Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
12.12.86
La captación del funcionario del Ministerio Federal de
Defensa Juergen Westphal por parte de los servicios secretos del Ministerio de
Seguridad del Estado de la República Democrática Alemana (RDA), el célebre
Stasi, cuyo cerebro es el general Mischa Wolf, demuestra una vez más la
especial vulnerabilidad que supone para la seguridad de la República Federal de
Alemania (RFA) la existencia de un cuerpo altamente especializado, conocedor de
las circunstancias privadas de toda una legión de funcionarios en la capital
federal y, además, sin barrera idiomática alguna que dificulte los
contactos. Según cálculos del contraespionaje de la RFA, son unos 8.000 los
agentes del Este en activo en su territorio. La mitad aproximadamente está al
servicio del Stasi, un ministerio que, con su sede a pocos metros del muro de
Berlín, pasa por ser uno de los centros más brillantes de información,
desinformación y captación de agentes.
En los últimos años, los servicios de contraespionaje de la
RFA viven bajo el auténtico síndrome de las secretarias de Bonn, un
sector del funcionariado muchas veces en contacto con informaciones
confidenciales, integrado en gran parte por mujeres solteras o divorciadas que,
en el pasado, han demostrado ser vulnerables a chantajes afectivos que han culminado
en actividades de espionaje.
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