Por
HERMANN TERTSCH
Enviado
Especial a Praga
El
País Lunes, 13.04.87
EL DIÁLOGO ENTRE LAS SUPERPOTENCIAS
El máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, viajará a
finales de mayo a Rumanía, el único país miembro del Pacto de Varsovia que no
ha visitado aún y el que más abierta resistencia muestra a la política de
renovación de la nueva dirección del Kremlin. El anuncio de esta visita al
aliado de la URSS que, desde hace décadas, se ha desmarcado de la política
interna y externa de los demás países del Este europeo ha coincidido con el
final de la visita de Gorbachov a Checoslovaquia, que ha supuesto uno de los
más espectaculares éxitos de la nueva política soviética en la comunidad
socialista. Ayer se hizo público el comunicado conjunto de la visita en el que
se expresa la "profunda satisfacción" por las entrevistas entre
Gorbachov y Gustav Husak, que se han desarrollado en clima de "franca
camaradería".
Será dificil que en Bucarest se repita la manifestación de
entusiasmo con que Praga ha recibido a Gorbachov. La falta absoluta de
información de la población rumana, que no conoce los principios mínimos de la
nueva política soviética, impedirá que los rumanos vean en Gorbachov, igual que
los checoslovacos la pasada semana, el símbolo de una política de apertura y
dinamismo en la que depositar grandes esperanzas.
Rumanía es el miembro díscolo de la alianza de países
socialistas que, desde una lucha por la autonomía en su política exterior
-muchas veces alabada en Occidente porque inducía a la discordia en el Pacto de
Varsovia-, se ha convertido en un reducto de intolerancia y ortodoxia
estalinista sin parangón en el este de Europa, exceptuando quizá a Albania.
El jefe del Estado y del Partido Comunista Rumano, Nicolae
Ceaucescu, es la pura antítesis del innovador Gorbachov. La actual situación de
Rumanía es un grave obstáculo y un claro desprestigio del sistema.
Ceaucescu gobierna con un nepotismo que ha llevado a toda su
familia a cargos de poder, con un oscurantismo informativo inusitado, un culto
a su persona único hoy en el Viejo Continente y una represión de las minorías
que ha originado graves tensiones con la vecina y aliada oficial Hungría.
El comunismo nacional rumano fue iniciado con el
anterior jefe del partido, defensor del carácter específico del sistema, que
indujo a no romper las relaciones con China, tras la desestalinización
soviética, ni con Israel, tras la guerra de los seis días.
Con Ceaucescu se convirtió en el comunismo de la escasez, en
el que la población sufre largas colas ante comercios vacíos, continuos cortes
de fluido eléctrico y de la calefacción en invierno y una implacable represión
de toda opinión que disienta de la línea oficial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario