Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Viena
El País Viernes,
26.06.87
LA VISITA DE LA DISCORDIA
Kurt Waldheim lleva un año como presidente de la República
de Austria, y su primer viaje oficial, al igual que su elección y sus muy
escasas intervenciones públicas, no han hecho sino profundizar la grave
división que ha provocado en la sociedad austriaca. Su visita oficial al
Vaticano, donde ayer fue recibido por el papa Juan Pablo II entre
manifestaciones de protesta y hostilidad, ha provocado en Austria una nueva
conmoción. El Papa no ha cerrado las heridas con su gesto, las ha abierto aún
más.
En pleno centro de Viena, frente a la catedral de San
Esteban, se presenciaron ayer insólitas escenas de tensión protagonizadas por
pequeños grupos que discutían entre sí la responsabilidad de Waldheim y, por
extensión, de todo el pueblo austriaco en los crímenes cometidos por el
nacionalsocialismo durante los siete años de anexión de Austria a la Alemania
nazi. La supuesta invitación del Papa a Waldheim, que en realidad fue una
autoinvitación del presidente que el Pontífice aceptó, como hace regularmente
con toda solicitud similar por parte de un jefe de Estado, ha cosechado también
en Austria fuertes críticas. La iniciativa de solicitar esta recepción en la
Santa Sede partió de medios cercanos a Waldheim para intentar romper su total
aislamiento en el mundo occidental.
Waldheim ha sido invitado tan sólo a Egipto, Jordania y
Libia, y hace días llegó la noticia, recogida con euforia por la Prensa, de que
también Uganda invita al presidente. La lamentable situación para este país,
que desde la posguerra ha jugado un activo y positivo papel en las relaciones
internacionales, es más que patente.
El jefe de los poderosos sindicatos austriacos y ex
presidente del Parlamento, Anton Benya, calificó de "incomprensible"
que el Papa recibiera a Waldheim. En las discusiones callejeras en Viena se
acusa al Papa de adolecer de la misma falta de sensibilidad hacia las víctimas del
nacionalsocialismo de que ha hecho gala Waldheim con sus ya célebres
aseveraciones de que los combatientes del ejército alemán nazi "sólo
cumplimos con nuestro deber".
Autoengaño
Los partidarios de Kurt Waldheim presentan su visita al
Vaticano como el desmoronamiento de lo que consideran una campaña de injurias y
el principio del fin de un aislamiento internacional que comienza a tener
efectos desestabilizadores. Es sorprendente cómo una sociedad a la que se
supone una madurez democrática y pluralista cimentada en 40 años de ejercicio
republicano estable se ha dejado engañar o se ha autoengañado sobre los efectos
de la elección de Waldheim del 8 de junio de 1986.
Los diarios de mayor venta insistían ayer en portada en que
Estados Unidos lamentaba que su embajador no asistiera a la recepción en el
Vaticano. Las afirmaciones que trivializaban el aislamiento internacional cada
vez más obvio son continuas en los medios austriacos. Los políticos artífices
de la candidatura de Waldheim, y en consecuencia de la situación creada,
insisten aún hoy en confundir al público equiparando las críticas contra
Waldheim con ataques contra Austria. El secretario general del Partido Popular
(OEVP), Michael Graff, ha calificado de "cobarde y rastrera" a la
Administración norteamericana.
Diarios regionales conservadores hablan de la "conjura
judía" contra Waldheim por las críticas internacionales a la recepción en
el Vaticano, en una actitud quizá beneficiosa para las ventas, pero cuyas
consecuencias para "el envenenamiento del alma austriaca son
imprevisibles", como señala el presidente de la comunidad judía de Viena,
Paul Grosz. Éste ha dirigido una carta al canciller federal, Franz Vranitzky,
para que intervenga ante los continuos ataques verbales a que son sometidos los
judíos en las calles de Viena en los últimos días. El presidente de la
comunidad advierte que "los ataques verbales pueden derivar en agresiones
físicas".
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