Por HERMANN TERTSCH
El País Martes,
01.10.02
LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
¿Quién podía creer que iba a suceder tal cosa cuando todo se
había proyectado con ilusión hacia un recorrido solidario, con sus sobresaltos,
pero común, hacia la cicatrización de tantas heridas? ¿Quién podía sospecharlo
cuando todo apuntaba a que unos asumían las llagas ajenas como propias, que las
sufrían, y hubieran dado todo, todo, por evitárselas a esas víctimas tan
inútiles y aleatorias que se iban sumando a las acumuladas en un siglo cruel?
¿Cómo creer que quien viene de nuestra propia pila, nuestros hábitos y
educación, nuestro esforzado recorrido de conquista de valores, en jesuitas e
Iglesia, en democracia y oposición a la dictadura, puede llegar a plantearnos,
desde una obscena frialdad retórica, la demolición de todo lo que nos ha unido
durante siglos? ¿Cómo vamos a dejar de ser vascos en 12 meses y por decisión de
un burócrata y de los asesinos que lo vigilan, todos aquéllos que durante siglos
han hecho de la comunión de los intereses vascos y del resto de España un
caudal de energía que ha conquistado el Nuevo Mundo, forjado algunas de las
mayores gestas del mundo occidental y escrito las mejores páginas de la
historia española?
Ni siquiera es ya repugnancia lo que producen las palabras
de Ibarretxe y Arzalluz. Hace tiempo que es pena. Los anonadados y deprimidos
somos legión y respondemos al cálculo coqueto que el lehendakari ha
hecho para mayor éxito de sus misérrimas fantasías étnico-idílico-campesinas.
Fracasará, muy probablemente, porque su opción es un drama como fue el de
Milosevic en 1989 al invitar a todos los que no comulgaran con su etnicismo
milenarista a huir ante la amenaza de muerte o condenarse a la tortura. ¿Cómo
un tecnócrata con la mejor formación posible en Occidente, educado en la
tolerancia, se puede convertir, como Ibarretxe, en un paladín de las miserias
de un aparatchik comunista con vocación genocida? ¿Quién va a evitar que el
PNV y EA acaben en el mismo banquillo de ETA cuando se acumulen los muertos,
los desplazados y los sufrientes en esa sociedad que, insisten, tanta
normalidad acumula? ¿Dónde está la compasión, dónde la decencia? Muchas
preguntas. Las respuestas pocas, angustiosas. Lo eran en los años 30 en
Nüremberg donde, como el viernes con Ibarretxe, se proclamó libre la veda del
ciudadano no consciente en sus criterios raciales. 'Muerte a los
constitucionalistas en sus sedes'. 'Judenfrei': libres de judíos las ciudades
alemanas.
¿Cuántas mentiras se han tenido que contar en 25 años de
escuela nacionalista para que surjan generaciones con vocación de camisas
pardas? ¿Cuántas falacias históricas y cuántos enemigos inventados han
adquirido cuerpo para que un representante institucional nos lance tan
miserable fábula si no le apuntan con una pistola? ¿Hasta donde llega la
miseria humana? ¿Hasta donde la cobardía? Demasiadas preguntas.
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