Por HERMANN TERTSCH
El País Martes,
24.03.87
La controversia suscitada por el nombramiento de Margarita
Mathiopoulos, una griega no afiliada, como portavoz del Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD) ha forzado al presidente del principal grupo de oposición de la
República Federal de Alemania (RFA), Willy Brandt, de 73 años, a presentar su
dimisión. Pocas horas antes de que el vicepresidente del SPD, Johannes Rau,
diera la noticia, Mathiopoulos anunció su renuncia con objeto de evitar daños
políticos a Brandt. Pero ya era demasiado tarde. Hans Jochen Vogel, de 61 años,
vicepresidente del partido y jefe del grupo parlamentario, fue designado ayer
por el directorio del partido para suceder a Brandt, por 32 votos de un total
de 34. La elección deberá ser confirmada por un congreso extraordinario, a
celebrar el 16 de junio. Oskar Lafontaine, de 43 años, presidente del Estado de
Sarre y representante del ala izquierda del partido, fue nombrado
vicepresidente.
La dimisión de Willy Brandt como presidente del SPD,
consecuencia inmediata de su controvertida decisión de nombrar a una joven
griega no afiliada como portavoz del partido, ha constituido una sorpresa para
todos los observadores políticos en la RFA. Aunque nadie dudaba de que su súbito
entusiasmo en los últimos días por Margarita Mathiopoulos, de 30 años,
perjudicaba su ya resquebrajada imagen como máximo dirigente del partido, todas
las previsiones en Bonn apuntaban a un relevo paulatino en el transcurso del
presente año para, como dijo Hans Koshnik, un histórico en las filas del SPD,
"no minar un monumento, un pedazo de historia del movimiento
socialdemócrata".
Todavía ayer, los diarios de la RFA especulaban sobre las
diversas posibilidades de calendario para una sucesión de Brandt, ya fuera por
Oskar Lafontaine, de 43 años, favorito del propio Brandt, o por Hans Jochen
Vogel, de 61 años, jefe del grupo parlamentario, que para algunos sectores del
partido cuenta con un carácter integrador del que carece el joven e
izquierdista Lafontaine.
Recuperar autoridad
Brandt ha dimitido, tanto por las críticas internas como por
las de la opinión pública, pero, en primer lugar, por la necesidad perentoria
del partido de recuperar una autoridad y una línea clara de dirección que la
militancia y la agenda política de este año, con cinco elecciones regionales
por delante, exigía.
Durante la campaña para las elecciones legislativas del
pasado 25 de enero, las continuas afrentas de Brandt al candidato
socialdemócrata, Johannes Rau, a quien él mismo había convencido para que se
presentara a unas elecciones sin apenas posibilidades de victoria, ya habían
provocado un serio malestar entre la base del partido hacia el histórico
presidente. Nadie sabe aún si Brandt convocó a Rau como candidato con el ánimo
de quemarlo como sucesor suyo en la presidencia y liquidar así al último
representante de la derecha del partido como jefe de la socialdemocracia.
Muchos le echan en cara, sin embargo, que con sus declaraciones en la campaña electoral
siempre perjudicó a Rau, lo que en un político como Brandt no puede achacarse a
un error.
El problema en torno a la sucesión de Brandt parecía basarse
en torno a las reticencias lógicas de Lafontaine a ser nombrado ya, a cuatro
años vista de las próximas elecciones, como jefe del partido y virtual
candidato a la cancillería, lo que le habría sometido a un largo desgaste
político sin práctica posibilidad de influencia en Bonn desde su jefatura del
Gobierno del Sarre.
En cuanto a Hans Jochen Vogel, un leal funcionario del
partido, con prestigio en las bases y capacidad de integración, no parecía,
hasta ayer, dispuesto a actuar como presidente interino. Pero lo cierto es que
el directorio del partido le ha elegido, con práctica unanimidad (32 votos de un
total de 34) y que Lafontaine se queda como vicepresidente, lo que, en
principio, parece convenir a sus aspiraciones.
Una figura histórica
Lafontaine, máximo representante de la izquierda del
partido, parecía el dirigente idóneo para aplicar los acuerdos del congreso del
SPD de agosto pasado y el nuevo programa de principios que relevará el célebre
programa de Bad Godesberg de 1959. El nuevo programa iba a ser aprobado en
principio en 1988 en un acto que habría sido la culminación de la presidencia y
la carrera política de Willy Brandt.
La caída de Brandt se ha precipitado por las tensiones
personales con Rau, los problemas de dirección y dejación de autoridad puestos
en evidencia, por ejemplo, en el reciente golpe de mano de Lafontaine
al nombrar a un tesorero, Hans Ulrich Klose, que no estaba entre los candidatos
al puesto, y la falta de sensibilidad hacia la base del partido al nombrar
portavoz a la brillante Margarita Mathiopoulos, sin vinculación alguna a la
socialdemocracia.
A pesar de lo que parece un triste epílogo para una
brillante carrera, los logros de Brandt al frente del SPD y del Gobierno, como
artífice de la reconciliación con el Este y la ostpolitik alemana, y su
papel en la presidencia de la Internacional Socialista, que aún mantiene, le
sitúan como una personalidad histórica.
La política de la RFA pierde a una de sus pocas figuras en
un páramo de mediocridad.
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