Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
03.05.87
El noveno congreso ordinario del Partido de los Verdes de la
República Federal de Alemania, que concluirá hoy en Duisburgo, pidió ayer la
nacionalización de la industria siderúrgica y continuó con los ya habituales
enfrentamientos entre las tendencias de los realistas o moderados y los
fundamentalistas o radicales. Como en congresos anteriores, los dirigentes fundis (fundamentalistas)
y realos (realistas) han intercambiado duros ataques, rayanos en ocasiones
al insulto, y se han dedicado más a esbozar sus proyectos de identidad del
partido que a tratar problemas políticos. El fracaso de la coalición con el
Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en el Estado de Hesse ha reforzado la
corriente fundamentalista, siempre contraria a esta alianza. Jutta Ditfurth,
máxima representante de esta ala, es la única de los tres miembros de la
presidencia que se presenta a la reelección. Sin embargo, en Duisburgo han tenido
que escuchar por primera vez con claridad las críticas de una base que,
dedicada a la política cotidiana, rechaza las continuas querellas de la cúpula
que van claramente en detrimento del partido.
El congreso decidió asimismo ayer que los miembros de la
dirección serán remunerados de solicitarlo y no ejercerán sin sueldo oficial
como venía sucediendo. En su informe, Lukas Beckmann -que renunció a
presentarse a la reelección como miembro de la dirección- acusó de hipocresía a
aquellos que, como Ditfurth, se niegan a la profesionalización de los
dirigentes, ya que, llegado el caso, también ella cobra sus dietas de los
fondos del partido. Con estos problemas, enconados por las hostilidades entre
diversos dirigentes del partido y los interrogantes hamletianos sobre la
identidad de éste, el debate político real ha quedado relegado en este congreso
que se celebra en Duisburgo, en la cuenca del Ruhr, donde los problemas de la
siderurgia, la minería y la renovación tecnológica e industrial son acuciantes.
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