Por HERMANN TERTSCH
El País, Viena,
26.06.87
Janos Kadar no se retiró con motivo del día nacional
húngaro, el 4 de abril, ni el día de su 75 cumpleaños, el pasado 25 de mayo,
como muchos auguraban. Sin embargo, la profunda reestructuración de la
dirección del partido deja claro que el gran maestro del equilibrismo político
húngaro se aleja paulatina y voluntariamente de los centros de decisión del
régimen. El problema de la sucesión de un hombre como Kadar es sumamente
difícil, y el régimen ha decidido resolverlo por etapas. Aupado al poder por los
tanques soviéticos, llegados en octubre de 1956 a Hungría para reprimir el
levantamiento popular, Kadar fue durante muchos años el objetivo de todos los
odios de sus compatriotas. Dirigió la represión contra los dirigentes de la
sublevación, nadie sabe si por convicción u obligación. Sin embargo, pronto
inició los primeros y tímidos pasos hacia una reconciliación nacional que hasta
sus enemigos consideran hoy lograda. En 1968 los tanques húngaros entraron con
otros ejércitos del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia y aplastaron
la primavera de Praga. En aquel mismo año, sin embargo, se comenzaba
en Hungría una reforma económica liberalizadora que, pese a sucesivos frenazos,
ya ha tenido amplias consecuencias políticas y sociales.
Hoy, Kadar es un dirigente tan admirado en su país que si
hubiera elecciones las ganaría por mayoría absoluta.
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