Por HERMANN TERTSCH
El País, Praga,
08.04.87
ENTREVISTA
"La mayor diferencia entre la política de apertura de
Mijail Gorbachov y la practicada por Alexander Dubcek en la primavera de Praga
es que el líder soviético no teme la intervención de los tanques de un país
vecino. Nosotros vimos, 20 años antes que Gorbachov, que sólo un pueblo de
gentes libres es capaz de conquistar la modernidad". Quien así se expresa es
Jiri Hajek, ministro de Exteriores checoslovaco en 1968, cuando una invasión
militar del Pacto de Varsovia frustró los intentos reformistas del
"socialismo con rostro humano" de Dubcek.
Hajek, sometido a represalias, y vigilado desde entonces,
recibió ayer en su pequeña casa en las afueras de Praga a EL PAÍS para hablar
sobre los efectos que la nueva política soviética puede tener en el régimen
checoslovaco, desde 1969 uno de los más conservadores del Este de Europa.
Gorbachov llegará mañana a Praga en una visita que ha despertado gran
expectación. La visita debía haber comenzado el lunes. Su aplazamiento, según
fuentes oficiales de Praga a causa de un "leve resfriado", ha
fortalecido los rumores sobre diferencias entre Gorbachov y la dirección
checoslovaca. En un castellano casi perfecto, Hajek se declara un gran admirador
de Gorbachov. "La primavera llega tarde, pero es posible una nueva
primavera en Praga. La gente la espera". El ex ministro es un atento
observador de la política de Gorbachov. "En sus discursos se advierte un
profundo análisis de la última fase de la obra de Lenin, en la que éste critica
ya las primeras degeneraciones del sistema. Además, está claramente inspirado
por el humanismo ruso del siglo XIX, por Pushkin, Tolstoi y Dostoievski, entre
otros". Da gusto oír su vocabulario culto y rico. Pese a la alergia oficial
a esta comparación, Hajek considera obvio el paralelismo entre los objetivos de
Gorbachov y Dubcek. "Estoy muy esperanzado. También lo está el propio
Dubcek, a quien vi hace un par de meses, cuando vino a Praga a visitar a unos
familiares. Está muy bien de salud, muy lúcido y sigue atentamente el proceso
en la URSS". Hajek no tiene siquiera teléfono desde que se lo cortaron
hace 10 años, para que no hablara con la Prensa extranjera, y "el correo
que me envían llega unas veces sí y otras no".
El nombramiento de Karel Hoffmann como nuevo secretario del Comité Central es un claro reforzamiento para las tesis inmovilistas, según
Hajek. Considera que mientras en la economía la necesidad de profundas reformas
ha sido reconocida hace tiempo, incluso por el primer ministro, Lubomir
Strougal, la dirección política teme lógicamente por su supervivencia en el
poder, ya que todos fueron impuestos por el régimen brezneviano, duramente
criticado por Gorbachov en el pleno de enero del Comité Central del PCUS.
"Es una curiosa paradoja que los que siempre hablaron de los cánones
internacionalistas para combatir un socialismo nacional ahora insistan en las
condiciones específicas checoslovacas para impedir una reforma política
inspirada en Gorbachov".
"Además, tenemos el problema de los cuadros. La
generación de Gorbachov en Checoslovaquia fue la que tenía entre 30 y 45 años
en 1968, la más activa en la reforma bajo Dubcek y, por tanto, reprimida después.
Entre el medio millón de expulsados del partido entonces estaban los más
capaces. Hoy trabajan de calefactores o guardas de fábricas y no tienen
compromiso político".
También el dramaturgo Vaclav Havel vive en parecidas
circunstancias. Desde hace 19 años no se ha puesto en escena en Checoslovaquia
ninguna de sus obras aplaudidas en todo el mundo. "Tan sólo una vez, en
1975, gracias a que las autoridades locales de un pueblo no me conocían. Cuando
se supo, fue un gran escándalo", dice.
Al igual que Hajek, Havel no viaja al exterior por temor a
que no le dejen volver. Tampoco lo hizo para recoger el Premio Erasmo que le
fue otorgado este año en Rotterdam (Holanda). Según Havel, la población tiene
grandes esperanzas en la apertura de Gorbachov. "Pero tras la frustración
de 1968 la gente teme comprometerse con nada".
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