Por HERMANN
TERTSCH
El País, Bonn,
12.02.87
El radicalismo de los 'verdes' alemanes occidentales
Sólo el nombre de Jutta Ditfurth, una socióloga de 35 años,
provoca espanto a la derecha de la República Federal de Alemania (RFA). Es la
máxima representante del ala fundamentalista de los verdes, y, como
tal, garantía para muchos de que este partido no va a ser domesticado e
integrado en la socialdemocracia. Para otros, en cambio, es la culpable de que
la moderación no se imponga en el partido y abra la posibilidad de una alianza
de izquierdas con el partido socialdemócrata. Jutta Ditfurth es una política con
tanta seguridad en sí misma como fuerza de convicción. En la pasada campaña
electoral se ha revelado como uno de los grandes artífices del éxito de
los verdes, el partido que más aumentó su fuerza parlamentaria, al
conseguir el 8,3% frente al 5,6% que alcanzó hace cuatro años. Hoy el partido
de los verdes es ya una fuerza parlamentaria asentada e
imprescindible para una alternativa de izquierdas al actual Gobierno de
coalición. En el debate sobre la posibilidad de una alianza rojiverde, abierto
tras la derrota del SPD en las elecciones, ella desempeña un papel clave como
firme opositora a entrar en una relación que podría, en su opinión, vaciar de
contenido al movimiento ecologista y pacifista.
Nacida en Francfort como hija primogénita del célebre
científico alemán Holmar von Ditfurth, Jutta se ha despojado pronto de la
preposición aristocrática de su apellido, sin duda un lastre para sus fines
políticos. Esta joven más bien corpulenta es una firme defensora de que
los verdes se mantengan fieles a sus orígenes extraparlamentarios y
feroz controladora de que los parlamentarios verdes no dejen
seducirse en Bonn por las prebendas del Estado. Para ella toda actividad
parlamentaria debe estar apoyada por movilizaciones e iniciativas populares.
"La presión debe estar en la calle". Por ello asiste a las
concentraciones antinucleares en Wackersdorf, que habitualmente se convierten
en batallas campales entre manifestantes y policía, y participa en bloqueos de
instalaciones militares norteamericanas. Se niega a distanciarse de aquellos
que, radicalizados en su lucha antinuclear, se dedican en los últimos meses a
derribar postes eléctricos por toda la RFA, y considera que no se puede
comparar la violencia de los manifestantes con la que supone la existencia de
centrales nucleares y otros focos de peligros ecológicos.
Sus adversarios dentro del partido, los realistas o
partidarios de un acercamiento al SPD, la acusan de ambigüedad en su actitud
hacia el Estado de derecho. Está a favor del cierre inmediato de todas las
centrales nucleares, de la salida de la RFA de la OTAN y de un boicot al censo
proyectado por el Gobierno federal, que los verdes consideran un paso
más hacia el control total del individuo por parte del Estado.
En todo su radicalismo, Jutta Ditfurth tiene un enorme
aplomo y gran brillantez en el debate político. Dos días antes de las pasadas
elecciones hizo perder los nervios, en un debate televisivo, a un político de
la experiencia del socialcristiano Franz Josef Strauss, presidente de Baviera.
Para Strauss todo lo que decía Ditfurth eran anatemas o apologías del
terrorismo; incluso quiso marcharse. Ella, con una gran sonrisa, le pedía:
"Tranquilidad, señor Strauss, tranquilidad". Pero Strauss no se
tranquilizó.
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