martes, 31 de enero de 2017

LA SUBASTA EN ALEMANIA DE UN CUADRO DE GOYA FUE UNA SIMULACIÓN PUBLICITARIA

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Bonn, 05.07.87

La espectacular venta en subasta de un cuadro de Goya, un retrato del rey Fernando VII, en la República Federal de Alemania, que alcanzó hace cinco años el supuesto precio de 7,2 millones de marcos, fue en realidad una monumental farsa urdida por un tratante de obras de arte llamado Hans Juergen Wichert con fines publicitarios.
El comerciante alemán de obras de arte Hans Juergen Wichert, de 37 años, ha reconocido ahora ante un tribunal en Bonn que la subasta que hace cinco años celebró en la localidad de Bad Godesberg, cerca de la capital federal alemana, y que concluyó con la supuesta venta del retrato del rey español Fernando VII, atribuido a Goya, a un misterioso magnate oriental llamado Sharpur Yamani fue un engaño para lograr publicidad en el mundo del comercio de arte y captar inversiones mediante él. La venta al supuesto magnate oriental y el altísimo precio alcanzado por el cuadro fueron una invención del a partir de entonces prestigioso tratante. La venta despertó enorme interés en los círculos del mercado mundial de arte.
El Estado español estuvo interesado en comprar el retrato de Fernando VII, que le fue ofrecido años después de la subasta por un tratante griego, pero las continuas dificultades para que el cuadro fuera examinado por expertos españoles hicieron desistir de la compra a la Embajada de España en Bonn.
Con la inexistente venta del supuesto Goya, cuya autenticidad reafirma Wichert pero cuestionan muchos expertos internacionales, el tratante alemán acaparó durante semanas la atención de los medios de comunicación y logró numerosos encargos de propietarios de obras de arte para tramitar su venta. Además, tras la espectacular subasta, Wichert recibió, para su supuestamente tan efectiva empresa, importantes inversiones de aficionados al arte, a los que prometía dividendos de hasta el 70%. "Me traían el dinero en maletas llenas".

Wichert, de 37 años, está siendo juzgado por múltiple estafa a los inversores en su empresa. Según un estudio psiquiátrico realizado al acusado, y que podría presentarse como atenuante, Wichert es un mitómano que estuvo siempre convencido que podría alcanzar un éxito comercial suficiente para devolver en su día el dinero invertido en su empresa. Mimado y reconocido en el mercado internacional del arte, Wichert fue perdiendo todo contacto con la realidad y se dedicó a grandes negocios que superaban con creces sus posibilidades.

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