Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
14.06.87
Willy Brandt se retira hoy como jefe de la socialdemocracia
de la RFA
Willy Brandt, el ya legendario líder de la socialdemocracia
europea, se retira hoy oficialmente como presidente del Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD). Tras 23 años a la cabeza de la formación socialdemócrata de mayor
tradición del mundo, Brandt será sustituido por Hans Jochen Vogel, jefe del
grupo parlamentario del SPD. Por aclamación, El Viejo, como se le llama en la
base del partido, será nombrado presidente honorario. "Me bajo del
puente, pero no del barco", había señalado Brandt hace meses, al decidir,
el 23 de marzo, cesar en el cargo tras una fuerte crisis de mando.
En la sala Beethoven de Bonn concluye hoy una era de la
socialdemocracia alemana. En un congreso extraordinario, los delegados del SPD
confirmarán a Hans Jochen Vogel como sucesor de Brandt en la presidencia y a
Oskar Lafontaine para ocupar una de las dos vicepresidencias, ostentada hasta
ahora por Vogel. Los cambios son ya conocidos, pero en el SPD reina expectación
y cierta emoción ante el discurso que hoy pronunciará Brandt, una larga
intervención que ya el lunes estará en imprenta. Será el testamento
político del hombre que llevó al Gobierno al SPD y cambió en profundidad
las esencias de la República Federal de Alemania. La nueva troika del
SPD estará formada a partir de hoy por Vogel y sus dos vicepresidentes,
Johannes Rau y Oskar Lafontaine. En esta dirección ha depositado el partido sus
esperanzas de salir de la profunda crisis en que se sumió tras serle arrebatado
el gobierno federal en 1982 con la caída de Helmut Schmidt.
Luchas internas solventadas en público, falta de liderazgo,
falta de resolución política y una enorme confusión a causa de la irrupción,
por primera vez en la historia de la posguerra, de un nuevo partido, el de
los verdes, en el espectro político de la RFA han hecho sufrir al SPD
toda una serie de espectaculares derrotas desde 1982. Brandt, cuestionado
crecientemente en el partido, tomó la decisión de marcharse a raíz de un
incidente aparentemente nimio, como fue la protesta de la base socialdemócrata
por nombrar portavoz del SPD a una joven griega no afiliada, Margarita
Mathiopoulos.
Una sesión tormentosa
El 23 de marzo Brandt anunció, en una tormentosa sesión de
la ejecutiva del partido, que cesaba como presidente. Él era el único de la
célebre troika del SPD en el poder, que formó con Herbert Wehner y
Helmut Schmidt, que siguió en la política activa intentando establecer las
directrices para una readaptación del SPD a la nueva situación política. Las
continuas derrotas en las elecciones regionales y en las federales del pasado
25 de enero, los ataques de la derecha del partido por sus intentos de crear
una mayoría de gobierno, en caso necesario, a la izquierda del centro con
los verdes y las críticas por su notorio alejamiento de las
inquietudes reales de la base tradicional le llevaron finalmente a tirar la
toalla. Hoy, cuando suba al estrado en el congreso del SPD, Brandt no
pronunciará un discurso para zanjar cuentas con sus adversarios. Estrechos
colaboradores suyos han dicho que será una exposición de su legado político y
de los principales retos que un partido socialdemócrata debe afrontar en una
sociedad posindustrial como la alemana. Este político fue la antítesis del
alemán biempensante, que considera al débil culpable, a las minorías
sospechosas y la crítica un incordio.
Hijo ilegítimo, emigrante, socialista, Brandt irrumpió en el
páramo espiritual que fue la Alemania Occidental de la reconstrucción bajo el
democristiano Konrad Adenauer y se convirtió en canciller en 1969, proponiendo
solidaridad frente al egoísmo, debate y crítica frente a las verdades
inmutables y los tópicos de la derecha emanada de la guerra fría,
reconciliación con los pueblos del este de Europa.
El viento fresco de este homtre, al que según el
célebre psicólogo Alexander Mitscherlich «se le nota el esfuerzo del
pensamiento en cada frase", conquistó a la juventud que rechazaba el
materialismo radical de sus padres y se plasmó en nuevas actitudes de
tolerancia, de incitación al conflicto enriquecedor, de respeto a la igualdad
de los sexos y de sensibilidad hacia la suerte de los débiles en el propio país
y en el mundo.
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