Por HERMANN TERTSCH
El País Lunes,
25.11.02
ELECCIONES EN AUSTRIA
Decía el legendario cabaretista y escritor vienés que se
requería de una muy buena dosis de catástrofe para hacer de Austria un país
normal. Pese a las tragedias vividas a lo largo del siglo pasado, los
austriacos parecen seguir portando en los genes esa frivolidad festiva y
resignada del der papa wird's schon richten (eso ya lo arregla papá)
de que hablaba Qualtinger.
Las elecciones de ayer parecen sugerir que los austriacos
también se alejan de los fantasmas de antaño. Han premiado con una gran
victoria a un canciller gris, Wolfgang Schüssel, por no dejarse chantajear por
el flautista e histrión que los había seducido tres años atrás. Han hundido al
partido de éste arrebatándole un tercio de sus escaños -hablamos de Jörg
Haider- y han recuperado de forma consistente, aunque no suficiente, su
confianza en los otros dos partidos con sentido de Estado, el Partido
Socialista del SPÖ y los Verdes. Ambos suben poco si se compara con la gran
escalada de más del 18% que consigue el partido conservador de Schüssel.
El líder del ÖVP tiene ahora las manos libres para crear el
Gobierno que prefiera. Al humillado FPÖ, con Haider ya defenestrado, no tiene
por qué ofrecerle más que una presencia testimonial en el Consejo de Ministros.
Con el líder socialdemócrata Alfred Gusenbauer podrá negociar los grandes temas
de Estado sin tener que entrar en una reedición de la gran coalición que
siempre alimenta a los grupos antisistema como el de Haider. Y con el propio
partido de los Verdes dirigido por el pausado e inteligente Van der Bellen, no
debería tener tampoco grandes problemas para entenderse, en el Parlamento o
llegado el caso en el Gobierno. Ninguno de los dos excluye últimamente dicha
fórmula. Así las cosas, se acabaron en Austria las descalificaciones a la
democracia parlamentaria, la organización de campañas de bloqueo contra países
vecinos, los insultos a los socios en la UE desde despachos oficiales. Lo único
espectacular es la desaparición del peor espectáculo carinthio. Así Austria
desmiente a Qualtinger y le demuestra que sin drama se puede generar
normalidad, incluso en Austria.
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