martes, 31 de enero de 2017

EL SUEÑO DE UNA ‘ALEMANIA GRANDE’

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Bonn, 25.06.87

170.000 ciudadanos de la RFA reivindican en Hannover las fronteras de 1937

Las fronteras del imperio alemán de 1937 siguen vigentes, clamó desde el estrado el orador, y las decenas de miles de participantes en el mitin rompieron en un estruendoso aplauso. Lo dicho no es un recuerdo de un acto nacionalista alemán de la preguerra, sino crónica de un acontecimiento político del pasado fin de semana en la ciudad de Hannover. Cerca de 170.000 ciudadanos de la República Federal de Alemania participaron en esta ciudad en el Encuentro de los silesios expulsados y demostraron que siguen soñando con una Alemania grande.
Fue un acto político marcado por ese patriotismo irredentista alemán que despierta todo tipo de pesadillas en los vecinos orientales. Los silesios alemanes fueron expulsados de su región tras la guerra, cuando la polonización de la zona. Entre represalias y resentimientos antialemanes por parte de un pueblo que había sufrido crueldades inimaginables bajo la ocupación nazi, los silesios alemanes llegaron en durísimas condiciones al territorio de la actual RFA.
Su dramático destino no fue sino un capítulo más de la larga serie de tragedias desatadas por la locura nacionalsocialista, con el entusiasmo o connivencia de la mayoría del pueblo alemán. Regularmente, los silesios se reúnen en la RFA para expresar su lamento y proclamar su creencia en la reversibilidad de la historia. No se trata sólo de una asociación de nostálgicos que pone en duda las fronteras europeas, cuestiona las de los países vecinos e insiste en su derecho a que las injusticias de que fue víctima sean reparadas cuando otras tantas son irreparables. Dirigentes de los partidos democristianos gobernantes en Bonn, son firmes invitados y oradores en estas reuniones en las que una y otra vez se reivindican territorios que hoy pertenecen a la URSS, Polonia o Checoslovaquia.
"Silesia es Alemania y está bajo ocupación ilegal de los polacos", insisten en afirmar, en abierta contradicción con cualquier mapa europeo actualizado. Silesia es Polonia desde 1945 como consecuencia de un corrimiento hacia occidente de las fronteras polacas.
El sábado pasado fue nada menos que el jefe del grupo parlamentario de la democracia cristiana en el Bundestag (Cámara Baja), Alfred Dregger, quien señaló que las actuales fronteras entre Alemania y Polonia son provisionales. No cabe extrañarse de la alarma y malestar que produce en Varsovia un acto con participación de altos funcionarios de partidos gubernamentales de Bonn.
Muchos de los supuestos silesios, nacidos después de 1945, no han conocido nunca aquellas tierras. Pero estas asociaciones mantienen viva una mezcla de folclor, sueños imperiales y lastre derechista que quiere imputar los crímenes derivados de la guerra a los polacos y al comunismo. Poco o nada se habla en estos actos del genocidio cometido en Polonia por las tropas alemanas.

El presidente bávaro, Franz Josef Strauss, fue abucheado y calificado de "traidor" y "vendepatrias" en Hannover, como un vulgar izquierdista, al advertir sobre la sinrazón de vincular la reunificación alemana a los actuales esfuerzos de desarme. El Partido Socialdemócrata (SPD), que ostenta la alcaldía de Hannover, no quiso estar presente en la ceremonia pangermánica.

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