Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
22.05.87
EL DIÁLOGO ESTE-OESTE
Los temores de los sectores más conservadores del Gobierno
de la República Federal de Alemania a la opción supercero tienen una
base geoestratégica comprensible. En principio, el Gobierno acepta el cero para
los euromisiles (INF), aunque algunos ministros, como el de Defensa, Manfred
Wörner, no de buena gana. Pero la oposición a eliminar también los misiles de
más corto alcance (SRINF, de 500 a 1.000 kilómetros) es total en la democracia
cristiana de la RFA. Según mantienen los contrarios a esta oferta, los
euromisiles norteamericanos se eliminan a cambio de la desaparición de los
SS-20 soviéticos. Ello imposibilitará una respuesta nuclear desde territorio
alemán contra objetivos en suelo soviético, pero, pese a las reservas de
algunos, esto resulta aceptable.
Sin embargo, si se eliminan también los SRINF, no quedará a
la OTAN más capacidad de respuesta nuclear a un ataque contra la RFA que
misiles con un alcance máximo de 500 kilómetros. Estos misiles sólo podrían
alcanzar desde la RFA objetivos en la República Democrática Alemana, y
viceversa. Por tanto, el conflicto nuclear quedaría limitado al territorio
alemán, quedaría rota la escala de respuesta nuclear básica en la disuasión y
se desvincularía la seguridad de la RFA de la del resto de Europa. Estados
Unidos quedaría totalmente desvinculado de la seguridad del centro de Europa.
Además, estos círculos opuestos a la opción supercero temen
que los aliados occidentales insistan en crear un muro de misiles de corto
alcance en territorio federal para compensar la superioridad convencional
soviética. La RFA se convertiría así en el portamisiles de la OTAN en Europa.
Los que se oponen al supercero quieren también conservar los
misiles Pershing 1A, cohetes propiedad de la RFA, aunque sus cabezas nucleares
estén en manos norteamericanas. La URSS no lo acepta.
Toda esta argumentación se basa en la superioridad
convencional soviética, sobre la que el Gobierno de Bonn baraja las cifras más
dispares y aventuradas, y en la presunción de que la URSS tiene intención de
atacar a la RFA en cuanto deje de temer que este ataque implique una respuesta
nuclear contra su territorio por parte de las potencias atómicas europeas y EE
UU.
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