Por HERMANN TERTSCH
El País Miércoles,
25.03.87
EL TRATADO DE ROMA CUMPLE 30 AÑOS
El Comecon quiere relaciones formales con la CE
El estrechamiento de las relaciones entre la Comunidad
Europea (CE) y los países socialistas del Este del continente es desde hace
décadas un objetivo prioritario de los políticos más comprometidos con la idea
de superar, o al menos paliar, el trauma político y cultural de la división de
Europa emanada de los acuerdos de Yalta. Reforzar los vínculos económicos entre
las dos Europas, la de libre mercado de la CE y la EFTA (Asociación Europea de
Libre Cambio) y la socialista del Este, es de vital importancia para la
distensión y uno de los tres puntales del desarrollo del proceso de Helsinki:
para un aumento de la confianza mutua, una mayor permeabilidad de las fronteras
para los ciudadanos y la información y el respeto general de los derechos
humanos. La vinculación de la cooperación económica y comercial a un aumento de
las libertades individuales en el este de Europa es la base de la política
comunitaria hacia los países socialistas.
Los esfuerzos hechos en este sentido fracasaron siempre a
causa del enfrentamiento ideológico Este-Oeste. La URSS consideraba a la CE
como simple correa de transmisión de los intereses de la OTAN. Sus aliados
carecían de un margen de autonomía necesario para entablar relaciones con
Bruselas. En Occidente se ha considerado siempre a la alianza de los países
socialistas como un instrumento de la hegemonía soviética.
Con la llegada al poder en Moscú de Mijail Gorbachov han
quedado abiertas por primera vez claras perspectivas para una cooperación
institucional entre la CE y el Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon).
El primer paso lo dio el propio Gorbachov cuando anunció la disposición de la
URSS a reconocer oficialmente a la CE. Treinta años después del Tratado de
Roma, la URSS y sus aliados se disponen a reconocer a la CE como realidad
política y a aceptarla como interlocutor en el diálogo Este-Oeste. Este cambio
trascendental en la postura soviética hacia la CE está en consonancia con la
política de la casa común europea lanzada por Gorbachov, y en la que
los sectores más recelosos hacia la URSS, especialmente en Washington, ven un
intento de desvincular Europa occidental de Estados Unidos.
Ronda de conversaciones
En 1985, el secretario del Comecon, Wyacheslav Sichov, envió
una carta a la Comisión Europea ofreciendo la apertura de negociaciones para
establecer relaciones institucionales. La CE aceptó, y actualmente se celebra
en Ginebra una ronda de conversaciones. En 1975 se había emprendido ya el
diálogo, roto en 1981 sin resultados, en plena escalada de la tensión
Este-Oeste.
Las dificultades para la cooperación son numerosas. Por un lado,
el Comecon, no equiparable a la CE, ya que no dispone de una organización
supranacional a la que los Estados miembros legan parte de su soberanía, como
en el caso de la Comunidad. Tan sólo dispone de una oficina que coordina la
cooperación entre los países. La URSS es miembro del Comecon y ejerce en él una
influencia decisiva, mientras la otra superpotencia no está presente en la CE y
tiene intereses divergentes de los de los doce. El Comecon no tiene
por objetivo un mercado común interior y sus acuerdos no son vinculantes para
sus miembros. En el Comecon están integrados tres miembros no europeos, Cuba,
Mongolia y Vietnam, que no entran en consideración para esta cooperación.
No es difícil entrever los problemas para una cooperación
económica y comercial de la CE con países de economía centralizada y en gran
parte autárquica. La CE insiste en que, paralelamente a la cooperación con el
Comecon, quiere establecer acuerdos bilaterales con los países del Este para
evitar así un monopolio de los intereses soviéticos en su interlocutor.
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