jueves, 3 de agosto de 2017

EL TRIUNFO DE LOS ‘HALCONES’

Por HERMANN TERTSCH
El País  Viernes, 08.11.02

COLUMNA

George Bush tiene muy mala prensa en Europa, y en muchas regiones del mundo su imagen simboliza todo lo más odiado. Pero donde realmente importa, en Estados Unidos, Bush ha demostrado ahora que su popularidad es arrolladora. La victoria de los republicanos no deja lugar a dudas por mucho que aleguen ahora algunos la baja participación electoral o su enorme ventaja en la captación de fondos debida a su íntima relación y cooperación con las grandes corporaciones que tantos favores le deben y tanto se prometen de los planes del presidente para un futuro cercano.
El caso es que no corren buenos tiempos para los matices, y los demócratas no tenían siquiera un líder y un mensaje sólido para contrarrestar tanta contundencia. La crisis en que se ha hundido la economía norteamericana con Bush tras los florecientes años de crecimiento con Bill Clinton no ha alcanzado el suficiente dramatismo como para disputar el puesto de máxima preocupación a la lucha contra el terrorismo y una inseguridad cuya percepción por parte de la sociedad tan efectivamente ha sabido generar la actual Administración.

Pero hay un pequeño lugar en el mundo donde la popularidad de Bush es incluso mayor que entre los ciudadanos del imperio. Está a miles de kilómetros de sus costas y se llama Israel. Allí los resultados norteamericanos han sido recibidos con entusiasmo, y no sólo por esos dos otros grandes halcones, Ariel Sharon y Benjamin Bibi Netanyahu, que se disputan ya encarnizadamente el derecho de dirigir el próximo Gobierno israelí, disfrutar de los réditos de una victoria sobre Irak que creen segura y rápida y aprovechar el momento para llevar a cabo 'de una vez por todas' la eliminación de su propio problema: los palestinos que viven en Cisjordania y Gaza. Nada más jurar el cargo de ministro de Exteriores en el Gobierno interino, Bibi anunció que bajo él jamás habrá un Estado palestino, y prometió una política de represión más contundente que la de su primer ministro y rival en el Likud. Como Bush, el vencedor de estos halcones se enfrentará a un Partido Laborista dividido y acomplejado por su complicidad con Sharon hasta hace unos días y sin liderazgo definido. En Israel se barajan dos escenarios para después de la victoria de Estados Unidos en Irak. Uno, temido por muchos, es que Bush intente apagar el incendio en el mundo árabe imponiendo una rápida creación del Estado palestino. Otros halcones son más optimistas y creen que, tras la guerra, Bush buscará otro enemigo para ir preparando el ambiente para su reelección en 2004. En todo ese tiempo de confusión internacional algunos ven la gran oportunidad de proceder a la deportación masiva de palestinos a países vecinos árabes en un llamado transfer cada vez más popular. Dada la magnitud del conflicto en toda la región, dicen, limpiar Gaza y Cisjordania de palestinos 'apenas se notaría'. Bush ya no tiene frenos internos. Da tanto miedo como saber que pronto Bibi Netanyahu puede tener las manos totalmente libres.

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