Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
05.07.87
La espectacular venta en subasta de un cuadro de Goya, un
retrato del rey Fernando VII, en la República Federal de Alemania, que alcanzó
hace cinco años el supuesto precio de 7,2 millones de marcos, fue en realidad
una monumental farsa urdida por un tratante de obras de arte llamado Hans
Juergen Wichert con fines publicitarios.
El comerciante alemán de obras de arte Hans Juergen Wichert,
de 37 años, ha reconocido ahora ante un tribunal en Bonn que la subasta que
hace cinco años celebró en la localidad de Bad Godesberg, cerca de la capital
federal alemana, y que concluyó con la supuesta venta del retrato del rey
español Fernando VII, atribuido a Goya, a un misterioso magnate oriental
llamado Sharpur Yamani fue un engaño para lograr publicidad en el mundo del
comercio de arte y captar inversiones mediante él. La venta al supuesto magnate
oriental y el altísimo precio alcanzado por el cuadro fueron una invención del
a partir de entonces prestigioso tratante. La venta despertó enorme interés en
los círculos del mercado mundial de arte.
El Estado español estuvo interesado en comprar el retrato de
Fernando VII, que le fue ofrecido años después de la subasta por un tratante
griego, pero las continuas dificultades para que el cuadro fuera examinado por
expertos españoles hicieron desistir de la compra a la Embajada de España en
Bonn.
Con la inexistente venta del supuesto Goya, cuya autenticidad
reafirma Wichert pero cuestionan muchos expertos internacionales, el tratante
alemán acaparó durante semanas la atención de los medios de comunicación y
logró numerosos encargos de propietarios de obras de arte para tramitar su
venta. Además, tras la espectacular subasta, Wichert recibió, para su
supuestamente tan efectiva empresa, importantes inversiones de aficionados al
arte, a los que prometía dividendos de hasta el 70%. "Me traían el dinero
en maletas llenas".
Wichert, de 37 años, está siendo juzgado por múltiple estafa
a los inversores en su empresa. Según un estudio psiquiátrico realizado al
acusado, y que podría presentarse como atenuante, Wichert es un mitómano que
estuvo siempre convencido que podría alcanzar un éxito comercial suficiente
para devolver en su día el dinero invertido en su empresa. Mimado y reconocido
en el mercado internacional del arte, Wichert fue perdiendo todo contacto con
la realidad y se dedicó a grandes negocios que superaban con creces sus
posibilidades.
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