Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
24.01.87
El Partido Liberal Alemán (FDP) no va a tener según los
últimos sondeos ante las elecciones generales de mañana en la República Federal
de Alemania (RFA), dificultades para superar el 5% de los votos emitidos, que
le garantizaría la presencia en el Parlamento. Salvo grandes sorpresas, los
liberales volverán, por tanto, a formar coalición con los democristianos del
CDU-CSU, cuya mayoría relativa parece asegurada.
Con entre 6% y 8% de los votos, según los últimos sondeos,
el FDP está igualado con los verdes. La campaña electoral de los liberales se
ha centrado en hacer cundir la alarma ante la posibilidad de una mayoría
absoluta de los cristianodemócratas, que podría suponer el nombramiento del
presidente de la CSU (Unión Socialcristiana, dominante en Baviera), Franz Josef
Strauss, como nuevo ministro de Asuntos Exteriores de la RFA. El FDP se presenta
como único garante para evitar este nombramiento que, según temen algunos,
supondría un endurecimiento de la política exterior alemana, especialmente
hacia los países socialistas del Este europeo.
Apostando en cierto modo por la falta de información del
electorado sobre el valor de los dos votos a emitir en la papeleta electoral,
el FDP ha solicitado para sí "el segundo voto". Con esta campaña el
FDP se dirige a un electorado cristiano-demócrata con reservas hacia el ala
derecha de la CDU y especialmente hacia Strauss. Este segundo voto es el que
determina, según la ley electoral alemana, la representación parlamentaria de
los partidos. El primer voto es para la elección directa del candidato del
distrito, en la que los liberales no tienen opción. El segundo es para una
lista nacional de los partidos.
La sombra de Hitler
Strauss, con intención o sin ella, ha prestado gran apoyo a
la campaña liberal con sus esfuerzos por recuperar los votos fugados a la
extrema derecha en las elecciones bávaras de octubre pasado. Con afirmaciones
como "salir de la sombra de Hitler" y "poner fin a la política
ilusoria de distensión con el Este" y llamamientos a un nuevo nacionalismo
alemán Strauss parece haber atemorizado incluso a electores conservadores. Ha
reforzado la imagen del liberal Hans-Dietrich Genscher, ministro de Asuntos
Exteriores, como representante de la continuidad y sensatez en la política exterior de la coalición gubernamental. El FDP, que provocó la caída del
Gobierno de Helmut Schmidt en 1982 al cambiar de alianza, no tiene hoy otro
compañero de coalición posible que la CDU. Con un Partido Socialdemócrata (SPD)
desarbolado y cuya política actual se halla muy lejos de la practicada en los
años setenta, el FDP, tradicional partido bisagra hasta la aparición de los
verdes, apuesta firmemente por la coalición actual, y muchas de sus
controversias con la CDU y, sobre todo, con la CSU, son más gestos
electoralistas que discusiones de sustancia política.
Los enfrentamientos entre Genscher y Strauss se han sucedido
a lo largo de toda la campaña y han repercutido en una mayor presencia de ambos
en los medios de comunicación, lo que ha beneficiado a los dos.
Genscher se presenta también como el defensor de una
política restrictiva en la exportación de armas, frente a Strauss, que insiste
en exportar "incluso a regiones en conflicto", en aras de una mayor
influencia de la RFA en el exterior. Además, los liberales han bloqueado
algunas medidas de seguridad interior conflictivas, como la figura del
arrepentido en la lucha antiterrorrista, intentando perfilarse como los adalides
del Estado de derecho frente a las veleidades autoritarias de los
cristianodemócratas.
Si bien Genscher ha logrado mantener una cierta continuidad
de la política exterior alemana practicada por los Gobiernos social-liberales
bajo Willy Brandt y Helmut Schmidt, en Bonn es un secreto a voces su paulatina
pérdida de influencia. Las relaciones con Washington y París han sido asumidas
directamente por el canciller y, especialmente en EE UU, Genscher ha perdido
peso como interlocutor.
Duras negociaciones
Las negociaciones para el mantenimiento de la coalición
serán, sin duda duras, si el resultado confirma la continuidad. Si Strauss
recibe un puesto en el próximo Gobierno en Bonn -se especula con la posibilidad
de que ocupe un superministerio para presidir el gabinete restringido en
materia de seguridad-, las contradicciones internas de la coalición podrían
aumentar. Genscher, además, vería aún más recortadas sus competencias.
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