gerhardt Schröder y Edmund Stoiber, han sido poco
menos que paralizantes. Si Willy Brandt sembró ilusiones y Helmut Kohl medró en
seguridades, los dos candidatos actuales son personajes que no inspiran mayores
emociones. Los votantes de Schröder, por no hablar de sus adversarios, saben de
lo que ya se califica de su fatuidad política. Sus cambios de faz han sido
demasiados y demasiado precipitados. De Stoiber, todos menos sus más
incondicionales podrán negar su inanidad y su estrechez que queda desautorizada
ante una sociedad rica, diversa y plural. Si a esto se añade la falta de
diferencias reales en las grandes cuestiones, consensos muchas veces obligados
por ese miedo continuo al votante en la sociedad mediática moderna, puede
entenderse tanto la angustia escénica de los protagonistas como la desazón
continua del elector.
Mientras, el canciller Gerhard Schröder se regocijaba frente
a las cámaras de televisión, ante millones de espectadores en hora de máxima
audiencia, explicando sus planes de futuro, su reto nacional resumido en que
'las decisiones alemanas se toman en Berlín' en referencia a la intervención
militar norteamericana en Irak. si los americanos van solos]'.
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