Por HERMANN TERTSCH
El País Miércoles,
25.03.87
Oskar Lafontaine, jefe del Gobierno en el Estado federado
del Sarre y líder del ala izquierdista del Partido Socialdemócrata Alemán
(SPD), sigue siendo el más claro aspirante a ser el próximo candidato de su
partido a la cancillería de la República Federal de Alemania (RFA), pese a que
haya sido Hans Jochen Vogel el elegido para suceder a Willy Brandt en la
presidencia de¡ partido. El canciller, el democristiano Helmut Kohl, que unos
días antes del escándalo Margarita Mathiopoulos -la ciudadana griega cuyo
frustrado nombramiento como portavoz del partido aceleró la dimisión de Brandt-
se había entrevistado con el presidente del SPD para estudiar en común la
política de cooperación con la URSS y Alemania Oriental, no se ha querido
pronunciar sobre el cese, el lunes, de Brandt, con quien mantiene buenas
relaciones personales.
Oskar Lafontaine ha sido nombrado vicepresidente, junto a
Johannes Rau, que mantiene su puesto, pero sus aspiraciones a ser el candidato
del partido no se han reducido lo más mínimo. Lafontaine había expuesto ya en
el seno de la dirección sus reservas a ser nombrado ahora presidente, ya que
temía el desgaste político de este puesto hasta las elecciones de 1991. Vogel,
que no se había ofrecido para el puesto de presidente, lo ha aceptado como una
nueva prueba de su ya proverbial lealtad al partido, pese a que en círculos
internos había expresado su negativa a ser un presidente de transición, en lo
que finalmente se ha convertido.
Vogel, trabajador inagotable, cuenta con el reconocimiento
de los cuadros y la base y no despierta pasiones ni hostilidades como
Lafontaine. No obstante, como demostró en las elecciones de 1983, en las que
fue candidato socialdemócrata a la cancillería, este antiguo alcalde de Berlín
Oeste carece por completo del carisma necesario para ser el motor electoral
socialdemócrata.
La crisis de mando que Brandt ha sido incapaz de resolver
comenzó en realidad con la irrupción de los verdes en el panorama
político alemán, con el debate sobre la doble decisión de la OTAN, la
caída de Helmut Schmidt y el despliegue de los euromisiles.
Los intentos del SPD por encontrar un nuevo espacio en la
izquierda, "puesta patas arriba por los verdes", como dicen
algunos dirigentes del SPD, provocaron un debate sobre la necesidad de abrirse
hacia la izquierda o hacia el centro del espectro político cuya virulencia ha
superado la capacidad de integración del viejo presidente.
Políticos como Helmut Schmidt, Hans Juergen Wischnewski o
Hans Apel piden una política para recuperar el centro. Otros como Lafontaine,
Björn Engholm, Gerhard Schroeder o Heide Simonis -todos ellos del grupo de
los nietos de Brandt- quieren hacerse con el voto del elector de
nuevo tipo de una izquierda cualitativamente distinta a la tradicional, más
vinculada a los movimientos ciudadanos que a los sindicatos, con especial
interés en el desarme y medio ambiente, con cierta tendencia neutralista y que
ven con recelo la política económica tradicional. Vogel se halla en una
posición de equidistancia de ambas alas, lo que le convierte en el personaje
idóneo no sólo para evitar a Lafontaine el desgaste sino para dirigir el debate
del partido hasta que la polémica sea zanjada.
El nombramiento de Lafontaine como candidato a la
cancillería, deseado por Brandt, sería, por tanto, una consecuencia lógica del
debate ideológico habido en el SPD desde que perdió el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario