Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
15.12.86
Gorbachov pone en marcha una arriesgada estrategia en la
Conferencia de Seguridad Europea
Una macabra coincidencia hizo que en el Día de los Derechos
Humanos, celebrado el pasado miércoles, se conociera la muerte en prisión de
uno de los disidentes soviéticos que más destacaron por su coraje cívico.
Anatoli Marchenko de 48 años, murió un día indeterminado de las últimas semanas
en la cárcel de Chistopol como consecuencia de más de 20 años de detención en
condiciones infrahumanas. Pocas horas después de conocerse la noticia de la
segunda muerte de un conocido disidente en prisión desde que Mijail Gorbachov
dirige el Kremlin -antes fue el poeta ucraniano Vasil Stus-, la URSS proponía
oficialmente en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE),
en Viena, la celebración de una conferencia sobre derechos humanos en Moscú.
Esta propuesta ya fue anunciada por el ministro de Asuntos
Exteriores de la URSS, Edvard Shevardnadze, en la ceremonia de apertura de la
CSCE en Viena y los diplomáticos occidentales la recibieron no sin cierta
ironía. La celebración de una conferencia sobre derechos humanos en Moscú le
parece a más de uno mencionar la soga en casa del ahorcado. Aceptar un solemne
encuentro sobre esta espinosa cuestión en algún edificio suntuoso de Moscú,
mientras son detenidos en los alrededores disidentes soviéticos y judíos que
piden libertad de expresión o emigración, podría costarle caro a más de un
político occidental ante la opinión pública de su país. Sin embargo, la
propuesta soviética no es una broma más o menos pesada, sino que forma parte de
una política totalmente nueva hacia los derechos humanos que ha implantado
Gorbachov desde que tuvo acceso a la máxima dirección de la URSS. Cuando, en el
verano de 1984, el presidente francés, François Mitterrand, en visita oficial
en Moscú, evocó en la cena solemne en el palacio del Kremlin el "caso del
profesor Sajarov", el entonces máximo dirigente soviético, Konstantin
Chernenko, respondió secamente: "No permitimos a nadie que se inmiscuya en
nuestros asuntos".
La estrategia ha cambiado. La URSS ha pasado a la ofensiva
también en este campo, que le es mucho más tortuoso que otros. En el 27º Congreso
del Partido Comunista de la URSS, en febrero pasado, Gorbachov propuso un
sistema de seguridad internacional que incluyera como pilar "la
cooperación" en la realización de los derechos individuales en "un
espíritu humano y constructivo".
Disidentes beneficiados
Varios destacados disidentes soviéticos se han beneficiado
ya de la nueva actitud, que, lejos de significar un mejor trato para los miles
aún presos y deportados, sí tiene la clara voluntad de eliminar obstáculos para
la consecución de un clima más positivo entre los dos bloques. Así, Anatoli
Charanski y Yuri Orlov han podido emigrar a Occidente y la poetisa Irina
Ratushinkaya ha quedado en libertad. Las reformas de las leyes de emigración y
de reunificación de familias ya en marcha podrían al menos paliar los graves
efectos que para la credibilidad de todas las propuestas soviéticas en otros
campos, como el desarme, tiene su intransigencia en su política represiva hacia
la disidencia y la emigración de las minorías.
Estas titubeantes concesiones han sido acompañadas por una
actitud mucho más decidida en hacer frente a las acusaciones de Occidente,
criticando a su vez la violación de los derechos humanos en los países
capitalistas, especialmente en EE UU. En la CSCE de Viena, la URSS ya ha anunciado
que va a denunciar la negación a amplios sectores de la sociedad norteamericana
de derechos elementales como el derecho al trabajo, a una vivienda digna, a la
educación gratuita y, sobre todo, el derecho a la vida, que, según Moscú, es
negado al mundo por Washington con su carrera de armamentos, que supone una
amenaza para la paz y sume a grandes regiones en la miseria.
El 10 de diciembre, frente al monumento a Pushkin en Moscú,
donde se solían manifestar los grupos de disidentes, este año se celebró un
acto oficial en el que aparecieron pancartas condenando la violación del
"derecho fundamental a la vida". En las emisoras oficiales de todos
los países socialistas europeos se pueden escuchar estos días grandes
alocuciones en defensa de los "verdaderos derechos humanos", que
violan los países occidentales con sus ejércitos de parados y el
desmantelamiento de las redes sociales por parte del neoliberalismo.
Aún es pronto para saber si la nueva estrategia tiene el
mismo objetivo que la antigua: la venta de algunos perseguidos a cambio de
facilidades crediticias o suministro de tecnología, práctica común de países
por lo demás tan diferentes como la URSS, Rumania y la República Democrática
Alemana. El enfrentamiento entre los bloques sobre derechos humanos ha dejado
en todo caso de ser unidireccional.
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