Por HERMANN
TERTSCH
El País, Bonn,
18.02.87
Jubilación de un maestro de espías
Ha sido una de las figuras más brillantes y misteriosas del
espionaje de la posguerra. Durante 30 años ha dirigido uno de los centros de
información y servicios secretos más efectivos del mundo. Ahora, a los 64 años,
Markus Wolf, jefe del departamento de investigación del Ministerio de la
Seguridad del Estado de la República Democrática de Alemania (RDA), se ha
jubilado "a petición propia", según la agencia alemana oriental ADN.
Con este motivo ha recibido la Orden de Carlos Marx, una de las más altas
condecoraciones del Estado comunista alemán.
Markus Wolf, conocido también como Mischa, Magnus y Marius,
hijo del escritor comunista Friedrich Wolf, pasó su infancia en Moscú, donde la
familia se había refugiado huyendo del nacionalsocialismo. Tras la caída del
III Reich, Wolf regresó a la zona de ocupación soviética en Alemania y pronto
se integró en el aparato dedicado a crear la infraestructura de seguridad e
información del nuevo Estado comunista que habría de surgir. Veinte largos años
emplearon los servicios secretos occidentales para conseguir una fotografía de
este hombre, del que ya sabían que era uno de sus más eficaces y peligrosos
enemigos. En 1978, por fin, fue fotografiado en Estocolmo, con gafas de sol y
un traje elegante de corte occidental, mientras se encontraba disfrutando de
una gira turística con su mujer. Nada se sabe aún hoy de su vida, su familia
ni sus costumbres fuera del trabajo en el gran edificio coronado por decenas de
antenas a pocos metros del muro de Berlín. Tan sólo circulan rumores sobre su
supuesta afición a los deportes costosos y la vida placentera.
En 1980 fue nombrado teniente general y desde hace 29 años
ha desempeñado el cargo oficial de segundo jefe del Ministerio de
Seguridad del Estado. El ministerio se dedica sobre todo a hacer frente a
la agresión occidental, controla a turistas, hombres de negocios y a
la propia población. Cuenta, por ejemplo, con un seguimiento por ordenador del
correo entre las dos Alemanias que hace inútil que los ciudadanos de la
República Democrática de Alemania intenten ocultar su correspondencia
enviándola sin remitente o bien mandándola desde lugares diversos lejanos a su
residencia.
Mischa Wolf, sin embargo, ha sido el gran artífice del
sector ofensivo de la protección del Estado socialista: las
actividades de espionaje en el exterior. Su mayor éxito fue lograr introducir
al espía Guenther Guillaume como secretario privado del entonces canciller
federal Willy Brandt. Al ser descubierto, el escándalo Guillaume obligó a
Brandt a dimitir en 1974.
No obstante, son miles los agentes que forman parte de la
red establecida por Wolf en Occidente, sobre todo en la República Federal de
Alemania. Sus métodos de reconstrucción de personalidades para
suplantar con sus agentes a personas emigradas o fallecidas son legendarios.
Falsificaciones perfectas
Con falsificaciones perfectas de documentos, conocimiento
exhaustivo de las costumbres, historia familiar y relaciones sociales del
suplantado, Wolf ha logrado durante décadas introducir agentes en los
ministerios, compañías de la industria armamentista, embajadas y partidos
políticos. Su mayor fallo fue la deserción del teniente coronel Werner Stiller,
que facilitó a los servicios secretos occidentales documentación y datos sobre
las actividades de Wolf.
Sus adversarios en la RFA lo califican como un "experto
en ideas", tremendamente exacto y frío, capaz de utilizar las situaciones
propicias a sus intenciones sin escrúpulo alguno. Los servicios secretos
occidentales pierden un gran rival que, no cabe duda, ha hecho
escuela en Berlín Este.
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