Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
25.06.87
170.000 ciudadanos de la RFA reivindican en Hannover las
fronteras de 1937
Las fronteras del imperio alemán de 1937 siguen vigentes,
clamó desde el estrado el orador, y las decenas de miles de participantes en el
mitin rompieron en un estruendoso aplauso. Lo dicho no es un recuerdo de un
acto nacionalista alemán de la preguerra, sino crónica de un acontecimiento
político del pasado fin de semana en la ciudad de Hannover. Cerca de 170.000
ciudadanos de la República Federal de Alemania participaron en esta ciudad en
el Encuentro de los silesios expulsados y demostraron que siguen soñando con
una Alemania grande.
Fue un acto político marcado por ese patriotismo
irredentista alemán que despierta todo tipo de pesadillas en los vecinos
orientales. Los silesios alemanes fueron expulsados de su región tras la guerra,
cuando la polonización de la zona. Entre represalias y resentimientos
antialemanes por parte de un pueblo que había sufrido crueldades inimaginables
bajo la ocupación nazi, los silesios alemanes llegaron en durísimas condiciones
al territorio de la actual RFA.
Su dramático destino no fue sino un capítulo más de la larga
serie de tragedias desatadas por la locura nacionalsocialista, con el
entusiasmo o connivencia de la mayoría del pueblo alemán. Regularmente, los
silesios se reúnen en la RFA para expresar su lamento y proclamar su creencia
en la reversibilidad de la historia. No se trata sólo de una asociación de
nostálgicos que pone en duda las fronteras europeas, cuestiona las de los
países vecinos e insiste en su derecho a que las injusticias de que fue víctima
sean reparadas cuando otras tantas son irreparables. Dirigentes de los partidos
democristianos gobernantes en Bonn, son firmes invitados y oradores en estas
reuniones en las que una y otra vez se reivindican territorios que hoy
pertenecen a la URSS, Polonia o Checoslovaquia.
"Silesia es Alemania y está bajo ocupación ilegal de
los polacos", insisten en afirmar, en abierta contradicción con cualquier
mapa europeo actualizado. Silesia es Polonia desde 1945 como consecuencia de un
corrimiento hacia occidente de las fronteras polacas.
El sábado pasado fue nada menos que el jefe del grupo
parlamentario de la democracia cristiana en el Bundestag (Cámara Baja), Alfred
Dregger, quien señaló que las actuales fronteras entre Alemania y Polonia son
provisionales. No cabe extrañarse de la alarma y malestar que produce en
Varsovia un acto con participación de altos funcionarios de partidos
gubernamentales de Bonn.
Muchos de los supuestos silesios, nacidos después de 1945,
no han conocido nunca aquellas tierras. Pero estas asociaciones mantienen viva
una mezcla de folclor, sueños imperiales y lastre derechista que quiere imputar
los crímenes derivados de la guerra a los polacos y al comunismo. Poco o nada
se habla en estos actos del genocidio cometido en Polonia por las tropas
alemanas.
El presidente bávaro, Franz Josef Strauss, fue abucheado y
calificado de "traidor" y "vendepatrias" en Hannover, como
un vulgar izquierdista, al advertir sobre la sinrazón de vincular la
reunificación alemana a los actuales esfuerzos de desarme. El Partido
Socialdemócrata (SPD), que ostenta la alcaldía de Hannover, no quiso estar
presente en la ceremonia pangermánica.
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