Por HERMANN TERTSCH
El País, Praga,
12.04.87
El máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, concluyó
ayer en Bratislava, de nuevo en olor de multitud, su visita más espectacular a
un país aliado de la URSS desde que accedió a la dirección del Kremlin. Las
rígidas prácticas protocolarias del régimen de Praga se vieron desarboladas por
el entusiasmo que despertó entre la población el dirigente soviético, en una
visita con continuos cambios de programa, que parece ser el principio del fin
de una era de inmovilismo instaurada en Checoslovaquia después de la invasión
de 1968.
Si entonces la fuerza militar del Pacto de Varsovia en 1968
puso fin a los intentos reformistas del entonces jefe del partido comunista,
Alexander Dubcek, la visita de Gorbachov ha impuesto la irrupción en
Checoslovaquia de la ofensiva reformista de Gorbachov y la rehabilitación de
los renovadores del comunismo checoslovaco. La dirección del Partido Comunista
checoslovaco, desde 1969 una de las más inmovilistas y conservadoras del oeste
de Europa, quedó en absoluta evidencia ante el espontáneo recibimiento hecho al
líder soviético por la población checoslovaca.
Ayer, desde Bratislava, Gorbachov volvió a las 5.30 de la
tarde a Moscú, anticipando un día su partida. Su llegada el jueves, que había
sido pospuesta tres días, ya había disparado los rumores sobre desavenencias
entre el líder soviético y la dirección checoslovaca, en la que en los últimos
meses se han percibido claras reticencias a la línea de apertura y reforma
abierta por Gorbachov en la URSS tras su acceso al poder.
En el aeropuerto de Bratislava, capital de Eslovaquia, donde
reside marginado y represaliado el ex jefe del partido Alexander Dubcek,
Gorbachov rompió de nuevo el protocolo acercándose reiteradas veces a la gente
que había acudido a verle.
Las imágenes, trasmitidas por televisión a todo el país, de
un Gorbachov sonriente y seguro, estrechando manos y hablando con la población,
dando la espalda al anciano jefe del Estado y del Partido Comunista
checoslovaco, Gustav Husak, obviamente incómodo por estos gestos populistas que
le son tan desacostumbrados, eran ayer todo un símbolo de las enormes
diferencias generacionales y políticas de estos dos líderes comunistas.
La gente agolpada en las barreras del aeropuerto sólo
estrechaba las manos de Gorbachov y su mujer, Raisa, ignorando a Husak,
destacado exponente de una política doctrinaria y vinculado a dirigentes
soviéticos de épocas pasadas, que caminaba al lado de ambos, intentando sin
éxito captar la atención del líder soviético.
Aunque no anunció la esperada retirada parcial de tropas
soviéticas de Checoslovaquia, que podría darse a conocer en un comunicado
conjunto que será publicado hoy, ni se cumplió la muy improbable hipótesis de
un encuentro con Dubcek, Gorbachov ha realizado varios objetivos en este viaje.
Por un lado -lo ha logrado con sus propuestas de negociación a Occidente sobre
misiles de corto alcance y de convocar un nuevo foro para el desarme
convencional-, mantiene la iniciativa en las relaciones Este-Oeste.
Por otra parte, también lo ha conseguido con la espectacular
reacción de la población checoslovaca ante su presencia y sus palabras
reconciliadoras respecto al año 1968, que han puesto en precaria situación a
aquellos dirigentes checoslovacos que quieran limitar las reformas a
aseveraciones vacías.
'Revolución moral'
Con la presión de Moscú para la realización de reformas,
para un incremento de la calidad de los productos exportados a la URSS y,
finalmente, el llamamiento a la revolución moral, la autocrítica y
la condena de la mentira, Gorbachov ha dejado claro que, pese a las claras
diferencias entre el desarrollo de las economías de ambos países, cuenta con un
próximo final de la política practicada por Praga en los últimos 19 años.
El secretario del Comité Central, Vasil Bilak, ideólogo de
los normalizadores del partido tras 1969 y máximo representante de la
ortodoxia, se ha entrevistado repetidas veces con Gorbachov. También Milos
Jakes, asimismo secretario del Comité Central, ha acompañado continuamente al
invitado.
Aún es pronto, se señala en Praga, para evaluar los efectos
reales de este viaje sobre la política checoslovaca. No obstante, se esperan en
los próximos meses cambios personales que expongan ante la población la
voluntad real del cambio.
[Gorbachov estudia la posibilidad de liberar al dirigente
nazi Rudolf Hess, de 92 años, condenado a cadena perpetua en 1946 y encarcelado
en la prisión interaliada de Spandau (Berlín), según la revista de
Hamburgo Der Spiegel. La URSS es la única de las cuatro potencias que
hasta ahora ha rechazado la posibilidad de liberar a Hess, informa AFP.]
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