Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
03.02.87
El ministro soviético de Asuntos Exteriores, Edvard
Shevardnadze, comenzó ayer en Berlín Este su primera visita oficial a la República
Democrática Alemana (RDA), en el marco de una gira que le llevará también a
Praga mañana. Es la primera iniciativa diplomática de Moscú hacia sus aliados
para explicar la política de renovación expuesta por el máximo dirigente
soviético, Mijail Gorbachov, ante el reciente pleno del Comité Central del
Partido Comunista de la URSS (PCUS), que ha provocado una notable confusión en
los regímenes de Berlín Este y Praga.
Shevardnadze se entrevistó ayer con su homólogo
germanooriental, Oskar Fischer, y hoy lo hará con el jefe del Estado y del
partido comunista (SED) de la RDA, Erich Honecker. La RDA, con gran importancia
económica, política y militar en la alianza del bloque socialista ha
reaccionado con sentimientos encontrados a los planes de Gorbachov para
democratizar el aparato del partido y fomentar la autocrítica, la transparencia
y la eficacia. El discurso del número uno soviético ante el pleno del
Comité Central del PCUS se publicó en la RDA con recortes considerables, y se
omitieron los pasajes más controvertidos y las críticas al pasado.
Sobre la renovación económica, Berlín Este considera, no sin
razón, que ha realizado ya muchos de los planes que ahora esboza el Kremlin.
Alemania Oriental, con el mas alto nivel de desarrollo industrial y tecnológico
del bloque comunista, está llamada a jugar un papel importante en la
modernización tecnológica de la URSS. El régimen no ve, por tanto, motivos de
autocrítica.
Respecto a las reformas internas del partido propuestas por
Gorbachov, en Berlín Este se percibe poca disposición a acometerlas. Conceptos
como democratización de la sociedad, elección secreta de cuadros del
partido, transparencia y pluralidad de información no entusiasman a
un aparato que teme por su estabilidad, lograda con mucho esfuerzo. Mientras en
la URSS se habla cada vez más de cambios, reformas y crítica, el
órgano del SED insiste en "mantener la línea de probado éxito del
partido".
Mañana, Shevardnadze parte hacia Praga, donde le espera un
partido comunista aún más reacio a cambios. Los efectos de la nueva política de
Moscú ya se perciben en Praga. Hay inquietud en la cúpula dirigente y esperanza
entre la población. Puede ser el principio del fin político de los líderes de
la ortodoxia que persiste en el partido comunista checoslovaco desde 1968: el
jefe del partido, Gustav Husak, y el ideólogo, Vasil Bilak. El primer ministro,
Lubomir Strougal, y el secretario del Comité Central, Milos Jakes, se han
aupado ya al carro del reformismo gorbachoviano.
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