sábado, 28 de enero de 2017

BRANDT, HISTORIA VIVA DE LA SOCIALDEMOCRACIA

Por HERMANN TERTSCH
El País  Miércoles, 25.03.87

La carrera política de Willy Brandt es la propia historia del movimiento socialdemócrata alemán después de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Nadie, a excepción del fundador, August Bebel, ha dirigido durante tanto tiempo al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), el de mayor tradición del mundo. Desde los enfrentamientos del socialismo democrático con los comunistas en la República de Weimar, el exilio durante el nazismo y la reconstrucción del país, y sus hábitos democráticos tras la guerra, hasta la reconciliación con los pueblos víctimas del terror nazi, Brandt ha marcado el último medio siglo de historia alemana.
Para el este de Europa, Brandt es el alemán más humano, capaz de entender el padecimiento a que fueron sometidos por la nación alemana polacos, judíos, rusos y otros. Para los socialdemócratas europeos, quizá especialmente para los españoles, Brandt fue siempre un apoyo solidario y un consejero en momentos difíciles. Para los movimientos progresistas del Tercer Mundo fue, con su compañero en la Internacional Socialista, el sueco Olof Palme, uno de los políticos más conscientes del mundo desarrollado de que la miseria en el hemisferio Sur es injusta y peligrosa para la estabilidad y la paz en el mundo.
Brandt nació en 1913 en Luebeck, como Thomas Mann junto al mar Báltico, hoy en la frontera interalemana. Desde allí emigró a Noruega en 1933, al llegar los nazis al poder. Estuvo en España como corresponsal durante la guerra civil. En el exilio conoció a otro emigrante, éste austríaco, que habría de desempeñar también un papel fundamental en el movimiento socialista europeo, Bruno Kreisky.
Después de la guerra, Brandt se instaló en Berlín, vivió de cerca la anexión forzosa del SPD al partido comunista en la zona de ocupación soviética (hoy Alemania Oriental) y en 1957 fue elegido alcalde gobernador de Berlín Oeste. Dos veces, en 1961 y 1965, fracasó su candidatura a la cancillería. En 1966, ya como presidente del SPD, entró como ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de gran coalición con los democristianos. Tres años más tarde se convertía en el primer canciller socialdemócrata de la Repúblíca Federal de Alemania (RFA). Comenzó entonces la era de la coalición entre el SPD y el Partido Liberal (FDP).
Su mayor logro internacional, que le valió la concesión del Premio Nobel de la Paz en 1971, fue su política de reconciliación y apertura hacía los países del Este. El histórico momento en que, en 1970, Brandt se dejó caer de rodillas ante el monumento al gueto de Varsovia conmovió a millones de europeos y es recordado aún con profunda emoción en Polonia.
En 1972, en las que se denominaron las elecciones de Willy, logró, con el 45,8%, el mejor resultado de la historia del SPD. Poco después visitó como primer canciller alemán occidental Israel.
Fue la República Democrática Alemana (RDA), con la que Brandt había firmado un acuerdo para la normalización entre ambos Estados alemanes, la que paradójicamente provocó su caída como canciller. Dimitió el 7 de mayo de 1974, tras revelarse que su secretario, Guenther Guillaume, era un espía de Berlín Este.

Siguió siendo presidente del partido. Sus relaciones personales con su sucesor, Helmut Schmidt, y el otro miembro del triunvirato del SPD, Herbert Wehner, nunca fueron buenas. Egocéntrico, según reconoce el propio Brandt, y rencoroso, según muchos, se dice que fue una satisfacción para él sobrevivir políticamente a ambos. El partido perdió el poder en 1982, con la caída de Helmut Schmidt. Desde entonces, su estrella ha ido cayendo, tras una vida que también en su vertiente particular ha sido muy agitada. Casado tres veces, con una larga serie de escándalos por su afición a las mujeres y al alcohol, en los últimos años su sensibilidad hacia los estados de opinión, su capacidad de mando y su lucidez política han ido cediendo hasta que el nombramiento de la joven Margarita Mathiopoulos ha sido el final un poco triste de una brillante carrera.

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