Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín,
24.09.02
LA VICTORIA ROJIVERDE EN ALEMANIA
El canciller renueva mandato gracias al espectacular ascenso
de su socio en la coalición rojiverde
Ahora se habrán de hacer todas las reformas que no se
pudieron realizar en los cuatro años pasados. Y la alternativa al éxito de
imponerlas a todas las fuerzas sociales contrarias a las mismas es el fracaso,
incluso antes de cumplirse el plazo legislativo. El canciller Gerhard Schröder,
que renovará su mandato gracias al espectacular ascenso de su socio, el Partido
de Los Verdes, y a pesar de la caída de votos de su propio partido, el SPD,
dejó ayer claro que considera este nuevo plazo en el poder como la gran
oportunidad para liberar a Alemania de sus ataduras.
Legales, burocráticas y corporativas, las regulaciones y
presiones condenan a su economía a un inmovilismo que castiga la actividad
económica y la creación de empleo y paraliza la iniciativa. 'Por supuesto que
tengo una visión', dijo Schröder. 'Quiero hacer compatibles las libertades del
capital con la defensa de un sistema social que es intrínsecamente nuestro.
Podemos hablar de un sistema alemán'.
Un día después de las elecciones generales en Alemania, y
tras una noche de infarto y confusiones más o menos interesadas, ya está
perfectamente claro quiénes son los ganadores y los perdedores de los comicios
más reñidos de la historia de esta república. Han ganado quienes mantienen el
poder, el Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Gerhard Schröder y su
aliado en coalición, el Partido de Los Verdes del ministro de Asuntos
Exteriores, Joschka Fischer. El primero ha perdido en la pasada legislatura un
2,4%, pero sus socios han ganado casi un 2%, lo que permite a ambos mantener
una mayoría parlamentaria de 306 escaños de los 603 existentes.
Perdedores son todos los demás. Los democristianos de la CDU
/ CSU, liderados por el candidato a la cancillería Edmund Stoiber, lograron el
mismo 38,5% que el partido socialdemócrata, pero en el reparto de escaños
restantes, una de las peculiaridades del sistema electoral alemán, quedaron
mucho más lejos de lo que soñaban a últimas horas de la noche electoral. Y con
el desastre electoral de sus socios potenciales, los liberales del FDP, su
tragedia se había consumado. Edmund Stoiber vuelve a su cargo anterior de
presidente del Gobierno de Baviera, donde se sabe gozoso por el entusiasmo de
sus paisanos. Con bastante más del 60%, Stoiber tiene una seguridad en Baviera
que jamás podrá adquirir en Alemania. La aventura alemana de Stoiber ha
acabado, y quien emerge como gran esperanza de los democristianos es Angela
Merkel, alemana oriental, con quien, según muchos observadores, el canciller
Schröder no habría tenido tanta suerte como rival. Merkel ya ha anunciado que
se hará cargo de la jefatura de la oposición en el Bundestag, y parece ya la
líder incontestada de un partido que renunció a representar como candidata a
principios de año. Cedió el testigo a Stoiber y éste lo perdió. No lo volverá a
recuperar.
Pero entre los perdedores destaca por el bochorno de su
actuación el Partido Liberal (FDP), que salió en campaña para cazar el 18% de
los votos y se ha quedado muy por debajo del 8%. Los comentarios antisemitas de
su vicepresidente Jürgen Möllemann, responsabilizando a la comunidad judía
alemana de desafueros políticos o militares del Gobierno de Ariel Sharon en Tel
Aviv, tienen sin duda mucho que ver con el fracaso. Pero también la campaña de
su presidente, Guido Westerwelle, con su insistencia en el carácter
lúdico-festivo de la misma en el marco de una Alemania agobiada por el
desempleo y las inundaciones de este verano, no deja de ser otra cima del mal
gusto. Perdieron finalmente los ex comunistas del PDS, que sólo lograron dos
mandatos directos, por el segundo voto que otorga esta abigarrada ley
electoral. Los herederos de Honecker pueden estar ya ante el final de su breve
recorrido democrático. Schröder les arrebató la bandera contra la intervención
en Irak, y el miedo de la izquierda en el Este a un triunfo de Stoiber hizo lo
demás.
Antes ya su mascarón de proa que era el abogado y confidente
de la Stasi Gregor Gysi había tenido que dimitir por el escándalo de la
obtención de billetes gratuitos de vuelo por puntos obtenidos en sus vuelos
oficiales, lo que está expresamente prohibido por el reglamento del parlamento
alemán.
El ministro de Exteriores alemán y líder de Los Verdes,
Joschka Fischer, se muestra satisfecho por los resultados. AP
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